Alfas ¿amables?

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Dilraba espero, junto a su hijo, a que los alfas desaparecieran de la vista de todos, con una agradable sonrisa y se giró. El estruendoso sonido de la piel siendo golpeados hizo eco haciendo que los presentes tragaran saliva. La mejilla de Asule pronto se volvió roja y ardió. Un fino hilo se sangre brotó del borde de su boca como indicio que el interior se había roto.

Algunos betas quisieron ir a ayudarlo pero se quedaron en su lugar, era precisamente la líder de la secta y su madre la que lo estaba reprendiendo, era más aconsejable no interrumpir. Asule no dijo nada, dejo el rostro en el mismo sentido con su mirada pérdida. Otra vez lo mismo de siempre, a pesar de que todos lo llamaban un prodigio y era deseado por todas las sectas, sus madre siempre le exigía más, mucho más, al punto de ser asfixiante.

Solo no se esperó que el castigo fuera delante de miembros de la secta. Era vergonzoso incluso para él. Aun así no mostró su desagrado ni incomodidad. Él era el futuro líder de la secta, no podía mostrar debilidad, ni la mostraría nunca.

-Se puede saber que estás haciendo- la voz de Dilraba dejaba en evidencia todo su agrio humor.

-Protegiendo a un omega de la secta- respondió con voz plana como era costumbre hacerlo frente a ella

Otro golpe en la otra mejilla. Asule apretó los dientes para no soltar una maldición. Dolía, sobre todo la mirada de los presentes, eso era lo que más le molestaba, ya era suficiente por ser omega ser humillado a sus espaldas, ahora esto. Sus puños se apretaron al punto de ponerse blancos.

-¿Tienes idea de quienes son ellos?- ella no gritaba, no tenía la necesidad, su voz era grave. Asule asintió con la cabeza levemente- En ese caso será mejor que te mantengas al margen. Ya tienes 25 años Asule y eres un omega con el suficiente nivel para casarte con el líder de una secta o quien herede ese título. Ya he tenido paciencia suficiente para darte la libertad de escoger quien marcará tu cuello-

La columna de Asule se estremeció. Se imaginaba por donde iba todo aquello. Lo que más le impresionaba que predicaba la protección de los omegas pero no le importaba usar a su hijo como ficha de cambio para más poder. Siempre decía que si él estaba en una posición más alta que los demás siempre lo respetaría. Pero él no necesitaba estar junto a un alfa para ser reconocido. Su nombre recorría todas las sectas y eran mucho más las palabras atractivas que despectivas. Él era muy consciente de lo cotizado que era.

-Judhar es un excelente candidato- ella prosiguió- Está al mismo nivel de la mayoría de otros alfas importantes. Dentro de un mes se celebrara la Ceremonia del Loto Muerto- caminó alrededor de él- Como sabes la cacería de demonios trae como recompensa en el cuerpo de cada uno una joya, y muchas muy extrañas para refinar- se detuvo delante de él y le alzó el rostro con el dedo para que la mirara de frente- Este año, por primera vez nos dejaremos ver en un evento social. Participaremos

Los ojos de Asule se abrieron. ¿Qué estaba planeando su madre? ¿Mostrarse así? Si ella misma era la que tenía prohibido que la secta se relacionara con otros para evitar ciertos accidentes.

-Tienes que dar tu mejor ejemplo- ella le sonrió como si fuera la mejor madre del mundo- Necesitamos que te enlaces con un alfa fuerte, para ser más específicos, con ese alfa y sabes a quien me refiero- acarició una de sus mejillas enrojecidas- Eres hermoso y talentoso, él mostro interés en ti así que no creo que tengas ningún problemas con eso, si sabes a que me refiero Asule- le soltó y pasó por su lado- Nuestra secta necesita fortalecerse, tu eres el escalón para eso, así que no me defraudes-

El aire pesado golpeó el cuerpo helado del omega que se quedó quieto algunos minutos en el lugar hasta que todos desaparecieron sin mencionar nada. Cerró sus ojos y llenó sus pulmones, pasó el dorso de su mano y secó la sangre que estaba allí. Las mejilla que antes ni las sentía ahora palpitaban notoriamente. Se giró con toda la dignidad con que había sido criado y camino hacia su habitación ignorando los rostros alarmados de con quien se encontraba en su camino.

-Puedes salir- le ordenó a la joven mujer que limpiaba la estancia y ella solo hizo una reverencia sin decir nada por la condición del rostro del joven.

Una vez solo Asule se dejó caer sentado en la cama y enterró su cabeza entre las manos. Era realmente frustrante. Las apariencias engañan. Un omega glorioso y hermoso como él, fuerte como pocos, deseado por miles, muchos pensaban que era un espécimen glorioso, pero todo era una brutal mentira. Él era un fénix que vivía con gruesas cadenas atadas a todo su cuerpo.

¿Fortalecer la secta? Palabras, excusas para hacerse con más poder. Las demás sectas no se atreverían a atacarlos deliberadamente, ellos eran los que le daban mantenimiento a sus armas así como crearlas, nunca se pondrían en una situación tan incómoda de perder el único lugar donde podían hacerse de nuevo arsenal.

Suspiró con fuerza. Ser un omega de alta casta como él no era tan especial como los demás se imaginaban.

-¿Desea compañía?- una voz sonó en su mente.

-Meihua- dijo el nombre invocando un hombre que apareció en una ligera bruma, frente de él.

Asule alzó la cabeza y se permitió sonreírle suavemente.

El cabello largo de plata, ojos zafiro tan claros como el hielo, piel blanca como el jade, con una detallada y larga rúnica plateada y azul, esa era la personificación de Meihua su espada. Había aprendido, hacía años, que con el aumento de su poder espiritual, podría invocar las almas de todas las espadas e incluso conversar con ella, una habilidad la cual guardaba para sí mismo y le ayudaba sobre todo al momento de refinar.

Estaba orgulloso de su espada. Había invertido tiempo y materiales muy específicos para hacerla lo que era actualmente.

-Su rostro- los dedos de la espada se filtraron entre las hebras del cabello ondulado del omega y rozaron con cuidado la piel enrojecida. Asule cerró los ojos ante el frío tacto que le proporcionó alivio. El rostro de Meihuan se contorsionó en una mueca molesta- No debería permitir que arruinen su belleza, no se lo merece-

-No es nada de lo que tengas que preocuparte- se levantó quitándole importancia al asunto y se acercó hacia si mesa sacando de una gaveta una piedra- Mira lo que conseguí- la puso delante de la espada- Es una crisálida rosa, es realmente difícil de conseguir y pensé que sería espectacular si pudiera refinarla para ti-

Meihua estaba tan unido a su señor después de tantos años que podía saber lo que estaba pensando. Y era el único al que Asule le permitía preguntar sobre su vida privada.

-Asule- apretó los labios- ¿Usted realmente se va a casar?-

La pregunta hizo que el poco brillo que estaba en los ojos del omega desapareciera por completo.

-No quiero hablar de eso- devolvió la piedra a su lugar y se dignó a cambiarse de ropa, todavía llevaba la del viaje y estaba llena de suciedad.

-Los alfas que vinieron hoy, eran interesantes-
Ante la mención de esto, Asule que le daba la espalda se giró terminando de quitar las túnicas y quedándose solo en el pantalón. Su cuerpo era delgado debido a su naturaleza omega, aunque había logrado estructurarlo lo suficiente para que los músculos se notaran medianamente bajo la piel.

-¿Crees eso? Para mi fueron los típicos alfas de siempre, todos son iguales-

-Quizás uno de ellos- Asule sabía que se refería a Judhar, ese tenía la palabra alfa prepotente en cada parte de su cuerpo- En cambio esos dos alfas más jóvenes- la espada detuvo todas sus palabras notando la expresión del omega.

Su cabeza estaba cabizbaja pero sus ojos vacilaban. Apretaba la tela de las túnicas en sus manos y mordía ligeramente sus labios. Todavía podía sentir el olor de aquel alfa que lo había protegido y el tacto cálido de al que le había curado la mano. Si, eran extraños. Los alfas solían defender a los omega, estaba en su instinto, pero siempre mostraban su altanería retorcijándose en su fuerza. Muy diferente de ahora. Ellos habían sido ¿amables?

-Meihua, regresa- le ordenó a la espada y esta asintió con la cabeza y desapareció simplemente.

No quería hablar del tema. Aunque su madre lo había mencionado, él nunca tendría la libertad de escoger a quien quisiese. Tomó la túnica limpia y se la pasó por los brazos. Era mejor dejar de seguir pensando y ser más objetico eso siempre le había funcionado.

No debía ilusionarse con alguien solo porque había sido amable con él.

Locura de alfas/ Omegaverse/TrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora