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Me duelen las piernas. Me duele todo el maldito cuerpo.

Pero, Dios. Que magnífica madrugada que tuvimos. No lo cambiaría por nada.

Ruggero duerme a mi lado, me da la espalda, y diría que me ofende que no me esté abrazando, pero es que yo misma me levanté hace rato para vestirme y quitarle el seguro a la puerta.

Mientras espero que se despierte busco mi teléfono y reviso mis redes sociales.

Luego, al ver que tengo muchas notificaciones del blog, me dedico a revisarlo.

Todo va muy bien al parecer.

Mi trío favorito dejó todo en la pista ayer.
Agus, Maxi y nuestra bebé recordaron por qué son el trío perfecto en la pista. Sólo mírenlos, son tan tiernos.
Que su amistad sea eterna, por favor.

Me río y reviso el resto de noticias. Todas hablan de lo guapo que se veía Agustín. De lo bonita que me vi junto a mi rey como ellas lo llaman, y de la perfecta noche que pasamos.

Y bueno, si pudiese corregirlos, les diría que lo mejor de todo fue la madrugada.

Ruggero se remueve y suspira abriendo los ojos para mirarme. Me sonríe y en cuanto tira de mi mano, me abraza apoyando su cabeza en mi pecho.

— Gracias. —susurra con la voz ronca.— Fue genial.

— Lo fue. —aseguro acariciando su cabello.— Pero me duelen las piernas.

Quiere decir algo pero entonces la puerta es tocada y por esta entran Maxi y Agustín. Bueno, es genial que sigan vivos.

— Díganme que no soy el único al que le duelen las piernas. —dice Agustín lanzándose a la cama.— Bailamos demás.

— Si, bailamos. —susurro divertida.— ¿Quieren dejar de invadir nuestro espacio?

— Tengo hambre. Mucha hambre. —gruñe Maxi.— Y no hay nadie en casa.

— Pues cocinen algo y vayanse. —insisto.

Agustín niega y se acomoda bajo las mantas dejándome en el medio. Noto que Ruggero se remueve incómodo y me esfuerzo por no reír.

Beso su frente sin dejar de sonreír y veo como Maxi se une acostándose junto a Agustín y pronto sé que no nos vamos a mover en muchas horas más.

Maxi se adueña de mi control remoto y pone una película de terror mientras Agustín toma mi teléfono y pide pizzas, hamburguesas y cuatro sodas

Ruggero vuelve a quedarse dormido poco después, Maxi no deja de ver la película realmente interesado y Agustín toma una foto de cómo nos encontramos ahora.

No tarda en subirla a sus redes sociales con una rara frase de descripción. La pizza llega y él va a recibirla mientras Maxi pausa la película y va por platos.

Despierto a Ruggero para que pueda vestirse y lo hace casi de inmediato.

Solo entonces me permito revisar mi teléfono. Tengo algunos mensajes de Manuel que no respondo y otros cuantos de Rafael.

Me pide que vaya a verlo en la dirección que le manda a las tres en punto para tomar las fotografías así que mientras Ruggero vuelve a la cama, yo me pongo de pie abriendo el cajón.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora