°Cerebro del tamaño de un bolillo°

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Después de una noche de insomnio y pesadillas de parte de Joaquin y por consiguiente mía nos quedamos dormidos, hasta el momento en el que sonó la alarma para ir al escuela, la apague y baje a hacerle el desayuno a Joaco.

-¿Qué haces hijo?- Preguntó mi padre entrando a la cocina para tomar una manzana, sobre saltándome un poco.

-Me preparo desayuno- Dije mientras seguía cortando el jamón para ponérselo a los huevos.

-¿Y ese milagro? Nunca lo haces- Se acercó a revisar lo que hacia - ¿Y porqué dos huevos? ¿Tu amigo sigue aquí?

-Bueno muchas preguntas ¿no? Son dos porque también le estoy haciendo a Joaquin y creo que eso responde tu pregunta de si sigue aquí- Mi tono salio frió e incluso algo fuerte, supongo que es el poco sueño que tuve.

-Cálmate ¿si? Solo preguntaba y por cierto hoy después de la escuela tienes terapia con la chica que te vio cuando paso lo de tu mamá- Lo dijo con el tono más frió que pudo encontrar y me dolió que pudiera hablar de mi mamá sin que le cambiara un poco la voz.

-¿Por qué? Yo ya superé lo de mi mamá ¿ok?- A diferencia de el a mi si me dolía mencionar la palabra mamá pero ya no quería mostrarme débil así que mentí diciendo eso.

-No es por lo de tu mamá es para que endereces tu camino- Tomo otra manzana y la metió a su mochila para después acercarse a mi para despedirse lo cual rechace.

-Eres increíble y claro que no voy a ir, en vez de preocuparte tanto por lo que me gusta o lo que no mejor preocúpate de contar bien tu dinero que es lo único que sabes hacer bien últimamente- Tome los dos platos y lo empuje para comenzar a subir las escaleras.

No quería pelear nunca habíamos sido de eso, eramos más de hablar las cosas tranquilos e intentar entender lo que el otro quería o necesitaba pero eso parece estarse le olvidando.

-¡Vas a ir te guste o no!- Me grito desde abajo pero fingí no escucharlo.

Entre al cuarto y Joaquin seguía profundo, deje los platos en mi mesita de noche y me hinque frente a el. Lo admire y ¿Cómo no hacerlo? Si es un ángel, sus rizos despeinados que caen por su cara, sus ojos cerrados, sus pestañas largas y bonitas, su cara en general es de las cosas más bonitas que mis ojos han presenciado, comenzó a despertar y yo recargue mi cara en la almohada al lado de el.

-Emi- Dijo con voz ronca de recién levantado, se estiro y se sentó en la cama.

-Buenos días niño- Acaricie su cabello y le ofrecí el plato.

-Wow, gracias- Se sonrojo lo cual me lleno de ternura.

-Espero te guste, no soy el mejor cocinero pero creo que quedo bueno- Me senté en la cama frente a Joaco y comencé a comer.

-Si, esta bastante rico gracias... Oye- Aparte la mirada de mi plato y le puse atención- Lo siento por no dejarte dormir anoche con lo de mis pesadillas y eso- Bajo la cabeza en señal de vergüenza.

-Ey tranquilo, no me va a matar una noche de no dormir además tu me necesitabas y te prometí ser tu bote salvavidas ¿No?- Levanté su cabeza y le di una mirada tranquilizadora la cual el esquivo por pena.

-Gracias de verdad... te quiero- Me miro y susurro lo ultimo.

-Yo a ti niño- Nos miramos unos segundos hasta que ambos son sonrojamos y bajamos la mirada, es increíble lo nervioso que llega a ponerme este chico con tan solo unas palabras y una mirada bonita.

-Vístete para la escuela, el autobús llega en media hora- Tome su plato vació y después de pensarlo unos segundos al final deje en un beso en su frente, salí del cuarto avergonzado por eso pero al mismo tiempo lleno de felicidad.

Regla No.5//EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora