26

1.3K 152 20
                                    

Manuel está molesto conmigo, dolido y sintiéndo que pierde más de lo que ha ganado. Y lo comprendo, pero ahora tengo que concentrarme más en mis sentimientos, no en los suyos.

¿Es que no lo entienden? ¡Me estoy enamorando del mismísimo Ruggero Pasquarelli!

No, no y no. Le dije que no.

Es que, enamorarme de él será chocar contra una maldita pared. ¡Él no me quiere!

Mierda...

No quiero asumir las consecuencias sola. No voy a poder.

Y menos ahora que estoy tan desconcertada con mis pensamientos.

— Karol, tienes que grabarme a mí y no al piso. —dice Maxi llamando mi atención.— ¿Qué te pasa?

— ¿Saben algo? Yo... Yo no estoy bien.

— ¿Te duele algo? —pregunta mi primo.— Te dije que...

— Si, me duele. Pero no es un dolor físico. —explico.— Siento que me ahogo, necesito... Solo necesito.... Es que no sé.

Manuel rueda los ojo y evita decir algo pese a que Agustín le pregunta si me siento así gracias a él. Pero es que no, me siento así gracias al italiano que me mira confundido.

Luego de mi conversación con Manuel no he dejado de pensar en lo que voy a hacer. Y todas mis opciones se reducen a decirle a Ruggero cómo me siento.

Pero es que es obvio que él va a alejarse y quiero por lo menos disfrutar de cómo me siento antes de tener que olvidarme de él.

Bien, tengo que dejar de pensar en eso o terminaré llorando.

— Ya les dije que yo no fui. —insiste Manuel.— Tampoco pienso decirles por qué está así.

— Karol. —insiste Maxi.— ¿Qué pasa contigo? Últimamente estás tan tranquila, no insultas a nadie, no peleas con nadie, y ahora...

— ¿Es parte de madurar? ¿Por qué me siento así?

— Parece como si estuvieses sufriendo por amor. Y no te ofendas, Manuel. Pero ha manejado lo tuyo muy bien.

— Y como no. —dice irónico.— ¿Saben? No tengo ganas de hablar. Nos vemos después.

— Espera. —pido dejando la cámara sobre la mesa.— No tengo justificación, pero...

— Chucho. —insisto y él rueda los ojos.— Escucha, yo te amo. Pero....

— Es mejor que hablen a solas. —dice Agustín.— Nosotros los dejamos a solas.

Asiento y los veo marcharse mientras muerdo mi labio inferior.

Me siento en el pasto pidiéndole que haga lo mismo y cuando el silencio comienza a hacerse eterno, me veo obligada a romperlo.

— Soy una idiota. Pero tú también lo eres así que ese problema no me preocupa. —él se ríe y suspiro.— Escucha, te amo. Realmente te amo y no creo que sea capaz de amar a alguien con la misma intensidad. Fuiste mi primera vez en casi todo.

— Gracias por recordármelo. —dice con ironía.— No lo recordaba.

— Entiende mi punto, por favor. Yo no amo a Ruggero. Te amo a ti.

— ¿Y por qué eso cambia las cosas? Es que no te das cuenta, Karol. Somos un maldito nudo de emociones ahora mismo.

— Lo somos. —admito mordiendo mi labio inferior.— Te amo, pero no puedo estar enamorada de ti luego de lo que me hiciste.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora