°Enamorado no es suficiente°

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Hace 10 min que llegamos a la casa, seguimos en el auto sin decir nada. No se si me siento listo para entrar se que Joaco sabe que algo me perturba así que solo guarda silencio. Aunque después de otros 5 minutos rompe ese silencio.

-¿Vamos?- Pregunto despacio.

-Amm no se si estoy listo, no vengo aqui desde que mamá... Pues ya sabes- Bajo mi cabeza y suelto el volante que agarraba con fuerza sin darme cuenta.

-Entiendo, podemos hacerlo juntos o podemos volver, no tienes que hacerlo si no te sientes listo.

-¿Puedes tomar mi mano?- Mis mejillas se sonrojaron y yo me apene de preguntar.

-Claro que si- Dijo el con un sonrisa.

Bajo del carro, escuché como saco la mochila del asiento trasero para después rodear el carro y abrir mi puerta.

-Estoy contigo- Me ofreció su mano y yo la tome bajando del auto.

Caminamos hacia la entrada que no habia cambiado mucho solo el pasto había crecido pero fuera de eso todo era igual. El porche de madera blanca al igual que la puerta, las ventanas realmente bonitas, la banca a la entrada en la que mamá se sentaba a ver el amanecer conmigo y mi hermana y una campana dorada que servia como timbre no se porque estaba ahi si aqui nadie nos visitaba pero era un detalle bastante adorable.

-Es muy bonita- Dijo Joaco admirando la entrada.

Yo solo me limite a sonreír e introduje las llaves para entrar, en cuanto entramos un montón de recuerdos me golpearon sin aviso. La casa no había cambiado desde la última vez que vine, seguia adornada con cuadros familiares, plantas ya secas y las paredes blancas, eso le gustaba a mamá decía que se veía más iluminado. Comencé a explorar mi alrededor con la mirada sin soltar la mano de Joaquin, intentaba contener mis lagrimas ante tantos recuerdos y emociones pero se me estaba haciendo algo difícil.
Solté a Joaquin y me fui al baño sin decir nada, ahí me sente en el lavabo y comencé a llorar, no sabía si habia sido buena idea venir aquí, no se si esto fue demasiado ni siquiera lo pensé antes de venir.

-Emi ¿todo bien?- Su voz era dulce pero preocupada.

No podía decir nada, tenía un nudo en la garganta que no me permitia pronunciar palabra.

-Voy a pasar ¿ok?

No dije nada y el entro, nos miramos a los ojos y yo extendí mis brazos pidiendo un abrazo como si fuera un niño pequeño.
El no se nego y llevo una de sus manos a mis rizos y la otra a mi espalda con ambas acariciaba suavemente mientras mis lagrimas caian en silencio.

Joaco no se separó de mi hasta que yo lo hice, lo mire un poco y al instante me sonroje, su belleza me abrumo como si fuera una ola arrasando con todas las conchas de la arena. Lo atraje de nuevo a mi y escondí mi rostro completamente rojo y caliente en su cuello.

-¿Qué pasa?- Dijo el mientras reia por la nariz.

-Nada... Eres muy bonito y eso me pone nervioso- Dije bajito.

El tomo mi rostro entre sus manos, limpio los rastros de mis lagrimas con sus pulgares y me miro a los ojos, ese gesto me hizo sonrojar aún más, tanto que intente volver al abrazo pero el no me dejó.

-Tu eres aun más bonito, hasta llorando te ves totalmente precioso pero ¿sabes como te ves mejor? Con una sonrisa en esos bonitos labios y con tus ojitos brillando de felicidad- Dejo un beso en mi frente y volvió sus ojos a los míos.

-Te quiero... Mucho- Mi voz se corto debido al llanto reciente.

-Yo te quiero más y ¿sabes como te ves totalmente hermoso y arrebatadamente sexy?- Sus ojos brillaron de una manera distinta.

Regla No.5//EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora