XV

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El pelinegro se estiró en su cama al momento que la alarma se activó rogándole que la apagará, observaba las estrellas en su techo mientras estiraba el brazo para apagar la molestia melodía que le indicaba que su día iniciaba. No quería levantarse, se había ido la cama bastante tarde y podía sentir los ojos hinchados, no tenía ganas de pasar horas manejando para llegar a la casa Jeon y hacer el pequeño teatro de todos los años pero, nuevamente estaba ahí su conciencia gritándole que no podía hacer eso porque era un hombre correcto y debía cumplir con su palabra.

A veces, desearía no tener conciencia.

Se arrastró hasta al baño para tomar una ducha rápida y ante una ligera molestia restregó sus labios con fuerza en vano, aquella sensación no desaparecía. Al terminar la ducha se acercó al espejo para verificar sino tenía una picadura o algo paracido dado a que un hormigueo persistente bailaba por sus labios y todos los recuerdos de la madrugada lo atropellaron.

Vaya. Nada había sido un sueño, realmente había arrojado a la mierda el bulbo, le había contado todo al moreno e incluso lo había besado y el hormigueo era prueba viviente de ello. Se sentía avergonzado al recordar lo que había pasado sin embargo, sus mejillas encendidas y labios sonrientes le demostraban que era algo de lo que no se arrepentía pero ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué se sentía atraído al moreno? ¿Por qué ahora que no tenía nada que ocultar podía ser un atrevido? ¿Por qué realmente quería hacerlo? ¿Por qué le gustaba Kim? Probablemente la respuesta a todo era un gran SI.

Perfecto, ahora tenía dolor de cabeza como si se tratara de una resaca por pensar en un respuesta obvia pero, aquello no le impidió recordar las bobas novelas de amor que alguna vez leyó siendo joven al intentar comprender cómo se sentía el enamorarse comparando por fin aquella sensación ridícula del primer beso con los párrafos que había llamado mentiras al no creer que tal sensación permaneciera tan viva en el cuerpo de alguien. Vaya que siempre se equivocaba, bueno más cuando el joven moreno aparecía por su mente.

Al ponerse su usual suéter azul, jeans desgastados y sus converse negros se sintió inconforme con su apariencia tan típica, podía probar con algo más ¿No? Podía ser más atrevido, río con aquel pensamiento, claro, él siendo atrevido.

Rebusco entre toda su ropa hasta encontrar una camisa de seda morada que su madre le había regalado y nunca había usado por ser demasiado "llamativa y genial" para alguien como él. Al carajo, él se sentía como lo mejor de lo mejor en ese momento lo cual exigía vestirse con lo mejor que encontrará en su armario.

La camisa le quedaba a medida, de seguro su madre la había mandado a pedir sin decirlo, combinaba a la perfección con los jeans negros y botas de combate que había comprado tiempo atrás y nunca se había animado a usar al pensar que alguien tan soso como él lo luciría, el reflejo en el espejo le decía todo lo contrario, parecía que había nacido para usar "cosas atrevidas y geniales".

Su cabello lleno de rizos caía juguetonamente por su frente, por primera vez dejaba al lado sus anteojos para probar usar los lentes de contacto, debía admitir que sentía que tenía una basura en el ojo pero simplemente era el lente, le llevaría un tiempo acostumbrarse.

Un delineador negro era jugado entre sus dedos, aún no estaba seguro de usar maquillaje aunque fuera algo normal de su sociedad, más de una vez había visto a Cheol y Jeonghan maquillados así que no era un problema para su hombría, si no lo hacía en ese momento ¿Cuándo se animaría a hacerlo? Trazo una línea en cada ojo descubriendo que aquello solo hacia que sus ojos se vieron más profundos y felinos de lo que ya eran, bien, le gustaba aquello. Pronto sus labios se vieron teñidos volviéndose rojizos, ahora podría asegurar que una manita de gato le cambiaba el estilo a cualquiera.

The Flower on my Garden •Meanie•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora