Montaña rusa

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Fui subiendo las escaleras mientras reprimía mi enfado; no soportaba sus constantes órdenes, independientemente de que fuese su deber, nunca me gustaron y ahora menos aún.

La habitación era enorme, y salvo por una cama, un armario y una mesa con su silla, estababa vacía. Todas las paredes blancas y desiertas y tan minimalistas los muebles como el resto de la casa.

Tenía sentimientos completamente encontrados, quería volver, sentir que controlaba lo que sucedía en mi vida, pero a la vez tenía tanto miedo de que lo que fuese a pasar que no tenía ni idea de como sentirme. Lo que menos me gustaba de toda la situación, era que Evan estuviese en ella metida, quizás resultaba que era buenísimo, pero, ¿y si no lo era? Todo era una completa incertidumbre sobre qué pasaría, cómo pasaría y cuándo.

No sabía nada de Chris, y al final no podía evitar preocuparme por él, me abrió las puertas de su casa, me ofreció trabajo y me presentó a Evan; sin todo eso, no sé qué sería ahora de mí, ha pasado poco tiempo pero han sido días intensos, cargados de sensaciones y nuevos recuerdos.

Alguien llamando a la puerta de la habitación me sacó de mis pensamientos que poco a poco me arrastraban al agujero de la agonía. Abrí la puerta dejando a Evan pasar que lucía bastante alegre.

-Esta casa es una completa pasada- Reía mientras se tiraba a mi cama- Menudas fiestas nos vamos a montar aquí.

-No entiendes nada, Evan

-¿Qué tengo que entender?

-Estamos aquí para escondernos, Maison va a mandar sobre nosotros, esto es un nuevo cuartel general escondido bajo las paredes del lujo.

Salí del cuarto y le dejé ahí, busqué a Eme para pedirle tabaco pero como no encontraba su precioso culo, fui directamente hacia su cuarto, metí la clave que había memorizado y efectivamente estabá ahí, sentado frente al escritorio, fumando mientras hablaba con alguien por teléfono.

-No quiero más gente aquí, cuantos más seamos más difícil será protegerlos a todos.- Me miró y como leyendo mi mente me indicó con la cabeza la cama donde estaba la caja de tabaco.

Cogí uno y me acerqué de nuevo a él para que me lo encendiera, me lo quitó de las manos para ponerlo en su boca y prenderlo, dio una calada y acercandose a mi boca, exhaló el humo sobre esta provocandome una sonrisa y un hormigueo por el cuerpo.

- No voy a reprochar al Jefe, pero no es buena idea, yo no soy instruc...-Algo pareció interrumpirle- M, ponte.

Cogí el teléfono y escuché una grave voz al otro lado.

- Señorita M-16, soy el director 122, esta noche llegarán algunos otros iniciados, y El Jefe ha pensado en usted para enseñarles los mejores movimientos- Intenté hablar pero no me dejó- No vivirán con ustedes pero en las horas de instrucción serán responsabilidad suya y del señorito Eme que les ayudará con el manejo de armas, buenas tardes y descansen antes de que lleguen.- Y colgó.

Así que bajo la mirada atenta de Maison, le devolví su móvil y le quité mi cigarro casi consumido. Fui hacia su cama y me tumbé allí suspirando, le conté lo que me había dicho y esperé que se quejase de tener que tenerme junto a él tanto tiempo, pero no lo hizo.

- Voy a ducharme y a preparame antes de que vengan- Me levanté dispuesta a salir de su cuarto.

- Podemos ducharnos juntos y así tardamos menos- Dijo Maison abrazandome por la espalda mientras apartaba mi pelo del cuello.

- Ya quisieras.- Me aparté y salí.

- No hagas planes esta noche, nos vamos a cenar fuera- Dijó Eme antes de cerrar la puerta de su cuarto por completo

Por si tu cuerpo me llamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora