Benditos reencuentros

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-¿ Vas a besarme o solo intentas que me lance yo?- Dijo sin moverse- Tu lentitud me violenta. 
Me separé y me reí, nunca sabía por donde me iba a salir esta chica, era una completa caja de sorpresas. Me dispusé a liar el cigarro notando como miraba el proceso y movía su pierna de forma ininterrumpida. Sus nervios eran completamente palpable, y tampoco podía entenderlo, había estado en ese mundo durante muchos años, no tenía mucho sentido tal nerviosisimo.

Le pasé el cigarro pero no quiso cogerlo, negó con la cabeza y bajó la ventana para evitar que el humo se concentrase, y acabase ella también colocada. No paraba de tocarse el pelo, y su mirada, fija en la ventana, delataba cierta preocupación. Le puse la mano sobre la pierna y esperé a que dirigiese su atención de nuevo a mí, para hablar.

- Si quieres nos vamos, lo estás pasando mal, y no quiero que te agobies por esto- Hizo una pequeña sonrisa y luego se mordio su labio- Hablo en serio Liz, ¿Quieres que nos vayamos?

-Estoy bien, solo es que conozco a esta gente demasiado bien como para saber que no voy a salir ilesa de esto y solo estoy calculando por dónde pueden atacar.

Me quedé en silencio, no sabía que decir, su semblante cambió radicalmente. Sonreía con suficiencia como si todo estuviese en sus manos. De pronto, me arrebató el cigarro y tomó una intensa calada; todo en sus manos se tornaba excesivamente seductor y me hacía estremecer.

Echó la cabeza hacia atrás y continuó fumando mientras yo solo podía observarla expulsar el humo con los ojos cerrados, con lentitud digna de enmarcar y con el cuerpo tan relajado que el nerviosismo de minutos atrás había parecido producto de mi imaginación.

La música de la radio nos envolvía y no sabía si había llegado ya alguien, solo podía mirarla a ella, a su calma, a sus leves movimientos al respirar. Ella sabía que la miraba y consciente de lo que estaba produciendo en mi rió levemente.

-Deberiamos salir, siento que ya están aquí- abrió sus ojos y me miró- Puedes seguir contemplandome después.

Liz

En efecto, un coche negro estaba aparcado unos metros más alante. Salí del coche y me paré en la puerta de aquel local, cogiendo todo el aire que necesitaría. Sentí la mano de Evan moverse por mi cintura.

-Solo me aseguró de que tu arma sigue en su sitio- Susurró en mi oido.

Entramos en aquel lugar y vimos a varias personas sentadas en la barra del bar, todos hablaban animadamente pero mi vista solo pudo dirigirse a él. Reconocería esos tatuajes en cualquier parte, esos brazos y ese pelo castaño era inconfundibles. Se giró y en un primer momento vi la confusión en su rostro pero era tan bueno en lo suyo que fueron pocos segundos, después una sonrisa de suficiencia iluminó su cara.

-¡Eme, qué alegría verte!

Y así fue como Evan fue hacia mi ex novio y me dejó allí sola, con todos mirandome y mis nervios intentando traicionarme. Dudé que hacer, pero recordé que allí nadie podía ver nada de fragilidad en mí, así que me puse recta y caminé hacia Greg.

Le abracé y entonces vi la mirada de Eme, él tenía esa media sonrisa que siempre me hizo perder la cordura y su ojos me escaneaban. Sabía a lo que estaba jugando, solo quería desestabilizarme. Su pelo oscuro y sus ojos grises seguían igual que como los recordaba; parecia estar divirtiendose pero la forma de tensarse que tenía su cuello decía todo lo contrario.

-Mason- La dureza y frialdad de mi voz habían vuelto, me aparte de Greg y fui hacia la boca del lobo.

-M16- Que no pronunciase mi nombre me hizo sonreir, no esperaba menos de él.

Le di un ligero apretón de manos y volví junto con Greg.

-Se me olvidó lo que tuvisteis- Mi amigo lucía incomodo

-Eso es fruto del pasado, hoy solo estamos aquí por negocios- Deseé con todas mis fuerzas que así fuera.

Por si tu cuerpo me llamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora