— ¿Que haces aquí?, ¿No te enseñaron a tocar una puerta? – digo un poco alterada y enojada.
— vine a ver cómo estabas – ríe y me examina – y también a alegrarte la noche –.
— gracias no es necesario – vire la cara – ya me la alegraste en el momento en el que te vi entrar por esa puerta –.
— dime ya te dijo Paulo la gran noche que pasamos mientras tú te aburrías aquí en este hospital – sonrió – eres la mujer más estúpida –.
— para tu información Oriana, estoy al tanto de todo lo que hace MI ES PO SO – reí – aquí la estúpida eres tú –.
— por lo menos yo si puedo y podré darle a Paulo lo que tú no – ríe y pongo cara de confundida.
¿De que habla? Puta loca, yo puedo darle todo lo que el quiera y a la hora que quiera.
— Oriana – entra Paulo– ¿Que estas haciendo aquí? –.
— les vine a alegrar la noche, ¿Por qué? – sonríe y se acerca a el.
— ten cuidado con lo que dices o haces – advierte Paulo.
— ¿O que?, Vas a volver a jugar conmigo y usarme como acostumbras – alza la voz.
— si van a discutir, salgan de aquí – digo enojada.
— no, ahora dime Ainara ¿Ya sabes que no vas a ...? –.
— Oriana – interrumpe.
— no me vas a callar – grita la loca – no ahora, ¿Ainara sabes que no vas a poder tener hijos, sabes que no podrás darle a Paulo lo que el más quiere? – OMG, escuché bien.
Paulo se puso a mi lado y estaba muy enojado, no paraba de mirarle a la Sabatini.
— Oriana, vete – gritó aún más alto.
— ya te enteraste de las consecuencias que trajo el que te metieran ese cuchillo en la panza – suspiro y miro a Paulo.
— ¿De que estas hablando? – pregunto.
— perdón – susurra Paulo.
Se aleja de mi y saca a la Sabatini de mi habitación, sin darme cuenta ya estoy llorando y poco a poco voy analizando lo que la jirafona dijo.
Lo que más quería en este mundo era casarme y tener hijos, los dos deseos que más amaba están arruinados por completo, por qué a mi, ¡Dios que hice!.
— Ainara – dice Paulo sacándome de mis pensamientos.
— ¿Por qué no me lo dijiste? Sal de aquí Paulo, sal de aquí Paulo, no te quiero ver – digo muy alterada.
— cálmate – tomo mis brazos.
— ¿Que me calme? Acaso no lo entiendes Paulo, no voy poder tener hijos – grito demasiado fuerte mientras lloro.
Lo que dijo Oriana continúa en mi cabeza y no hago nada más que llorar, ¿Por qué a mi?.
Narra Paulo.
— Ainara aún no está dicho – susurro y me da un golpe.
Ainara no se calmaba y debo decir que esta noticia si fue muy fuerte para ella, salí de la habitación y llamé al doctor, creo que lo mejor era eso.
Regreso a la habitación en compañía del doctor y la noticia que no se va de mi cabeza, me duele ver a Ainara así.
El doctor me pide que salga y obedezco, realmente esto también me está tomando por un mal lado.
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