Samanta Smith tiene una vida peculiar, vive sola acompañada de su único gato Felix, quien también parece odiarla.
Tiene amigas y un buen trabajo, pero...
Samanta Smith jamás a recibido rosas.
Tampoco chocolates.
Y así mismo jamás a tenido citas.
Sa...
Todo mi cuerpo tiembla y no se ni que esperar , ni que me golpeara cuando ingrese a esa casa, pero ha estoy dirigiéndose hacia allá, en medio de los vecinos chismoso que no, no se encuentran rodeando la casa, pero que si están mirando desde los interiores de sus casas, detrás de una cortina o desde sus puertas.
Llego a la puerta e intento ingresar y ver un oficial cuidando en el pórtico solo hace que entre en pánico.
Y me siento a desfallecer al ver el vidrio roto de la puerta.
¿Intentaron entrar y robar la casa?
¿La lastimaron?
¿Se atrevieron a tocarla?
Mierda...
Mierda ..
Sin controlarme, grito.—¡Samanta!
Entro a la casa y voy hacia la sala.
El alma me regresa al cuerpo cuando la veo.
—Asher...
Se pone de pie de lo sentada que estaba cuando la encontré y lleva como si no hubiera dormido nada, frente a ella están dos oficiales de policía y sin importarme me acerco hasta ella.
Me sostiene el pecho y los oficiales se levantan, Samanta tiene un rasguño en la mejilla, como si se hubiera cortado con vidrio.
—Eso es todo, Señorita Smith.. muchas gracias por sus declaraciones.
Samanta asiente con la cabeza. —Gracias a ustedes.
¿Qué rayos está pasando?
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Ahora sí sé que está pasando y lo único que quiero es ir a casa de Richard y dejar el doble de mal de lo que ha dejado el rostro de Samanta con esa puta marca.
—Estoy bien, Asher. —Ella señala el corte. —Esto lo causo el cuando intento entrar, me cayó un trozo de vidrio.
Examino su rostro. —Pudo caerte en la vista.
—Pero no fue así, además... hoy mismo acompañe a Eliza a denunciarlo y de paso poner una orden de alejamiento.
—¿Y piensas que eso va a detenerlo?
—Me siento más tranquila así.
Yo no, no puedo permitir que esto vuelva a pasarle.
Camino de lado a lado y ella me sujeta con ambas manos pegándose a mi.
