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Es irónico....

Hace unos meses todo era diferente en mi vida. Hace solo unos meses estaba comprometida con el único novio que he tenido en la vida.

Y ahora estoy sentada en la sala de espera de un ginecólogo con una persona que conozco desde hace realmente poco. ¿Cómo llegué hasta aquí?

No sé. Es completamente extraño.

Roberto Mamerto es mi novio, y probablemente estemos esperando un hijo.

Pero no es eso lo que se me hace extraño. Lo que me confunde es la velocidad con la que ha avanzado nuestra relación.

En solo unas semanas de noviazgo me he sentido más plena y feliz que en muchísimos años en los que solo mendigué amor.

Es... Es malditamente increíble.

Ruggero sostiene mi mano entrelazada con la suya mientras escribe en su teléfono. Seguramente le está pidiendo a Leigh que se haga cargo mientras me acompaña.

Desvío la mirada a su rostro y sonrío sintiendo mis ojos arder.

Él es tan elegante, tan directo y tan él. Realmente me estoy enamorando y tengo miedo.

Porque sé que en cualquier momento se irá.

Y va a doler tener que curar heridas sola.

No me gusta.

Cierro los ojos y las lágrimas ruedan tan silenciosas como yo me encuentro en este momento.

¿Cómo llegamos a esto?

Él sólo era Roberto Mamerto y yo era la perra más venenosa que andaba por la vida intentando lastimar a su peor enemiga.

¿Cómo terminé siendo tan centrada únicamente en mis asuntos?

¿Cómo carajos terminé viviendo con él? Como si fuésemos una pareja que llevan muchos años juntos.

Es que es increíble porque dormimos en la misma cama, compartimos el armario en partes exactamente iguales y me siento libre de contarle mis problemas.

Y del mismo modo, disfruto cuando él me cuenta los suyos.

No porque disfrute de verlo sufrir, sino porque me gusta sentir que formo parte de su vida.

Y que soy la persona en la que piensa cuando necesita apoyo.

— Hey, ¿Qué sucede?

Sin decir nada escondo no rostro en su cuello y sollozo aferrámdome a él.

— Hoy amanecí muy sentimental y es muy raro en mí. —explico sin alejarme.— Gracias por estar aquí.

— Básicamente tengo tanta responsabilidad como tú. —explica besando mis labios.— ¿Segura que está todo bien?

Asiento y él vuelve a besarme antes de guardar su teléfono.

Me dedico a esperar sin moverme ni un poco, solo escucho los relajantes latidos de su corazón mientras la sala comienza a vaciarse.

Finalmente llega mi turno y tras ponerme de pie Ruggero me sigue dentro de la sala.

El doctor al vernos sonríe y en cuanto me siento frente a él suelto todo el aire retenido.

— Pasa algo muy malo.

— ¿Qué podría salir mal con ustedes? Han sido muy responsables desde que iniciaste tu vida sexual, Karol. Se hacen chequeos frecuentes para descartar enfermedades, infecciones o cualquier anomalía. Se cuidan... No comprendo cuál puede ser el error.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora