CAPÍTULO VEINTITRÉS.

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Habían pasado cinco meses desde la muerte de Olivia y de su hermano, ella lo había extrañado cada segundo, algunas veces sentía que no podía más con el dolor que sentía en todo momento, sobre todo cuando pensaba en él.

Anthony no había parecido desde entonces, luego de las investigaciones y de concluir que él había sido el culpable, se había lanzado una alerta de búsqueda por todo el país, pero parecía que la tierra se lo había tragado.

Ella había ido lenta en su duelo, algunas veces incluso preguntaba a los Bisen por su hermano o se levantaba a hacer papas fritas para él, algunas otras sentía que estaba a punto de entrar en la habitación.

Había pasado noches enteras llorando, pero todos los días se había levantado con el pensamiento de su bebé y de Lia, ella tenía que ser fuerte principalmente por eso.

Isaac y ella entraron en el patio trasero del rancho, su tía le había preparado una comida y una sorpresa para revelar el sexo del bebé, le habían pedido al médico que lo mantuviera en secreto, ellos habían decidido revelarlo cuando cumpliera los siete meses. Aún no los cumplía, pero no faltaba mucho.

Abrazó a Ben cuando este se acercó a acariciar su muy abultada barriga, su bebé se movía, de hecho aquel día había amanecido con mucha energía, se movía y pateaba constantemente.

— Entonces, ¿Serás el padrino? —le preguntó a Ben, al parecer lo tomó por sorpresa.

Había discutido eso con Isaac, ambos habían estado de acuerdo, ellos querían que Ben fuera el padrino.

— ¿Estás hablando en serio?

— Sí —sonrió.

Ben había sido su salvador, incluso le había dicho que conservaría su trabajo si quería regresar al restaurante luego de que su bebé naciera. Ben la abrazó nuevamente.

— Claro que sí, cariño.

Sonrió, Lia golpeó sus piernas, su hermana había comenzado a caminar a la misma edad que Thomas, exactamente al año y tres meses, aunque aún se tambaleaba cuando corría, Frank corrió detrás de ella.

Su tía Luna había preparado una comida, ellos disfrutaron de eso, cuando vio la mesa con comida, sintió cómo comenzaba a salivar, ella en verdad había tenido demasiados antojos en su embarazo, se había contenido algunas veces por cuestión de peso, pero ahora sí iba a disfrutar.

Antes de que la tarde cayera, su tía los llevó a ella y a Isaac, esa era Luna, su siempre feliz y creativa tía Luna. Había un enorme globo negro donde se leía "¿Niño o niña? Ella realmente pensaba que iba a ser niño, sobre todo por la herencia de los Bisen, en la familia había solamente varones, incluso el primer hijo de Isaac lo era, aunque sabía que Isaac quería una niña, de hecho todos en la casa lo querían, ella sólo deseaba que sacara esos hermosos ojos azules de la familia.

— ¡Cien a que es niño! —gritó.

Sonrió, Frank le había ayudado mucho en su estado de ánimo, el chico siempre era amable con ella y la hacía reír mucho. Tomó el segurito que su tía Luna le había dado, ellos tenían que reventar el globo y eso les diría el sexo de su bebé, su tía era la única que lo sabía, todos los hombres en la casa la habían tratado de sobornar, pero no aceptó bajo ninguna presión.

Isaac esperó de pie a un lado suyo, escuchó a todos contando hasta tres, reventó el globo y una nube de humo rosado se esparció por todos lados.

Se giró escuchando todos los gritos, Isaac la tomó por las caderas y la abrazó, besando todo su rostro, podía ver la felicidad saliendo en olas de su cuerpo.

A L I C EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora