Uno. Dos. Tres y cuatro. Oficialmente el árbol junto a la ventana de mi habitación era un árbol sin hojas. Ayer olvide comprar el despertador, pero hoy si ire, en serio ire
Me tomé una ducha y me vestí. Sólo unos tejanos azules, una blusa de negra que se abotonaba por detrás y las botas de siempre. Bajé al esrtacionamiento y me subí a mi moto. El camino hasta K-mart era largo, bueno largo para mí. En moto era de unos diez minutos peroa pie...bueno adepende que tan rápido corriera. Lleve cien dólares, no sólo quería comprarme el despertador, sino también comida y algo de ropa. Con cien dólares en K-mart alcanzaba para eso y más.
Cuando llegué dejé encadenada mi moto. Cogí un carrito y entré a la tienda. Saqué mi teléfono para llamar a Katihja, había olvidado que le dije que la llamaría. Lo hice dos veces pero no me contestó. Tal vez no quería contestar mis llamadas por no haber cumplido mi palabra. Yo hubiera hecho lo mismo
Vi un despertador digital color púrpura ¡A sólo diez dólares! Lo metí en el carrito y vi un vestido color rojo estilo gótico lo levanté para poder apreciarlo mejor. Mi celular comenzó a vibrar en mi nalga derecha. Sin ver quién era contesté y puse el celular entre mi hombro y mi oreja para poder hablar. No pensaba soltar el vestido aún no lo apreciaba bien.
—¿Diga?
—Jess...—Mason ¿para eso contesto?
Aún tenía ese estúpido apodo de "Jess" que ridículo.
—¿Qué quieres?—El vestido costaba cincuenta dólares ¡Una ganga!
—Quiero salir contigo.
Baje el vestido y cogí el celular con la mano.
—¿Qué?
—Sólo di que sí, por favor.
—Pero no quiero. —sí quería.
—Sé todo lo que piensas. Sé que quieres salir conmigo.
Mierda.
—Bien—dije mientras pagaba el despertador y el vestido. Sí lo compre.
—Ven a mi casa a las seis.
Miré el reloj.
—Las seis son ahora.
—No, son cinco y cincuenta y ocho. Estoy dispuesto a esperar dos minutos.
Colgué y corrí con velocidad de mortal lo más rápido que pude hacia el estacionamiento. Me demoré seis minutos en llegar a mi apartamento. Deje las cosas en orden y salí con la misma ropa.
Mason me mandó su dirección por mensaje de texto.
Wao. Vive en Central Park West.
~
—Sabía que eras tú.— me dijo cuando me abrió la puerta.
El estilo era victoriano, típico de vampiros. Pero también era moderno tenía varios ventanales pero las enormes cortinas estaban cerradas. Sí, eran enormes, casi tres metros para poder cubrir los ventanales. Tenía fotos de la guerra y con personas famosas que había muerte hace mucho. Entre ellas vi la mía la que me había tomado cuando estuvo en mi apartamento.
—Sabes cuando me dijiste que saldríamos pensé que iriamos a la calle.—le dije riendome.
Me di vuelta para verlo. No me había dado cuenta de que no me llevaba camisa. Sólo un delantal y unos tejanos. Se veía tan...excitante. Lo miré de arriba a abajo. Él lo noto.
—Te ves...bien—le dije.
—Tú exhibes encanto.
—Gracias ¿Por qué el delantal? —le respondi con un simple "gracias" porque no había entendido bien que había dicho.
—Hice un platillo ruso para ti.— dijo jalando mi silla para que me sentara. No era el comedor sino una mesa pequeña de madera en medio de su sala.
—¿Por qué no comemos en el comedor?—le pregunté sentandome.
—La mesa es muy larga y quiero tenerte frente a frente.
Miré la mesa. Sí, como diez metros de largo.
Se fue a la cocina y volvió con unos deliciosos crepes con arándanos y caramelo.
—Esto no es ruso. Pero gracias de todos modos.
—Si te dije que era de Rusia es porque esta mañana he ido hasta allá para traer los arándanos, el caramelo y la harina.—Se quito el delantal. Seguía con el torso desnudo.
Me quedé sin palabras. Sólo asentí y comencé a comer. ¿Porque hace una cosa así? Lo detesto. Aunque me encanta.
—¿Te gusta?—me preguntó limpiandose la boca después de haber comido.
—Estuvo...muy rico—dije dejando mi servilleta en la mesa —Oye ¿tú dieta no es sólo sangre?
—La comida mortal no me hace daño. Sólo no me sabe a nada, es como si estuviera masticando cartón.
—¿Porque comiste entonces?
—No quería que te sientas sola.
Asentí y me quede viéndolo y él también a mí. Nuestras miradas estaban llenas de deseo. Apretaba el mantel con fuerza para resistir el impulso de besarlo.
—Maldición.
Fue lo último que dijo antes de tirar la mesa a un lado haciendo que todos los platos cayeran al suelo y se quebraran. Me tomo la cintura con ambas manos y me beso con mucha pasión. No, no era ese beso tierno, de los labios suaves y húmedos. Este beso estaba lleno de deseo...y también de algo más pero aún no sé lo que es.
Enrede mis dedos en su pelo y comenzó a besar mi cuello y también a lamerlo. Me levantó y me recostó en el mueble más grande de la casa. Arquee la espalda al sentir su lengua en mi boca. Debo parar...pero...no quiero.
Rompió mi blusa por detrás con sus propias manos. Me la quitó y la tiro al suelo. Acaricie su pecho, su abdomen hasta llegar a su pantalón, lo jale hacia mí. Y él entendió lo que quería decir. Pero cuando estaba a punto de quitarselos lo detuve.
—Mason...no.
No quería enamorarme de él. Me dolería mucho cuando lo perdiera. Por que tarde o temprano uno de los dos se terminaría alejando.
—Lo siento.
La tristeza era mas que evidente en su rostro.
—Es que...yo... ¡Yo jamás soy estable en un lugar! Voy a irme. Voy a terminar llendome. Lo sé. Y...ya no te veré más y tú...eres todo lo que tengo ahora—no me había dado cuenta hasta ahora—¡NO QUIERO ENAMORARME DE TI, MASON!
Prendió la chimenea—aunque nosotros no sintieramos el calor— luego se sento a mi lado y comenzó a reírse.
—Yo...te seguiré a donde sea. Siempre he estado contigo. No dejare que te alejes nunca.
Él...no me dio la espalda. Sabe todo de mí y no me dejo. Mason...eres mi perdición. Y me gustas tanto por eso. Me senté sobre él con las piernas separadas y le rodee el cuello con los brazos.
—Ah...—gimió acercandome a él por el trasero. Sentí su erección palpitando contra mi vientre.
Luego una de sus manos fue a mi espalda—la otra seguía acariciando mi trasero— y me apretó con fuerza, pero soportable.
—Definitivamente no podre volver a alejarme de ti.—me dijo él dandome otro beso.

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NO ME MIRES
Ma cà rồngDespués de haber follado con James, y haber asesinado a sus padres en un estado fuera de control por culpa de ese maldito bastardo. Irina de Rusia Romanova Fiodoróvna tiene que huir de Rusia para no volver nunca más. Ya no tiene nada ahí. Una vez...