CAPÍTULO VEINTIDÓS.

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Regresaron al rancho, Ben seguía con ella, su jefe parecía un zombi por las horas sin dormir, pero seguía a su lado. Se sentaron en la sala de estar, Max llegó poco después, sentándose cerca de Ben, parecía como si el sheriff no existiera para él, aunque era obvio que Ben para Max sí, la forma en la que lo veía. Kelly había tenido que retirarse.

Por otro lado, su tía seguía con ellos, los había seguido en su auto y ahora preparaba algo de comer para los cansados hombres, todos se habían derrumbado tan pronto como llegaron.

Comieron lo que su tía preparó, aunque no quería hacerlo, tenía dolor de estómago y ganas de vomitar, quizás era demasiado evidente pues su tía le preguntó.

- ¿Te sientes mal?

Asintió.

- Un poco, tengo ganas de vomitar.

- ¿Quieres una pastilla para que se vaya el malestar?

Guardó silencio por unos segundos, ella no estaba segura, ¿Podía tomar cualquier tipo de medicamento?

- Yo... -buscó la mirada de Isaac.

- Creo que puedes tomar cualquier cosa que no afecte tu embarazo.

Quizás no fue la mejor forma en la que Ben, Max y sobre todo su tía Luna se enteraran de ello, pudo ver la sorpresa en los tres, sobre todo en su tía. Ella sintió, quizás después de digerir la noticia. La observó en busca de cualquier enojo, pero ahí no había nada, era tan parecida a su padre, él era tan comprensivo como ella.

Gerard no dijo nada sobre eso, así que no insistió en tocar el tema, además no estaba ni física, ni mentalmente bien como para tratar algo que aún se le dificultaba comprender.

Una semana después, Isaac la convenció de bajar a desayunar, los últimos días había desayunado, comido y cenado, obligada, en la habitación de Isaac, se sentía cansada, con mucho sueño y con un dolor constante en cada centímetro de su cuerpo, estaba siendo demasiado difícil para ella el tratar de aceptar la muerte de su pequeño hermano, a esas alturas ni si quiera sabía si iba a poder hacerlo. Pero Isaac había estado ahí en todo momento, su tía, Kelly, cada uno de los Bisen.

Se sentó en el comedor, su tía Luna había decidido mudarse al pueblo, aunque desde entonces había estado en el rancho de los Bisen, pues todos creían que era lo mejor para ella debido a que era enfermera y podía cuidarla ante cualquier cosa.

Desayunó en silencio, para lo único que había bajado era para revisar a su hermana cuando no estaba durmiendo con ella.

- Alice, ¿Cómo te sientes? -preguntó Gerard.

- Bien -dijo luego de un largo silencio.

- Me gustaría que habláramos sobre tu embarazo.

Nadie había tocado ese tema, no oficialmente, le aterraba el pensar que Gerard podía no aceptarlo y podía enojarse por ello.

- Sé que es algo en lo que no debo meterme, ¿Pero Isaac y tú han hablado sobre eso?

Asintió.

- Yo quiero tenerlo.

- Alice sabe que yo me haré responsable de todo, no voy a dejarla sola en eso.

Gerard pareció pensar un poco antes de hablar, pero ella habló antes de que él lo hiciera.

- ¿Está molesto por eso?

Él negó.

- ¿Por qué debería, Al?

- Isaac y yo no estamos casados...

- Mi esposa y yo tampoco lo estábamos cuando se embarazó de Christopher, son cosas que pasan Alice, nadie tiene derecho a juzgarte por ello.

A L I C EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora