CAPÍTULO DIEZ.

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Los Bisen parecieron escuchar el alboroto pues vio a Gerard salir detrás de Frank y Dom, Isaac seguía pidiéndole que hablaran, pero ella lo ignoraba.

—¿Pasa algo? Isaac, ¿Pasa algo?

Gerard volvió a preguntar cuando ninguno de los dos respondió.

—Un mal entendido -respondió Isaac sin dejar de verla.

—¿Qué mal entendido?

—Señor Bisen, no lo tome a mal, pero, no quiero escuchar nada, ya vi suficiente.

Gerard la miró y luego a Isaac, parecía no comprender nada, aunque realmente eso era lo que habían dicho, nada.

—Alice, en verdad tenemos que hablar, tengo que explicarte.

Miró a Gerard en busca de ayuda, vio al hombre suspirar con Lia en sus brazos.

—Isaac, ve a terminar en el establo.

—Papá...

—No sé qué pasó, pero si Alice quiere hablar, hablarán cuando los dos estén tranquilos, ahora ve y termina.

Podía ver qué no podía decirle nada a su padre, las palabras de Gerard habían sido claras. Isaac se veía un poco incómodo, pero obedeció, le dio una última mirada antes de darse la vuelta e irse de regreso al establo.

***

—¿Está todo bien, Al?

Los hermanos se habían dispersado, Dom y Chris estaban en la cocina, Frank había ido a revisar a los niños, el señor Bisen y ella eran las únicos en la sala de estar. Negó, no estaba bien, estaba molesta, incómoda, se sentía humillada y odiaba saber que habían jugado con ella, ¿Quizás Isaac sólo había estado esperando para obtener algo de ella y luego botarla?

—¿Quieres hablar sobre lo que pasó?

Negó, no tenía caso, realmente Gerard no podía hacer nada.

Él aceptó su decisión, hablaron de otras cosas, quería irse, pero sabía que el problema no era con los demás miembros de la familia, ellos no habían hecho nada, además sería grosero simplemente tomar a sus hermanos y salir del rancho, todos y, especialmente, el señor Bisen, no habían hecho otra cosa que ser amables.

Cenaron en tranquilidad, hablaban sobre cómo había ido la semana, Isaac estaba a unas cuantas sillas de distancia, ella se había alejado, aunque esté había intentado hablarle un par de veces, ella no cedió.

Para cuándo la cena terminó, le pidió a Frank que la llevara de regreso y no dijo nada más en el camino.

***

Se permitió volver a llorar cuando estuvo a solas en su habitación y durmió a sus hermanos, no sentía ganas de otra cosa que hacer exactamente eso, había confiado en Isaac y él le había mentido. Su autoestima cayó más bajo de lo que ya estaba, ella jamás debió pensar en el amor.

Escuchó un par de golpes a su puerta, Ben la llamó del otro lado.

—Cariño, Isaac está abajo, dice que quiere hablar contigo.

Negó, era demasiado tarde para ocultar sus ojos rojos e hinchados, Ben la miró con preocupación.

—¿Al, qué pasa?

-—No quiero verlo.

Ben bajó, suponía que para decirle a Isaac que se fuera y subió corriendo poco tiempo después, sentándose a su lado, abrazándola. El hombre no era tan viejo, quizás estaba entre ellos treinta y cinco y cuarenta, pero, de alguna manera, aquel abrazo se sentía tan paternal que no pudo evitar caer ante él y llorar.

A L I C EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora