Epílogo.

1.8K 79 35
                                    

Bogotá.

Te he soñado cada noche de cada verano, invierno, otoño y primavera durante los últimos años. Te soñaré durante cada noche de cada verano, invierno, otoño y primavera de mi vida. He sentido tu aroma contra mis fosas nasales, tan cítrico y penetrante como nunca antes. He fantaseado con tu tacto, con tus manos sobre las mías, con tus labios contra la piel de mi mejilla. Se siente como un sueño febril, como si no fuese capaz de pensar en nada más. 

Supuse que vendrías, supuse que era bidireccional. No viniste, y no supe cómo más afrontarlo. Serías mía fuese como fuese, porque nadie te puede amar como yo. Nadie, en especial quienes dan por sentado la calidez de tus mejillas y la pureza de tu tacto, porque, Irina, no hay manera más pura de expresar mi ansiedad por ti que escribiéndote esta carta. Ya ves cómo mi corazón bombea tanta sangre por ti que sin tus palabras desfallezco.

No podía leer más. Me sentía absurdamente enferma, como si no fuese capaz de procesar aire a través de mis pulmones. Casi no quedaba oxigeno en aquella habitación oscura, en medio de la nada y de todo al mismo tiempo. 

Deberás preguntarte dónde estoy. Te vi con él, y no puedo creer que, después de todo lo que he sacrificado por ti, sigas sin ver que perteneces conmigo. Perteneces con alguien que vea a través de tus hermosos ojos verdes, de tus tiernas palabras, de aquella risa coqueta. Eres tan hermosa como el frío bogotano al atardecer, cuando el sol se pone al occidente e ilumina los cerros con tal inefabilidad que roba el aire. 

Las personas tienen diferentes métodos, y no soy quién para juzgar ninguno. Pero esto es enfermo, porque estoy empatizando con el mismo loco que hizo que mis padres desaparecieran, incluso aunque ellos no tenían nada que ver con la situación. ¿Cómo se quita uno a un sociópata que justifica sus crímenes con el amor? Casos se han visto y romantizado, y este no será el último.

Sin embargo, hay algo en la forma que se expresa acerca de mí, de lo que se hizo creer que siente por mi, que hace que mi corazón palpite con una aceleración inhumana. Se me está agotando el oxígeno, y lo único que me ata a la realidad es esta carta iluminada mediocremente por una bombilla de luz agotada, titilante.

Te amo, Irina. Te amo más de lo que nadie te ha amado, y mi amor por ti me está matando. Así que he decidido acabar con este sentimiento engorroso que me encierra, me asfixia. Supuse que tomando algo que amaras con igual fervor se solucionaría, porque si no te tengo yo no te puede tener nadie.

Pero no se fue. Así que me he ido yo. 

Un estruendo se escuchó fuera de la habitación, y la ausencia de mi energía logró que mis reflejos fallasen, lo que me desconcertó.

Y entró la luz. 

• • •

España. Actualidad.

Sus labios estaban pálidos y resecos, y me era imposible asimilar que en frente de mis ojos se encontraba aquella persona a la que tanto había amado hacía algún tiempo. Aún lo hago, aún sueño con ella todas las noches de mi vida, despertándome dolorosamente con el sonido de su risa. No me queda más que escribir canciones sobre ella, sobre mi primer verdadero amor, aquel que dejé ir por idiota.

La llevé al hospital cuanto antes, como pude y con las pocas fuerzas que me quedaban de aquel viaje alrededor del mundo por el que arriesgué al amor de mi vida. 

⏤Veo, Villa. ⏤Escuché una voz carrasposa y profunda hablar a través de la cortina del autobús. Levanté mi mirada de aquel papel, aquel que había encontrado en el armario en el que hallé a Irina con la ayuda de la policía, que por primera vez hizo su trabajo de manera correcta. ⏤Es mejor que se vaya a dormir. Mañana temprano cantamos en Málaga. 

La Última VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora