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Escribo tan rápido como puedo mientras el maestro guapo que Julia tanto ama dicta su clase. Giovanna solo lo graba con disimulo para pasar la materia tranquilamente en su casa.

Creo que ella es el claro ejemplo de lo que es la morra de los plumones. Sus apuntes son malditamente perfectos.

Julia sólo dibuja rayitas en su hoja y me río negando. Mis apuntes son una mierda, pero al menos tengo todo.

— Esta vez, tendremos una clase incompleta. —dice apoyándose en el escritorio.— Mañana obviamente me darán una rápida lección de esto. Pero mientras tanto, tenemos que hablar de un interesante tema. Los juegos internos de la universidad, adicional a la elección de la reina de la facultad de arte. Será un evento en grande, y ustedes, deben elegir a su reina.

— Propongo a la señorita Karol Sevilla.

Levanto la mirada buscando al dueño de aquella voz y le sonrío al agradable chico. Se parece a uno que van a patear en la bolas en cuanto las clases terminen.

— Bien, tenemos a la primera candidata. Necesitamos a dos señoritas más.

— Propón a Agathe. —le susurro a Julia.

— No, ni de loca.

— ¿Quieres que tu hermanita participe como reina? —dice Giovanna divertida.— No jodas, nadie votaría con ella.

— Solo hazlo, así me liberaré de ella.

Julia rueda los ojos y termina asintiendo mientras levanta la mano proponiendo a Agathe. Y alguien más, propone a Anna, una rubia muy bonita.

Las votaciones comienzan.

De treinta personas, quince votan por mi, once por Anna y cuatro por Agathe.

Si, esos cuatro votos fuimos yo y otras chicas más.

Maldita sea.

¿Por qué me pasa esto a mí?

— Felicidades, señorita Sevilla. —dice el mayor.— Usted representará a los estudiantes del primer semestre.

— ¿Qué aquí no cuenta la opinión? —musito dibujando una sonrisa en mi rostro.— Por supuesto.

— Y en caso de que algo suceda con usted, la señorita Anna tomará su lugar.

Asiento conforme con eso y cuando él se retira, recibo muchas felicitaciones por parte de las personas que votaron por mí.

No sabía que hacían estas cosas aquí. Pero el hecho es que debo venir preparada el viernes.

Aunque me parece que justo ese día me va a dar dolor de estómago.

Las clases siguen su curso normal.

Cuando uno de los maestros falta a su clase, tomamos ese tiempo para ir a comer algo. Mi estómago ruge por comida.

Pido una malteada y una dona antes de sentarme con Julia y Giovanna en una mesa. Ellas están felices por mi, pero realmente yo no lo estoy.

Mi experiencia con los concursos de belleza no son buenos.

Al principio lo hacía por diversión. Pero mis problemas alimenticios llegaron y terminó volviéndose en una tortura.

Claro que no estoy feliz.

— Ya te dije que no quería una guerra contigo, hermanita. Pero la estás buscando.

— Agathe. —digo aburrida.— ¿Qué pasa ahora? Ruggero ni siquiera está aquí.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora