CAPÍTULO DIESISIETE.

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Regresó a trabajar al siguiente día, Kelly se veía más distante de lo que estaba, no sonreía como lo había hecho días atrás. Se sentía extraña, no quería entrometerse en sus asuntos, pero consideraba a Kelly como su amiga y le dolía verla así.

El restaurante se quedó vacío luego del medio día, o por lo menos no había nuevos clientes llegando, se adentró en el almacén para revisar que todo estuviese surtido para que Esteban no tuviese que esperar mientras iba alguna de ellas al minisúper. Vio a Kelly cambiando su blusa, la blusa blanca del uniforme que llevaba siempre encima de las playeras de manga larga que parecía nunca dejar, se levantó cuando la sacó por sus hombros, mordió su labio al ver el enorme moretón expandiéndose desde sus costillas hasta uno poco más arriba de sus caderas.

Se quedó en silencio, sabía que no estaba bien, pero este se rompió cuando escuchó a Kelly quejándose al bajar sus brazos.

— Kelly —susurró, haciendo que la chica se volviera hacia ella, podía ver el miedo invadiendo su rostro—. ¿Kelly qué sucedió?

Kelly guardó silencio por un par de segundos, mordía su labio nerviosamente mientras acomodaba las mangas de su blusa.

— Me caí —declaró la chica, podía sentir sus nervios fluyendo de ella.

Se sentía mal, sentía coraje, estaba molesta, pero no con Kelly sino con la persona que le había hecho eso. Se acercó, tomando sus manos.

— Kelly, dime la verdad.

La chica negó.

— Debemos regresar a trabajar.

Pero a pesar de que había negado, ella no se alejó.

— Kelly... —rogó.

— Hablamos cuando termine mi turno, ¿Sí?

Asintió, aunque no quería esperar más, si alguien estaba haciéndole daño a Kelly, entonces ella tenía que ayudarla y mientras más rápido mejor.

Continuaron su turno, Kelly se veía aún más nerviosa cada vez que estaba cerca suyo, aunque se mostraba como la chica segura de sí misma que era frente a los demás. Ella no quería que se alejara o se sintiera incómoda, quería que confiara en ella y le permitiera ayudarla.

Salió en espera de Kelly, pero esta ya estaba afuera, observando hacia las personas que transitaban la calle.

— ¿Quieres hablar en la calle o prefieres ir a mi casa? Podemos aprovechar para comer algo.

La chica asintió y comenzaron a caminar en completo y total silencio mientras se dirigían a su casa.

Olivia le había puesto un mensaje diciéndole que había ido al minisúper para comprar cosas para la comida, así que ellas estaban todas solas. La invitó a entrar a su habitación, se sentaron en la cama, en silencio, como si no supiera qué decir o cómo comenzar.

— ¿Alguien te está haciendo daño?

— Sí —dijo, doblando sus piernas, acomodándose en la cama.

— Kelly, ¿Qué sucede? Yo —suspiró—. Yo te considero como una amiga y no quiero que sufras si puedo evitarlo.

— Te agradezco, pero no puedes evitarlo.

— ¿A qué te refieres?

— A que es algo que seguirá pasando.

— ¿Por qué?

Negó.

— ¿Quién es?

— Antes de decirte algo quiero que me prometas una cosa.

A L I C EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora