Capítulo 3

754 56 6
                                        

Luego de llegar del instituto —Mason no había asistido—decidí pasarme por Mcdonalds, no tenía hambre. Pero quería comer algo para pasar el rato. Jale la puerta de vidrio y el olor a grasa y aire acondicionado me golpeo en la cara como un gran puñetazo. No me importó ya que la fila era corta. Solo cinco personas, me puse al final y apoye mi peso en una pierna mientras esperaba mi turno.

—Hey.

Me sobresalte al darme cuenta que la misma chica con la que Mason estaba hablando ayer -la pelirroja de pelo corto- había estado mirandome de lejos y ahora estaba a mi lado hablándome.

—¿Qué? —no fue mi intención sonar grosera, pero a veces ese tono se me salía.

—¿Conoces a Mason DeLaurentis?

—Sí.

—No te enamores de él.

—¿Que?

—Es un consejo.

No pude evitar soltar una sonora carcajada. Y no me había dado cuenta que solo faltaban dos personas antes de mí en la fila.

¿Yo? ¿ enamorarme? ¿que es eso? He vivido por mas de un siglo y aún no sé lo que es.

—¿ Y tú eres? —le pregunté una vez que me había calmado.

—Emma Mitchell.

—Bueno Emma Mitchell no estoy para tonterías ahora, además ya es mi turno de ordenar. Así que adiós.

—Por favor no te acerques a Mason -me dijo antes de salir corriendo del restaurante. Si es que a Mcdonalds se le podía llamar restaurante.

Ordené una hamburguesa con queso, sin lechuga ni tomate y una Coca-Cola.

Salí de ahí lo mas rápido que pude cuando me entregaron mi pedido.

Note que tenía una llamada de un número desconocido y además larguísimo, seguro era internacional. Me llamó la atención pero preferí devolver la llamada una vez en mi apartamento.

~

Las seis treinta. Justo a tiempo para ver mi serie favorita. Cogí mi teléfono y me sentí súper tentanda a devolver la llamada extraña que había recibido pero ni siquiera había escuchado cuando me llamaron, según la hora fue cuando estaba hablando con Emma. La tentación siempre es más fuerte así que oprimí el botón de rellamada y esperé paciente a que me contestaran.

—¿Hola? —una voz familiar y femenina me contestó.

—Tú llamaste a este número. ¿Te conozco?

—¡Irina! O debería decir ¡Jessica! —no podía ser cierto que fuera ella.

—¡¿Katihja?! ¿ eres tú? ¡No puedo creerlo! -no hablaba con ella desde que me fui de Rusia.

—Sí. ¡Te he echado mucho de menos!

—¿Cómo es que estás viva? -no podía borrar la sonrisa de mi rostro.

—Es una larga historia -otro numero desconocido estaba intersectando la llamada entre Katihja y yo.

—Katihja...te llamo luego ¿sí? —no sé porque pero esta llamada se veía importante. Sólo me daba curiosidad saber quién era.

—Vale.

Le colgué e inmediatamente pulse el botón verde para responder a la llamada.

—¿Sí?

—Sabía que responderias -era Mason. Que desperdicio.

—¿Que quieres? —le pregunté, esta vez si intentaba sonar grosera.

—Salir contigo.

—No molestes. No quiero.

Sentí su sonrisa por el teléfono.

—Claro que quieres.

Tal vez si quería...pero solo un poquito.

—Pues no. No tengo ganas. Pero...puedes venir a mi apartamento si quieres. -no podía creer que lo estaba invitando.

—Pues claro que sí, nueva.

Colgué y le mande mi dirección por mensaje de texto. Fui a ponerme algo más cómodo. Una camiseta de tirantes blanca y unos tejanos que me quedaban sueltos.

Estaba segura de que él no vendría así que no me importó que se viera gran parte de mi busto, incluso mi sujetor.

A los tres minutos y tanto escuché que tocaron la puerta. De mala gana me levanté a abrir y me encontré con...bueno con Mason obviamente, solo que no se me paso por la cabeza que él pudiera haber llegado tan rápido.

Me di cuenta de que se había quedado mirando hacia mi camiseta blanca. Mierda. Había olvidado cambiarme y tenía el escote mas grande de la tierra y para colmo los tejanos que llevaba puestos me quedaban súper feo.

—Te ves bien —dijo sin quitar la mirada de mi camiseta.

—Ya sé que tengo menos estatura que tú pero mis ojos están más arriba, Mason.

—¿No me invitas a pasar?

Puse los ojos en blanco y me hice a un lado para dejarle pasar.

Se sentó en el sofá más grande que tenía y puso los pies sobre la mesita que estaba frente al televisor. Me dio ganas de preguntarle como había conseguido mi numero pero lo que mas me daba curiosidad era saber si cuando lo vi ayer en la mañana era él de verdad o me estaba volviendo loca en serio.

—¿Puedo preguntarte algo? —pregunte con nerviosismo.

Sonrió como si ya supiera lo que iba a preguntarle.

—Dime.

—¿Has estado en mi casa ultimamente?

—¿Me has visto? —preguntó poniéndose de pie. Estando así de cerca de mi se veía mas alto de lo normal, me cruce de brazos y me di la vuelta para no verlo, me ponía nerviosa tenerlo tan cerca.

—Sí, Mason ¿has estado viniendo sin decirme? —creo que fue en vano haberle enviado mi dirección por teléfono porque al parecer ya sabía donde vivía.

—No.

Mentira. Ese era uno de mia dones por parte de mi padre, saber cuando la gente mentira sin necesidad de mirarlos. No era la gran cosa pero me servía cada que tenía este tipo de conversaciones.

—No mientas.

—No lo hago, seguro me vez porque...tal vez me deseas.

—Eso es estupido. —reí por lo bajo.

—Tú ganas si he estado viniendo, pero...no es por una tontería es que...lo necesito.

Me volví para verlo. Pero tuve que levantar la vista para ver sus ojos.

—¿Necesitas qué, Mason? —le pregunté fastidiada.

—Necesito que me respondas algunas algunas preguntas.

¿preguntas? ¿que preguntas? Pero lo peor de todo me estaba cambiado el tema.

—Siempre estoy ahí, Jessica.

—Mira, Mason si no vas a responderme concretamente, mejor ya vete.

Me acerque a la puerta para abrirla pero él fue más rápido que yo y se puso delante de la puerta. Aún así intente abrirla pero el era mas fuerte, incluso que yo.

—Sal de mi puerta, Mason.

—No, hasta que me respondas todo lo que necesito saber.

Puse los ojos en blanco y decidí decir una mentirita para deshacerme de él.

—Te responderé lo que quieras mañana, ahora no estoy de humor.

Se salió de la puerta y la abrió por si mismo.

—Nos vemos, nueva.

NO ME MIRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora