Ah que vergüenza. Pero aun así no lo mostraría.
Asule, por más molesto que estuviera no les daría el lujo a esos imbéciles de verlo débil y vencido. Incluso si ahora estuviera arrodillado en el suelo esperando a que su espalda fuera duramente azotada.
Porque eres un omega.
Tantas veces se lo habían dicho que ya ni le molestaba. Pero este día sería un recordatorio más de la razón por la que había entrenado tan duro en sus cortos 25 años.
-Estás preparado hermoso omega- el sarcasmo salía de la boca de Judhar.
El alfa había usado todo su estatus y las leyes a su favor para crear esta situación. Y el resultado era Asule recibir el castigo se 10 azotes en su espalda como el señor de aquel joven omega, o entregarlo al alfa que había ofendido y golpeado. Asule no permitiría que alguien inocente fuera mancillado de esa forma.
Él era el joven señor de su secta y sabía la responsabilidad de su rango así como lo que implicaba y prefería ser humillado un momento a condenar la vida de alguien. Pero aun así, con todo aquello no le daría la satisfacción de ver sufrimiento en su rostro.
Y así fue como lo oyó.
El largo látigo sostenido por el hombre a cuatro metros de él, ondearse en el aire para aterrizar la punta forrada de hierro contra su espalda. Tanto la tela como la piel se abrieron en un largo surco diagonal de donde comenzó a brotar la roja sangre.
Asule no se movió. No pestañeó. No soltó un solo sonido.
A su lado su personal lo miraban totalmente pálidos y ahogando su preocupación. Asule solo negó levemente por la cabeza que no interrumpieran. Eso sería una vergüenza para el como su superior.
Y así cayó el segundo latigazo, el tercero, el quinto, el séptimo.
Se escuchaban jadeos, fuertes acompañados de gruñidos. No eran de Asule para la impresión de la mayoría, por no decir todos. Provenían se Judhar.
Ondear un látigo tan pesado era una tarea voraz y más cuando no sentía la esperada satisfacción. El omega a quien golpeaba seguía igual de impasible a pesar de que su espalda estaba totalmente teñida de rojo y con largas heridas que se entrelazaban de forma dolorosa.
A esa altura sus discípulos lloraban por él. Asule por su parte, además de un poco pálido, no mostraba más ningún indicio de malestar. Aunque por dentro usaba todo la disciplina aprendida para mantener en control sus emociones y bloquear el dolor.
Eso encendió más al alfa que se enderezó con una total mirada de furia y desprecio.
-Maldito Omega- alzó el látigo, esta vez cubriéndolo con su propio poder espiritual, algo que no era permitido en este tipo de castigo- Grita de una buena vez-
Y la lanzó. El dolor que golpeó la espalda de Asule fue tan agudo que se su cuerpo fue forzado a inclinarse hacia adelante y soltó un gemido ahogado. Sus ojos se abrieron dilatando las pupilas. Solo podía escuchar a los suyos llorando por el en la lejanía casi en una bruma.
Su respiración estaba sofocada en su garganta. Dolía, y dolía mucho, incluso más que todos los anteriores golpes juntos. Se sostenía de un brazo en un intento de no ser tan evidente de su suplicio, pero su mano temblaba.
Apretó sus dedos. Y tragó. Sólo faltaban dos más. Respiro y se enderezó. Podía terminar su castigo para desaparecer de una buena vez de aquel lugar demostrándole a ese imbécil de alfa que no todo es como él deseaba.
Judhaf gruño fuerte y soltó un grito de frustración al no ver resultado evidente.
Si, había dejado una notoria herida en la espalda del omega que sangraba más que las otras y todavía tenía algunos destellos de su energía que de seguro estaban atormentándolo. Pero no era suficiente.
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Locura de alfas/ Omegaverse/Trio
Werewolf-Siéntanse bendecidos alfas- el hermoso joven se acercó a aquellos dos alfas- Han conquistado el corazón de este cotizado omega. Responsabilísense- Ellos fueron Primero, conocidos. Después, mis sirvientes. Luego mis alfas Y por último, las personas...