CAPÍTULO VEINTIUNO.

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Isaac la ayudó a vestirse, no era su ropa sino la da su madre, le puso un suéter y la ayudó a peinar sus cabellos, ella no podía hacer nada, se sentía distante, había comenzado a llorar nuevamente, quería recostarse, cubrir todo su cuerpo y no enfrentar la cruda realidad a la que se tenía que enfrentar, Thomas ya no estaba y ella estaba a cinco segundos de volverse loca, quería salir corriendo, quería gritar, quería llorar; quería a su príncipe Tho.

Los fuertes y tatuados brazos la acercaron a un firme pecho, el hombre parecía no haberla dejado y parecía no querer hacerlo tampoco, había llorado mucho y cada vez que lo hacía, Isaac la tomaba en sus brazos en un cálido abrazo, pero por más que él estuviese cerca, el dolor que sentía en su interior la había roto y le había dejado un vacío que nunca iba a poder llenar con nada en el mundo. Ni si quiera podía creer que eso había pasado, era como un sueño, una horrible pesadilla de la que no podía despertar y con la que cargaría durante toda su vida.

Se recostó ante las caricias que Isaac le daba en la espalda, otra cosa que la tenía en shock era el hecho de que estaba embarazada, ¿Embarazada? Sus achaques se debían a eso, y a pesar de que la idea la ilusiona a demasiado, también la aterraba.

— Tienes que comer algo, bebé.

Negó, la comida era lo último en su lista de necesidades, la primera era poder estrechar nuevamente a su hermano.

Tenía muchas preguntas, como qué había pasado en la casa, cómo pasó el incendio y la más importante, ¿Cómo había muerto su hermano? Las lágrimas cayeron en sus mejillas al pensar en ello, su pequeño bebé había sufrido una muerte dolorosa y ella no había podido hacer nada para evitarlo. Su corazón estaba roto, sentía la culpa golpeando cada parte de su cuerpo.

— Anda, vamos.

Isaac la llevó abajo donde todo estaba en silencio, caminó prácticamente como si fuese un robot, dejándose guiar sin poder dejar de llorar. La sala estaba llena de personas que conocía, muchos de ellos alzaron la mirada para verla, Kelly lloraba mientras Ben la consolaba, pero podía ver lágrimas en sus ojos también.

Su jefe se puso de pie tan pronto como la vio, soltó la mano de Isaac para correr al encuentro de Ben quien la abrazó en un abrazo cálido de una figura paterna que había perdido hace años. Lloró fuertemente contra su pecho, no le importaba que pudieran escucharla, no le importaba que la vieran, en ese momento no le importaba nada.

Pero, a pesar de que el abrazo se extendió por algunos minutos, por más que lloraba, el nudo en su garganta no conseguía deshacerse

Sintió que alguien acariciaba su espalda, Kelly lloraba tanto como ella lo hacía, se unió al abrazo y ella se permitió llorar con las primeras personas que le habían extendido la mano cuando llegó al pueblo y era una completa desconocida.

Limpió las lágrimas de su rostro con sus manos cuando el abrazo terminó, ella se había dejado guiar abajo sólo porque quería comprobar a Lia, sabía que los Bisen estaban cuidándola, buscó por la sala hasta que vio a Gerard arrullándola, sus hermosos ojos verdes se veían cansados y parecía somnolienta y tan frágil en los brazos del hombre.

Debió verse muy desesperada pues Gerard se acercó a él, entregándole a su hermana. Se abrazó a ella como si fuera su tabla de salvación, y lo era, lo era porque sabía que de no tenerla a ella iba a derrumbarse en la depresión, el anhelo y el dolor. Besó sus cabellos claros y cuando la acercó un poco más, sintió las vendas en su pierna. Las observó por mucho tiempo hasta que alguien se apiadó de ella y respondió la pregunta no dicha.

— Sufrió quemaduras leves en su pierna —dijo Gerard—. Los médicos nos permitieron tenerla, pero debe tomar medicamentos para el dolor y para evitar una infección, por eso está somnolienta, acaba de despertar.

A L I C EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora