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Primer día de universidad. Debería estar emocionada y no tan nerviosa como estoy ahora mismo. Pero es que mi vida ha sufrido tantos cambos que no sé qué pensar.

Estoy asustada, ¿y si intentar pertenecer a este mundo se me hace difícil? Ya sé que la universidad no es para adolescentes.

Ya sé que esto no se trata de ser linda y popular. Se trata de dar lo mejor de ti y demostrar todo tu intelecto.

¿Qué si soy capaz? Según yo sí.

Maldita sea.

— Vamos, respira que estás hiperventilando. —dice Agustín y tomo una profunda respiración.— Eres Karol Sevilla. ¿A qué ibas a temerle?

— Al fracaso. —responde Maxi por mí.— Al total y absoluto fracaso.

— Dios mio, deja de ser tan intensa, mujer. Solo disfruta de tu primer día.

— Eso intento, no me provoques, ¿OKEY?

Tomo una manzana en de la encimera y le doy una grande mordida antes de recoger todas mis cosas. Creo que estoy lista. Quiero creer que si.

Agustín termina de desayunar y va a terminar de alistarse mientras yo escupo mi manzana en el tacho de la basura. Mierda, debo recordar que probar cualquier alimento luego de haberte lavado los dientes es una pésima elección.

Molesta tomo un sorbo de agua pasándome el mal sabor, pero cuando veo al italiano salir de su habitación todo mi mal humor vuelve.

¿Qué mierda me pasa con él?

No puedo tomarme en serio lo que siento por él, no si juega con mi mente como un imbécil.

No puedo ser su amiga de esa manera.

— Que lindo es saber que finalmente, todos van a ocupar su mente en las cosas que realmente debería importarles. —dice como obvia indirecta hacia mí.— Ya era hora.

— Dile que se calle. —señalo a Maxi quien levanta sus manos en señal de paz.— Cualquier trato entre tú y yo se acabó, italiano. Voy a hacerte la vida imposible.

— Hablamos cuando hayas madurado, reina del drama.

Ignoro sus palabras por su propio bienestar. Y por el mío.

Pero si lo escucho referirse a mí una vez más, juro por lo que sea que voy a matarlo. Nadie tiene derecho a tratarme como él me trató ayer.

Y eso es algo que va a pagar con creces. Lo juro.

— ¿En serio están peleando? —musito Maxi al ver que ninguno vuelve a hablar.— De Karol lo esperaba, pero de ti, Ruggero...

— Ese es el problema, todos esperan lo que sea de Karol. Se cree la mejor en todo lo que hace, pero no tiene ni una pequeña idea de lo que en realidad es el amor propio.

— ¡Vuelves a referirte a mí y te juro que...!

— ¡Karol suelta ese cuchillo! —grita Agustín llegando a la escena.— ¿Estás loca? Cálmate.

— Voy a calmarme cuando haya enterrado su cuerpo muy lejos de aquí. —gruño dejando caer el cuchillo.— Escúchame bien, Ruggero. Antes de que la noche caiga, estarás retorciéndote por conseguir mi perdón, eso te lo firmo, imbécil. Quítate de mi camino.

Él se ríe creyendo que se trata de una amenaza de chica caprichosa pero en serio no sabe en lo que se está metiendo.

Hace una referencia a modo de burla y finalmente se aparta.

Yo solo tomo el café que Maxi bebía segundos antes y se lo lanzo al italiano sintiendo mucha satisfacción al ver su rostro lleno de furia. Finalmente lanzo la taza a sus pies y sonrío.

Italian BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora