18

1.3K 142 16
                                    

La sonrisa de Louise no ha pasado desapercibida en todo el día. Sé que le alegra el haberme quitado algo que yo siempre tuve y ella no.

Pero es que cree que estoy entrando en depresión pero extrañamente no es así. Siento como si me he quitado un peso enorme de encima. Ahora solo tengo ganas de salir de aquí, y tengo una sola persona en mente.

Nos la pasaremos muy bien.

Hace unos días Ruggero me dijo que su día de trabajo termina a la una de la tarde, pues momentáneamente habrá una persona que tomará un segundo turno después de él.

Así que no tardé en pedirle que viniera por mí y aquí estoy, sentada un poco alejada de la universidad esperando que llegue.

Tal vez esté haciendo mal. Quizá no deba hacer esto para quitarme la rabia de encima.

Pero prefiero esto en vez de provocar un escándalo cuando le arranque las greñas a la perra sarnosa.

He estado siendo muy amable con ella, y eso me sorprende incluso a mí misma. Estas semanas he sido extremadamente paciente y delicada.

¿En dónde está quedando mi impulsividad? Me hace falta una dosis de maldad y creo tener la víctima perfecta.

— Explícame por qué estoy recogiéndote. —dice el italiano deteniendo el auto justo frente a mí.— ¿A quien mataste como para huir de la universidad poco antes de salir?

— Llévame a donde sea menos al departamento. —pido rodeando el auto para subir.— Maxi está ahí y no quiero dar mis explicaciones respecto a por qué entregué mi anillo de compromiso.

— ¿Qué hiciste qué?

Asiento y él solo niega divertido antes de emprender camino hacia quien sabe donde. Ni siquiera yo sé hacia dónde quiero ir, solo quiero alejarme de aquí y ya.

Lanzó mis cosas a la parte de atrás y recojo mi cabello en una coleta que seguramente me va a provocar muchos nudos cuando la suelte.

Comienzo a pensar en lo que hice y mis nervios quieren salir a flote. Estoy nerviosa y cansada. Claro que quiero llorar.

— ¿En dónde estamos? —pregunto al ver que nos estamos desviando del camino.

— No tengo idea. —admite riendo.— Dijiste que querías estar lejos del departamento y es lo que estoy haciendo.

Asiento confundida dejando que conduzca hasta donde las benditas calles nos lleven.

Aproximadamente una hora después vemos un letrero que nos indica que hacia mucho salimos de Manhattan.

Welcome to Aurora, Cayuga County.

Bueno, eso se lee bien. Y espero que sea tan bueno como parece.

Son las tres de la tarde, no hay mucha gente aquí y todo luce relativamente tranquilo por lo que me relaja estar aquí.

Ruggero busca un lugar para poder estacionarse y cuando nos bajamos, solo tomo su mano pidiéndole que vayamos a donde sea.

Caminamos por un largo rato hasta que encontramos un mini parque en donde algunos niños juegan sin supervisión alguna.

Nos sentamos debajo de un árbol, me dedico a mirar la ausencia del anillo en mi dedo y pronto siento el ardor en mi garganta. Sabía que esto se trataba solamente de tiempo.

— Hey. —susurra él italiano obligándome a levantar la mirada.— No vale la pena.

— Siete años se fueron a la basura. —susurro con la voz quebrada.— Por mi culpa.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora