CAPÍTULO TRECE.

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Con su madre en el pueblo y con la búsqueda de una nueva casa, había tenido que reducir sus horas de trabajo a medio día, se sentía extraña, ella estaba acostumbrada a trabajar todo el día y a tener a sus hermanos a su alrededor, pero su madre se estaba haciendo cargo de ellos en la habitación mientras ella trabajaba. Se sentó en la barra cuando el cliente salió, dejando el restaurante solo.

— ¿Cómo van con la búsqueda? —preguntó Ben.

— Va bien, creo, Olivia hizo una cita con una mujer, una casa cercana, a dos calles.

— Creo saber quién es.

— Sí... la verdad no quisiera dejar la habitación, me siento muy cómoda ahí.

— Pero lo haces por tus hermanos, comprendo eso cariño, y te lo digo desde ahora, si necesitas regresar a la habitación alguna vez, no dudes en decirme, es tuya.

— Te agradezco muchísimo, Ben, en verdad, por todo lo que has hecho por nosotros, me ayudaste mucho aun cuando era una desconocida.

— Una desconocida muy hermosa y con los dos hermanos más encantadores que alguna vez vi, ¿Cómo no iba a ayudarte?

Sonrió, en verdad le tenía mucho cariño a Ben.

— Gracias por lo de hermosa.

Ben le guiñó el ojo.

— ¿Seguirás con medio turno?

— Sí, por lo menos mientras veo cómo lo manejo con mi madre.

— Espero que todo vaya bien, amo tenerte cerca, y espero que traigas a tus hermanos también.

La campana de la puerta sonó, se giró para ver quién entraba, vio a Marcus y a otro hombre entrando, no quería atenderlo, pero era la única ahí. Se acercó luego de un par de minutos.

— ¿Qué puedo servirles?

— Hola Alice.

— Hola.

— ¿Todo bien? No veo a tus hermanos cerca.

— Sí, ellos están bien, ¿Puedo ofrecerte algo?

Marcus la miró, sonreía ligeramente.

— ¿Entonces tendrás tiempo de salir por ese helado?

— Yo... no creo que sea correcto.

— ¿Por qué? ¿Crees que Isaac podría enojarse?

El acompañante de Marcus sonrió, negando y centrándose en su celular al escuchar eso.

— Tal vez, ¿Ya saben qué van a ordenar?

Escribió sus órdenes ante la atenta mirada de Marcus, se acercó a la ventana de pedidos y se quedó ahí esperando la orden, de ninguna manera iba a estar cerca con Marcus y su actitud nefasta.

Jennie entró, inmediatamente saludó a los dos hombres como si los conociera desde hace mucho, y probablemente lo hacía, pudo percibir el coqueteo, la forma en la que se miraban.

— El pedido está listo.

Tomó la bandeja y se acercó a la mesa a dejarlo, Jennie se quedó en silencio cuando ella se acercó, mirándola, esperaba que no comenzara con sus palabras hirientes en ese momento.

Jennie la miró fijamente, sonreía.

— Entonces cuéntanos, Alice, ¿A qué jugaron anoche tú y Isaac?

Frunció el ceño, no comprendía.

— Ah, no sabes, ¿Cierto? Vi la camioneta de Isaac estacionada en la madrugada, ¿será que se olvidó de ella?

A L I C EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora