Meses después (13/febrero).
Y aquí estoy, sana y salva viviendo en mi nueva casa en Turín, todo ha sido perfecto y ya solo queda un mes para que Lina y Lucca lleguen, o eso creía yo.
— buenas tardes señora Carbajal – susurro Paulo entrando a mi gran casa en compañía de la sirvienta que me ayuda.
— hola – respondí sonriendo.
— como están nuestros hijos preciosos – susurro tocando mi panza.
— están bien felices y contentos por qué ya quieren conocer a las bellezas de padres que tienen – reímos y se alejo de mi.
— quiero agüita – dije y fui hacia la cocina.
Abrí la nevera y saqué una botella de agua, la abrí y la empecé a beber.
— oye hoy hay un partido de fútbol, vienes – susurro Paulo.
— quisiera pero no puedo, tengo que dormir, estos niños que tengo dentro de mi, solo me pasan pateando – reí.
— y yo que quería que mis hijos me vieran jugar – bajo la mirada.
Estaba riendo hasta que una maldita contracción se me presentó e hizo que botara mi botella de agua, me queje del dolor y Paulo me miró preocupado.
— que te pasa, estás bien – me tomo de la cintura.
— no idiota, tuve una contracción – susurré y me senté en la silla.
— vamos al hospital, aún falta un mes pero no es normal – decía el señor que sabe más que yo.
— ve por mi chaqueta y mi bolsa – susurré y el obedeció.
Después de un momento regreso y me ayudo a caminar hacia el auto, me sentía adolorida y aunque solo fue una contracción ya sentía que me estaba muriendo, que tal si les pasa algo a mis hijos.
— me quejé – estás bien – preguntó Paulo.
— no, tus hijos van a nacer y tengo miedo, acelera o me muero aquí mismo – grite mientras continuaba quejándome.
Paulo conducía y saco su celular, según entendí está llamando a su mamá y le dice que vaya al hospital, Dios tengo que ser una buena madre y traer a mis hijos sanos y salvos al mundo, ayudaaaaaaaaa.
Fin de la narración.
Narra Paulo.
Conducía hacia el hospital y pues no sabía que hacer y mucho menos que decir, Ainara se quejaba y yo estaba demasiado nervioso, Dios tengo que ser una buena padre y ayudar a Ainara en lo que quiera o nesesite, ayudaaaaaa.
— llegamos – dije y baje del auto a ayudarla a caminar.
— vamos rápido – grito sonriendo.
— calmada Ainara, calmada – dije y me lanzó un golpe en el hombro.
Cuando llegamos al hospital unos enfermeros la recibieron y se la llevaron, a mi me llevaron a firmar unos putos papeles y seguía preocupado por Ainara.
Minutos después.
Cómo se suponía, todos ya están aquí en el hospital y pues el parto se adelantó, Melissa y Georgina llegaron juntas y pues yo no iré al partido ya que no voy a dejar sola a Ainara y mis hijos.
— todo está bien – dijo mi mamá – cálmate y alistate por qué ya se viene la dificultad para que seas papá, todo estará bien hijo – me abrazo.
Vaya ánimos que recibo, en todo este tiempo sigo teniendo miedo de tener a mis hijos, nosé como cuidarlos y mucho menos como criarlos, tengo tanto miedo señores.
Entre a la sala del parto y Aini no se veía nada bien y se quejaba demasiado.
— tenemos que hacerlo ahora Ainara, el parto se adelantó – le dijo la doctora y yo me quedé en silencio y quieto.
— no puedo, me duele – decía ella y yo seguía de tonto.
— Ainara tú puedes, son tus hijos y muy pronto estarán a tu lado y te querrán mucho – seguía diciendo la doctora.
— hagámoslo pero rápido – grito como loca.
Solo miraba el momento y pues no sabía que hacer, soy el papá más tonto que tiene este mundo, Ainara se ve muy mal y yo no hago nada.
— vamos amor, tu puedes, sos y serás una gran madre pero si no lo haces Lina y Lucca no estarán con nosotros – susurré tomando su mano y todo estúpido.
Le dije amor, y no soy su amor, claro que la amo y aún estamos casados pero ella no lo sabe, aún no hay reconciliación pero espero que pronto haya, soy un tonto, le dije amor.