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Me siento feliz.

Soy la persona más afortunada del mundo. Y bueno, creo que siempre que empiezas una relación te sientes así, por lo que no voy a dar tantas explicaciones.

Pero si, creo haberle dicho a Ruggero que estoy dispuesta a que nos rompamos el corazón mutuamente.

Y ahora si, me atrevería a decir que la palabra que nos define es... Novios.

Ya mis padres lo saben, Agustín también. Todo el mundo lo sabe. Y Ruggero parece estar feliz con eso.

Ahora mismo, estoy en la entrada de la universidad esperando pacientemente a que el italiano llegue para poder irnos al aeropuerto.

Mi hermosa madre se casa, y aunque no me agrade la idea, ya aprendí a vivir con eso. O es lo que creo.

Agathe nos acompaña, Maxi y Agus también. Aunque bueno, no es que me moleste la presencia de ambos.

Es más, la amo.

— Ahí viene. —festejo bajando los escalones que me quedan.— ¡Hola!

Él sonríe y en cuanto baja del auto extiende sus brazos hacia mí como una invitación.

Sonrío y beso sus labios sin importarme Agathe o el pésimo humor que Agustín se carga cuando Ruggero y yo demostramos amor.

Mamá dice que es el síndrome del hermano mayor celoso. Pero él asegura que es incómodo ver a tu prima y a tu mejor amigo besarse delante de ti.

Pero como sea, estoy con Ruggero. Y nadie me quita esa felicidad.

Al final no tuve que hacer un amarre de amor para conseguirlo.

O tal vez si... Quien sabe.

— Estamos listos para volar. —dice Agustín subiendo al auto.— Karol, despídete.

Niego y voy hacia Julia Y Giovanna asegurándoles que voy a traerles muchos regalos.

Es una lástima que no puedan acompañarme. Hubiese sido genial sabotear la boda con ellas presentes.

Pero es que no pueden abandonar la universidad por algo tan simple.

Deberian hacérselo entender a Maxi. Ese se cuela hasta en la sopa. Y todo con tal de perder clases.

En cuanto subo al auto, Ruggero conduce hacia el departamento y to reviso mis redes sociales.

En el blog todo el mundo sabe que Agustín y yo vamos a volver por lo que están listos para una de mis sorpresas.

Es obvio que se refieren a mí saboteando el evento. Pero aún no lo sé.

Una vez en el departamento me cambio de ropa por una pijama y de zapatos por unas babuchas de unicornio.

Si, probablemente sea la única persona que va al aeropuerto en pijama a plena luz del día. Pero en mi defensa, es más cómoda.

Tomo mis maletas previamente preparadas y salgo hacia la sala en donde solamente Maxi espera. Es un milagro que nosotros seamos los primeros en estar listos esta vez.

Siempre somos los últimos.

Ruggero sale poco después seguido de Agustín, y cuando Agathe sale con un gorro puesto deduzco que es porque se ha quitado la peluca.

Dicen que probablemente viva con martirio cuando la cabeza le pique por el cabello creciendo. Pero eso no me hace sentir mal. Al contrario. Me satisface escucharlo.

Y por supuesto que lo volvería a hacer. Sólo estoy esperando que el cabello le crezca.

Tomamos un taxi que nos lleva al aeropuerto, y mientras esperamos, me siento junto a Ruggero y le obligo a tomarse fotos conmigo. Tiene que aprender que ser mi novio significa muchas fotos en mi galería y ninguna en redes sociales.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora