Samanta:
Fuimos a un McDonald's y me siento atrapada dentro de una familia que no pedí, pero que me hace sentir muy cómoda.
—¿Puedo comer de tus papas, Samanta?.—Me pregunta Maia.
Yo sonrio.
—Maia, ya comiste.—Le regaña su papá.
—No, está bien.. ya me llene.
Mi estómago llora.
—Adelante, Maia.
—¡Si!
Coge de mis papas y comienza a devorarlas, la observo con una sonrisa y Patrick me coge del brazo, llamándome la atención.
Sonríe cuando nuestras miradas se encuentran.
—"Gracias".—Pronuncia en voz baja y le muestro una sonrisa tranquila.
Maia se ha quedado dormida de camino a casa de Patrick, según me contó esta noche se quedaría con ella, así quedo con Génesis.
Ingresamos a la casa y me detengo en la sala, Patrick ingresa detrás de mí con su hija en brazos.
En voz baja, me dice.—Iré a acostarla.. ¿Podrías esperar unos minutos aquí?
Asiento con una sonrisa tranquila.
—Gracias de nuevo, Samanta.
El sube las escaleras y espero paciente a que baje otra vez en mi encuentro.
¿Cuánto puede enojarse una persona al punto de no querer contestarte?
Con exactitud no se cuan enojado este, pero está enojado.
Asher...
Responderme, por favor...
—Aquí me tienes otra vez.
Me giro al escuchar la voz de mi jefe, Patrick se acerca hasta mí y toma asiento a mi lado, sobre el mueble.
—¿A quién llamas?.—Pregunta observando mi móvil.
Lo bajo.
—A Asher.
—¿Tu hermano?
Mi hermano.
—En realidad es mi amigo.
Patrick me observa confundido.—¿Y por qué..? ¿Por qué me mentiste?
—Fue Asher el..
Es mi gigoló.
—Lo lamento, no debí haberte mentido.
Patrick suspira.—Bueno, yo hice lo mismo, así que estamos a mano.
Alzo las cejas.—¿No estás enojado?
—No, porque de esa forma podemos empezar de cero.
No comprendo lo que intenta decirme hasta que sus labios tocan los míos, su boca toma la mía y su cuerpo me hace retroceder hasta caer sobre el mueble, mis ojos están abiertos y apenas puedo seguirle el ritmo.
¿Por qué? Porque no me gusta.
Este beso no me gusta nada.
Tengo su cuerpo apretando el mío y rompo el beso despacio.
—Patrick...
—Me gustas demasiado, Samanta.
Dios mío.
Me besa y sus manos se adentran en mi piel, subiéndome la blusa, sus dedos son fríos y mis manos se sujetan de su pecho.
No sé porque dejo que continué, pero lo hago y aunque es algo incómodo, para cuando sus besos bajan por mi cuello y sus dedos me abren los botones de mi blusa, yo lo detengo.
Debí haberlo hecho antes, me arrepiento de no hacerlo.
—¿Sucede algo?
Se pasa la mano por el cabello y luego pone ambas manos hacia adelante.
—Si hice algo mal, lo lamento.
—No.
Me observa confundido.
—No eres tú, lo siento.
Niego con la cabeza.
No es igual.
Hace tiempo que no es igual.
Y la causa es una sola.
Solo una persona y quien está ahora mismo en mi cabeza.
Me coloco correctamente los botones y paso las manos por mis pantalones, mis manos están algo sudorosas, aprieto los ojos y al estar lista me giro hacia Patrick, quien espera una respuesta a mi inquietud.
—Me gusta alguien más.
Los ojos de Patrick se abren.
—Y lo lamento, Patrick, pero no puedo seguir haciendo esto.
Ahora lo se.
—Samanta...
—No puedo ilusionarte y hacerte creer que podemos intentar algo cuando no es así.
Dios a mi...
—Hay otro hombre.
Asher, solo me gusta Asher.
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Rosas para una Mujer Desesperada
RomanceSamanta Smith tiene una vida peculiar, vive sola acompañada de su único gato Felix, quien también parece odiarla. Tiene amigas y un buen trabajo, pero... Samanta Smith jamás a recibido rosas. Tampoco chocolates. Y así mismo jamás a tenido citas. Sa...