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  Explicar los sucesos y emociones que recorrían el cuerpo del alfa y omega, era casi imposible; había mucho calor en el ambiente. Decir que aquel acto era ejecutado sólo por la presencia de sus lobos interiores, era una completa mentira; sí, sus lobos realizaban gran parte del encanto; tal vez sólo en la desaparición de vergüenza y el crecimiento de confianza y seguridad entre ambos. Sin embargo, aquello no lo convertía en un acto inconciente o algo de lo que ambos no tomarían presencia; ellos eran conscientes de sus actos, sólo que no existía esa barrera que les impidiera del brotar de sus deseos a la luz. Misma razón por la que ambos se observaban fijamente a los ojos llenos de rubor y pena, pero al mismo tiempo, sin retirar aquella chispa de seguridad que emanaba desde los segundos ojos que brotaban en el fondo de su ser; su lobo interior.

  — Quítate la ropa — Susurró el omega pasando el largo de sus dedos por la sensible y firme espalda, hasta sujetarse con fuerza de las duras y cuadradas nalgas del alfa; el cual al sentir cierta sensación, dio un fuerte movimiento que provocó el arquear de su espalda — Cada prenda... — Continuó regalando un sexi guiño que  despertó los dinosaurios en el estómago del alfa.

  — Aaah~ — Gimió el azabacahe, cuando sus mejillas tomaron un fuerte rubor por semejante acto — Tae ~ — Todo su cuerpo envió fuertes ráfagas de satisfacción, permitiéndose estremecerse al sentir cómo los largos y morenos dedos lo masajeaban con ganas.

  — Me encanta tu culo.

  — S-se... Se-siente rico...

  — Eso ese, alfa bebé. Dime cómo te gusta — Prosiguió el de cabellos grises, llevando un caliente y húmedo beso a la parte baja del cuello del alfa — ¿Te gustan los besitos, también? ¿Quieres que continúe?

  Los rosados labios del omega, fueron a parar hasta la curva del hombro en busca de más piel descubierta, dejando cortos y ligeros lengüetazos que provocaron más el gemir de su alfa. Siendo seguido por las manos de azabache que se detuvieron en sus cabellos grises para llevarlo de manera inconciente hacia su cuerpo.

  — T-Tae... Sí, s-sí quiero — Gimió de nuevo el azabache abriendo con fuerza su boca en busca de aire fresco — Q-quiero todo sólo sí es contigo... — Prosiguió volviendo su pesada respiración el único sonido audible a través de las cuatro paredes que los rodeaba — To... T-todo. Hu-hueles tan bien.

  El corazón del de cabellos grises dio un salto, cuando su alfa respondió aquello, acción que provocó que sus instintos por aparearce con rápidez aumentarán a un peligroso nivel.

  Inmediatamente alejó sus gruesas piernas, que de manera inconsciente se habían enganchado al azabache.  Le dio un corto beso a su hermoso y sonrojado rostro, para después dar un leve empujón a su regazo.

  — Definitivamente eres el correcto, alfa bebé — Respondió el omega, llevando una de sus manos a la fastidiosa ropa que todavía lo cubría — Ahora, fuera ropa.

  — T... T-Tae... — Volvió a gemir el alfa, incorporando con rápidez su regazo y llevando sus temblorosas manos a los pequeños botones que sostenían del cierre de su camisa azulada — E-espero q-que mi cuerpo... S-sea digno de tomarte.

  — Bebé... — Sonrió el omega con ternura, dando un gran respingo de satisfacción, cuando su entrepierna quedó atrapada entre la línea que dividía los gluteos del alfa a través del pantalón — E-eres hermoso.

  Todo el cuerpo del alfa tembló con fuerzas, cuando su camisa quedó entreabierta, mostrando con descaro la línea del centro de su pálido pecho que conectaba con aquella marca de nacimiento que lo alimentó y conectó a su madre hasta que salió del vientre.

TONTO ALFA: KOOKV°°(OMEGAVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora