CAPÍTULO CUATRO.

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Había sido el primer mensaje que había recibido desde que los abandonó, su corazón dolió porque sabía que en el fondo a su madre ya no le interesaba lo que pasaba con ella o, más importante, con sus hermanos. La prueba viviente de ello era que ni si quiera se había molestado en preguntar cómo estaban.

Tenía muchas cosas en la cabeza mientras continuaba con su trabajo, quizás su madre la buscaba solo porque Anthony la había dejado sola o porque necesitaba dinero. Fuera como fuese, no iba a responderle, no iba a regresar, ella tenía que hacerse cargo de ir hacia adelante para darle a sus hermanos una mejor vida, una tranquila y llena de amor, no una llena de gritos y vicios con una madre que, aunque estuviera, era ausente.

— ¿Pasa algo, Alice? —preguntó Ben del otro lado de la barra.

— No, todo bien.

— ¿Segura?

Asintió. Limpió la barra y las mesas frente a esta, su ánimo había decaído, pero tenía que hacer algo al respecto pues las personas podían notarlo y lo que menos quería era que eso afectara a su recién adquirido trabajo.

La hora de la cena llegó, no había pensado en Isaac el resto del día, de hecho se sorprendió cuando vio entrar a cinco montañas de cabello y barba negra y aquellos pares de ojos azules que parecían resplandecer de alegría. Vio a Thomas acercándose a Isaac y a este presentándolo a sus hermanos, Frank, como ahora conocía al chico divertido, lo saludó chocando su puño y, al no tener respuesta, le enseñó con algunos movimientos simples un correcto saludo entre amigos.

El lugar se llenó de hombres que recién terminaban su trabajo y ella no tuvo tiempo suficiente de acercarse a la familia de Isaac, pero cuando lo hizo, sintió que su corazón se hinchaba de ternura al ver al que suponía era el padre de los hermanos, cargando a Thomas como recordaba que su padre la cargaba a ella.

— ¿Puedo trabajar en tu rancho?

— ¿Quieres ser un ranchero con botas y sombrero?

— Y tres perros —dijo enseñando sus dedos.

Los hombres rieron, Isaac rio, sus ojos se rasgaban cuando lo hacía, los hombres parecían auténticos cuando estaban alrededor de su hermano.

Ben le llamó a la cocina y no pudo escuchar más, un par de meseras más entraban y salían del lugar, una de ellas, Kelly, como se había presentado más temprano, parecía sentirse feliz cargando y cuidando de su hermana, se sentía apenada, pero a la chica parecía no importarle.

— En verdad no tienes que cargarla —dijo apenada—. Ella está bien en el portabebés, solo la mantengo vigilada.

— No es nada, es hermosa, ¿Quién no quiere cargar a un bebé hermoso? Yo sí.

Le entregó a Lia quien estaba despierta y curiosa por las cosas a su alrededor.

— Toma un descanso Alice, estuviste todo el día, cuida un poco de Lia mientras Kelly se hace cargo.

— Sí, iré a revisar a Thomas, ah... El padre de Isaac llegó hace poco.

— Oh, ¿Gerard está aquí?

Ambos salieron hacía la mesa de la familia, Ben y Gerard parecían amigos de muchos años, había confianza entre ellos, los hermanos de Isaac la saludaron y no perdieron el tiempo en ver a Lia en sus brazos. Se sentía un poco incómoda debido a la atención que le daban, eran hombres guapos y grandes, ligeramente intimidantes.

— Entonces ella debe ser la princesa Lia, ¿No es cierto? —preguntó el más grande de todos los hombres Bisen.

— Sí, ella es Lia —dijo Thomas—. La puedes cargar si me dejas subir a un caballo.

A L I C EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora