3

1.7K 153 46
                                    

— Entonces, estudiaste en las mejores escuelas de arte del país por años y ahora estás a sólo tres semanas de entrar a Yale. —concluye el italiano luego de haberme escuchado un largo rato y asiento.— ¿Y qué hay de tu amistad con Louise Hadid?

— Te voy a decir solamente dos palabras. —aclaro levantando dos de mis dedos.— La odio.

— Hasta lo que sé, ustedes fueron amigas por años. Pero cuando ella comenzó con su carrera de modelo... —se queda callado.— Oh ya entiendo.

Yo me río y niego sintiendo lástima por él. No sabe absolutamente nada. Y tampoco lo sabrá.

Digamos que, hablar de Louise es algo que me avergüenza de sobremanera por todas las cosas que ella me hizo.

Orientarme a caer en algo tan bajo como la bulimia no es algo de lo que voy a sentirme orgullosa. Me sentí humillada y estúpidamente desplazada cuando tuve que ir a un centro de rehabilitación.

Era solamente un niña, una muy estúpida que creía que enfermar era la mejor manera de hacer que mis padres regresen.

Me equivoqué, y pagué ese error muy caro mientras Louise modelaba para las revistas más prestigiosas.

A eso me refiero, he sido su sombra siempre.

Y por primera vez siento que llevo las riendas de mi vida. Mi relación con Manuel va por el mejor momento y he conseguido mi lugar en la universidad de mis sueños.

Louise no debería arruinarlo. Y aún así está haciéndolo.

Está volviendo a interferir en mi vida.

— ¿Sabes qué? –digo dispuesta a cambiar de tema.— Ahora que mi madre mantiene una estúpida relación con tu jefe, vas a verme muy seguido.

— En verdad no. —me corta.— En un mes viajo a Manhattan.

—Y yo voy a vivir a solo una hora de distancia. —recuerdo rodando los ojos.— El hecho es que necesito que me digas quien escribió esa nota sobre mí y por qué.

— La escribió Dan Birney. —explica entrelazando sus manos por encima de la mesa.— Apenas está comenzando y necesitaba algo que llamara la atención. Y lo logró, está atrayendo muchas críticas de todo tipo.

— Quiero conocer al Barney, ahora.

— Birney. —me corrige pero yo ya estoy caminando hacia donde él me dijo que editaban los escritos.

Viene detrás de mi, me guía hasta un chico de casi mi edad, ojos grises, facciones simétricas y altura intimidante. Pero a la mierda, todo el mundo es más alto que yo.

Me cruzo de brazos mirándolo y Roberto le pide muy atentamente que se acerque. Él lo hace y cuando está frente a mí me sonríe.

—  Dan, ella es Karol Sevilla.

— Si, escribí sobre ella. —dice él emocionado. Pero que voz tan varonil se carga.— Es un placer conocerte, Karol.

— Pues yo no pienso lo mismo. —aclaro.— ¿Tú eres Dan Barney?

– Birney. —corrige asintiendo.

— Haré que te despidan y te devuelvan a la plaza sésamo.

— Barney no pertenece a la plaza sésamo. –dice el italiano detrás de mí.

— Por un demonio, ya lo sé. —gruño cruzada de brazos.— Mi punto se entiende.

— No pueden despedirlo, señorita. Dan es solamente un interno. –explica.– Y ha hecho muy bien su trabajo.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora