12

1.3K 148 20
                                    

Cuando Ruggero dijo que debía despertarme temprano para poder tener tiempo suficiente, no creí que se refería a esto.

¿Quién mierda se baña a las seis de la mañana con agua fría? Odio que aún no esté solucionado el tema del agua caliente en este departamento.

Maldigo mientras envuelvo mi cuerpo desnudo en una toalla. Voy a matar a Ruggero y luego matarme a mí misma por haberme ofrecido a ir con él.

Me visto más rápido que el Rayo Mcqueen para no resfriarme. Jeans, buzo rosa, un abrigo para el invierno y botas largas con tacón es lo que debido usar.

Me dedico a secar mi cabello y recoger la mitad de este con una pinza antes de ponerme una mascada. Finalmente aplico algo de base en mi rostro y rizo mis pestañas lista para salir.

En mi bolso guardo solamente mi billetera, teléfono, mentas y un labial.

Salgo de mi habitación encontrándome a Ruggero en la cocina mordiendo una manzana. Y cuando le sonrío dándole los buenos días, él se ríe. Es obvio que lo hizo a propósito.

Pudo haberme dicho ayer para ahorrarme el bañarme en agua fría en pleno invierno. Pero es que quiere vengarse de mí porque ayer le puse mayonesa a su bebida y terminó vomitando.

Si, creo que jamás podremos llevarnos bien.

— ¿Desayunas? —pregunta señalando las tostadas y niego.— Vamos a tardar.

— Acabo de cepillarme los dientes. —explico.— ¿Nos vamos ya?

Él me hace una señal de espera y se adentra a su habitación. No sé qué tanto hace, pero cuando sale, está listo para irnos.

Me permito observar su apariencia mientras camino detrás de él. Pantalones y zapatos formales, abrigo café claro y bufanda de dos colores.

Ah, y aparte lleva gafas.

Interesante...

Debido a que ninguno tiene auto aquí tenemos que tomar un taxi que nos deja en lo que supongo es el consultorio del doctor. Es un lugar muy bonito y acogedor.

En la recepción nos recibe una amable mujer que me ofrece café caliente. Por supuesto acepto y me siento junto al italiano dispuesta a esperar.

— No me has dicho que me veo bonita. —digo para romper el hielo.— Quiero que lo digas.

— ¿Y si no quiero? No tengo que hacerlo si no quiero. —aclara.— Además, no me gusta decir mentiras.

Su comentario hace que pellizque su mejilla provocando un quejido de su parte.

Pero me prometo a mí misma no soltarlo hasta que diga que me veo bonita. Es necesario que me suba el autoestima.

— No estás bonita. —insiste.

— ¿Estoy hermosa?

— No, te ves horrible.

— Eso es mentira porque yo sé perfectamente que estoy hermosa, inalcanzable.

Suelto su mejilla y él expande una sonrisa en su rostro. ¿Qué? ¿Por qué me mira así?

— ¿Lo ves? Al menos sabes que eres hermosa. —dice tomando un mechón de mi cabello entre sus dedos.— Muy hermosa.

— ¿Estás usando psicología inversa conmigo para enseñarme lo que significa el amor propio?

— No, solo quería que lo dijeras. —susurra soltando mi cabello.— ¿Sabes qué? Un labial rojo se vería muy bien en ti.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora