Manuel está molesto conmigo, dolido y sintiéndo que pierde más de lo que ha ganado. Y lo comprendo, pero ahora tengo que concentrarme más en mis sentimientos, no en los suyos.
¿Es que no lo entienden? ¡Me estoy enamorando del mismísimo Ruggero Pasquarelli!
No, no y no. Le dije que no.
Es que, enamorarme de él será chocar contra una maldita pared. ¡Él no me quiere!
Mierda...
No quiero asumir las consecuencias sola. No voy a poder.
Y menos ahora que estoy tan desconcertada con mis pensamientos.
— Karol, tienes que grabarme a mí y no al piso. —dice Maxi llamando mi atención.— ¿Qué te pasa?
— ¿Saben algo? Yo... Yo no estoy bien.
— ¿Te duele algo? —pregunta mi primo.— Te dije que...
— Si, me duele. Pero no es un dolor físico. —explico.— Siento que me ahogo, necesito... Solo necesito.... Es que no sé.
Manuel rueda los ojo y evita decir algo pese a que Agustín le pregunta si me siento así gracias a él. Pero es que no, me siento así gracias al italiano que me mira confundido.
Luego de mi conversación con Manuel no he dejado de pensar en lo que voy a hacer. Y todas mis opciones se reducen a decirle a Ruggero cómo me siento.
Pero es que es obvio que él va a alejarse y quiero por lo menos disfrutar de cómo me siento antes de tener que olvidarme de él.
Bien, tengo que dejar de pensar en eso o terminaré llorando.
— Ya les dije que yo no fui. —insiste Manuel.— Tampoco pienso decirles por qué está así.
— Karol. —insiste Maxi.— ¿Qué pasa contigo? Últimamente estás tan tranquila, no insultas a nadie, no peleas con nadie, y ahora...
— ¿Es parte de madurar? ¿Por qué me siento así?
— Parece como si estuvieses sufriendo por amor. Y no te ofendas, Manuel. Pero ha manejado lo tuyo muy bien.
— Y como no. —dice irónico.— ¿Saben? No tengo ganas de hablar. Nos vemos después.
— Espera. —pido dejando la cámara sobre la mesa.— No tengo justificación, pero...
— Chucho. —insisto y él rueda los ojos.— Escucha, yo te amo. Pero....
— Es mejor que hablen a solas. —dice Agustín.— Nosotros los dejamos a solas.
Asiento y los veo marcharse mientras muerdo mi labio inferior.
Me siento en el pasto pidiéndole que haga lo mismo y cuando el silencio comienza a hacerse eterno, me veo obligada a romperlo.
— Soy una idiota. Pero tú también lo eres así que ese problema no me preocupa. —él se ríe y suspiro.— Escucha, te amo. Realmente te amo y no creo que sea capaz de amar a alguien con la misma intensidad. Fuiste mi primera vez en casi todo.
— Gracias por recordármelo. —dice con ironía.— No lo recordaba.
— Entiende mi punto, por favor. Yo no amo a Ruggero. Te amo a ti.
— ¿Y por qué eso cambia las cosas? Es que no te das cuenta, Karol. Somos un maldito nudo de emociones ahora mismo.
— Lo somos. —admito mordiendo mi labio inferior.— Te amo, pero no puedo estar enamorada de ti luego de lo que me hiciste.
ESTÁS LEYENDO
Italian Boy
RomanceKarol es solo una privilegiada chica de la clase alta. Ruggero un despreocupado periodista italiano. ¿Qué pasaría si el chico italiano decide darle lecciones de amor propio a la caprichosa mexicana?