Chris había tenido el detalle de acercarme a un centro comercial para que con el dinero de ayer pudiese comprarme algo para esa noche, algo que destacase pero que no fuese como un cartel de neón.
Recorrí varias tiendas y no conseguí encontrar nada que me gustase o me quedase bien, así que tras varias horas de revolver percheros, nos sentamos en una cafetería sintiendo el cansancio por todo el cuerpo.
-Menuda mierda, a ver que me pongo esta noche- Me desplomé en aquella silla disculpandome con Chris por hacerle perder el tiempo.
-No te preocupes, alguna solución encontraremos, eres guapa, no necesitarás mucho para atraer al personal.
Me ruboricé y para quitar hierro al asunto le pregunté que iba a tomar y me sorprendió su respuesta.
-3 cafés muy cargados por favor.- Acto seguido, siguió mirando su teléfono como si semejante dosis de cafeina fuese normal.
Yo, fui y pedí 4 cafés y mientras los esperaba, la camarera no paraba de ponerle ojitos a mi acompañante lo cual me resultaba ciertamente gracioso, y cuando ya creía no poder contener mi carcajada, la chica me preguntó si Chris era mi novio y tras oir mi negativa, pude ver su cara iluminarse y me pidió si podía darle su número de teléfono.
Me senté de nuevo en la mesa y le dí a Chris sus tres cafés muy cargados y la notita que Emily, la camarera, me había dado para él. Me miró extrañado tras leer los nueve dígitos que esta contenía y ahí comencé a reirme lo que había estado conteniendo.
Pasamos casi una hora en aquella cafetería y Chris me explicó el porqué de sus 3 cafés. Había tenido muchos problemas con el alcohol y sustituyó esa necesidad por la cafeina, porque al menos no modificaba su conducta; una actitud bastante responsable desde mi punto de vista.
Para cuando llegamos a casa, quedaban pocas horas para que Evan viniese a por nosotros y debía empezar a prepararme, pero no tenía nada.
-Toma, aquí te dejo varias camisetas mias, por si te valen, porque no tengo nada más que pueda dejarte.
Me puse una camiseta gris de cuello en pico que él había tendido sobre mi cama, la anudé y me puse el pantalón de pitillo negro del día anterior.
Me anudé las zapatillas y me pinté la raya del ojo y los labios de un rojo cereza. Me solté el pelo y salí por la puerta de la habitación para buscar a Chris, que yacía sentado en el sofá mirando su teléfono.
-¿Lista muñeca?
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Por si tu cuerpo me llama
Ficção AdolescenteUn disparo, gritos, llantos y sus manos manchadas de sangre; esas son las imágenes que me acompañan cada día de mi vida y por las que salí corriendo aquella noche. Me alejé de todo y todos para dar a los demás la oportunidad de olvidar y empezar de...