15

1.4K 148 27
                                    

¿Qué tan grave es abandonar la universidad el primer día de clases? No puede ser tan grave, ¿O si?

No es como si la vida se fuese a acabar si me escapo de la universidad. Serán solamente unas horas, supongo.

Bueno, tampoco es como si ya decidí en realidad. Aún no sé si debería perdonar a Ruggero o si debería hacer que me ruegue por un rato más.

Quiero que suplique mi perdón. No pregunten por qué. Sólo lo quiero y ya. Nada me haría más feliz que verlo suplicar.

Manuel a mi lado bebe su batido de lo más tranquilo mientras sus amigos me cuentan cómo se comporta aquí. Sería interesante si estuviese escuchándolos, pero en realidad no estoy haciendo nada de eso.

— Se nos hace tarde. —dice Manuel.— Nena, ¿Te veo luego?

— Claro. —susurro besando sus labios.— Gracias, chicos. Fue bueno conocerlos.

— Pero no tenemos que irnos. —aclara Victor confundido.

— Claro que si. —lo corta Manuel.— ¿No lo recuerdas? La clase.

— No tenemos ninguna clase. —continúa Isaac haciendo que mire a Manuel.— Revisa bien tu horario.

Me dedico a mirarlo pidiendo una explicación lógica a su estúpida insistencia. Pero solo sonríe y vuelve a besar mis labios.

Esto no me agrada, está mintiendo para irse. Sabe que odio que invente excusas para irse a lugares que yo no puedo saber. Comienzo a molestarme.

— Ustedes no tiene la clase pero yo sí. —explica recogiendo sus cosas.— Del día que fui a verte, ¿te acuerdas?

— Dijiste que te habían puesto una amonestación. —recuerdo confundida.

— Si, nena. Pero tengo que recuperar esas clases de cualquier manera.

Asiento sin creerle ni un gramo de lo que dice, y mientras se pone de pie y se despide de las dos personas que me acompañan, miro a mi alrededor.

A mí no me engaña, algo está tramando.

Pronto se marcha con sus amigos quien sabe a dónde, y mientras más se aleja, más insegura estoy. Es que con Louise aquí todo es más difícil.

— Bueno, nosotros también tenemos que irnos a clases. —dice Julia retocando su labial.— ¿Nos vamos?

Yo asiento y le pongo de pie siguiéndolas por los pasillos.

Una vez dentro de la sala en la que la nueva clase de Sociología. Esta vez se no tenemos un maestro guapo o algo por el estilo, es solamente una mujer de unos cincuenta años dando una clase que me provoca un ligero dolor de cabeza.

No dejo de buscar a Louise con el grupito con el que estaba hace un rato pero no está. Son solamente esas cuatro chicas que se ríen y murmuran sin dejar de mirarme.

Maldita sea, comienzo a inquietarme.

Mi teléfono vibra, inmediatamente bajo la mirada al aparato.

Estoy aquí afuera. Sé que vendrás.

Por favor, Roberto. Estoy en clases.

Con eso me decido finalmente a apagar luciendo realmente molesta. Louise no está y Manuel se comportó extraño de la nada. Es obvio que la rubia tiene mucho que ver aquí.

Angustiada muerdo mis uñas sin dejar de mirar hacia la puerta en espera de Louise. Esa mujer, esa maldita mujer terminará volviéndome loca.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora