Profesor

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Fui a vestirme.
Mentiría si dijese que no estaba tremendamente nerviosa ante la idea de estar de nuevo a solas con Maison, diría que tendría un zoológico dentro de mí.

Me puse mis calzonas vaqueras y mi vieja camiseta cortada, cogí prestada una sudadera de Evan y me recogí el pelo en una coleta. Pensé en pintarme, pero tampoco lo creí oportuno, así que encendí un cigarro y me fui a la calle a esperar a que Eme llegase; pero cuando iba bajando, me acordé de alguien.

Subí de vuelta y allí estaba, dormida, esa chica de la que ni recordaba si en algún momento dijo su nombre. Busqué un post-it, y le puse que se sintiese en su casa, Evan se había ido, no era mi responsabilidad si algo le pasaba a su piso; le apunté mi número de teléfono por si necesitaba algo, y me fui.

En efecto, Eme estaba abajo, fuera del coche, apoyado en este, fumando.

-¿Siempre tiene que ser tan cliché?- Le insté mientras me acercaba

- Se supone que ahora se te tienen que caer las bragas, no reirte de mí

-Se supone que yo tendría que ser una chica dulce e inocente, que nunca mataría ni a una mosca- Me acerqué a la puerta del copiloto esperando que abriese el coche- Y sin embargo tengo ganas de meterte un puto tiro en el culo, así que abre y hablemos.

-Como echaba de menos esa boca, y no solo sobre la mía- Pusé los ojos en blanco.

-¿Puedes darte prisa?- Resoplé- Evan me pidio que no tardase, tenemos cosas que hacer.

Mentira.

-Mentirosa- Rió- Te recuerdo, que una vez entras en este mundo, todo de tu vida se sabe- Se acerco a mí- El niño bueno está con sus papis y tú conmigo- Se alejó sonriente- Esta vez gano yo.

-¿Cuándo te va a entrar en la puta cabeza que no soy algo que ganar?- Le miré con desdén- Al final solo estoy contigo en tu coche, a quien me follo es a él- Ahora me acerqué yo- ¿Y sabes por qué lo hago? Porque puedo decir qué hacer y con quién, cuando me salga de los huevos- Me alejé de nuevo.- Ahora, arranca y vamos donde sea, no voy a perder todo mi día contigo.

Puse la radio y bajé la ventanilla para fumar. De vez en cuando veía a Maison sonreir y sentía mi sangre hervir; nunca se tomaba nada en serio, ese era uno de sus problemas, nunca se podía hablar con él, era jodidamente insufrible.

-Maison, no quiero ir a tu piso- Viendo que estabamos a unas calles de llegar

-Bueno, haberlo dicho antes.- Dijo sin mirarme

-No, te lo digo ahora- Me tensé.- Has cambiado el recorrido, no puedo ser adivina.

-¿De que tienes miedo?- Aparcó- No va a pasar nada- Salió del coche- Nada que tú no dejes que pasé.

Salí del coche con lentitud, intentando llenarme de paciencia. Por mi mente pasaban miles de formas de matarle; con esa actitud de suficiencia y esos aires de que todos le debíamos adoración, agotaba mis fuerzas y acrecentaban mis pensamientos asesinos.

Entramos en el piso, tan sombrío y oscuro como siempre. Olía a su ambientador floral y escuche a "Leather" andar despacio. De pronto, aquel gato apareció saliendo del pasillo, mirandonos con cansancio; fue a las piernas de Maison, se froto con ellas, me miró y se fue.

-Ese gato siempre me odio- Dije resoplando

-Bueno, nunca le gustó compartir su lado de la cama

-A mí no me gustaba que durmiese sobre mi ropa, llenandola de pelos, y no por eso le odio.

-Él es un gato- Rió- No seas ridícula.

-Tu gato me odia casi tanto como yo a ti-Bufé

-Entonces te adora-Le miré mal- Te lo has buscado tu sola, deberías haber aprendido ya.

-Quizás es que eres un profesor de mierda

-Quizás es que no quiero que aprendas- Se acercó a mí.- Así tendrás que seguir necesitando que te enseñe.

-Lo que yo decía, un profesor de mierda.- Me aparté yendo al sofá- Antepones tu interés a tu trabajo, eso no es ético.

-Contigo la ética me la paso por donde quiero que pase tu boca.

Por si tu cuerpo me llamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora