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Samanta:

No puedo decir que lo tomo excelente, pero tampoco lo tomo mal.

Patrick Wiliams acepto decepcionado mi elección y yo me marche de esa casa enseguida.

Marque desesperada el número de Asher y pedí un taxi que me llevara a su departamento, mientras su móvil me enviaba al buzón a cada rato, decidí dejar un mensaje.

Sé que estás enojado conmigo, probablemente lo sigas, pero hay algo que tengo que decirte. Asher, estoy yendo a tu departamento.

Con una sonrisa tranquila, colgué.

El taxi me deja después de unos 20 minutos, frente a su departamento.

Pago al taxista con monedas y salgo de su vehículo, inicio el camino, hacia el ascensor y nuevamente a la puerta de su departamento.

Golpeo tres veces y espero paciente, hasta que esta se abre y una sonrisa se termina por borrar de mi rostro.

Hay una mujer.

Mis labios se separan.—¿Quién eres...

—Habitación equivocada, cariño.—Me indica y me cierra la puerta en la cara.

Me quedo en silencio procesando todo y junto ambas cejas con fastidio, vuelvo a golpear y la misma mujer vuelve a abrir.

Tiene una mirada furiosa.—¿No escuchaste lo que te dije, estúpida?

—Cariño.. ¿Quien... es?

¿Acaso se mudó?

Ante mis ojos aparece un hombre joven, mucho más joven que esa mujer.

—¿A quién buscas..?

—Asher.

—Asher..—Pronuncia y me señala.—¿Tu eres Samanta?

Voy a responder cuando escucho otra voz desde el interior de la casa, mi corazón se aprieta y mis puños igual.

—Espera..¿A dónde vas?

Ingreso al departamento yo mismo y voy hacia los gritos de esa mujer, logro llegar a la habitación de donde provienen los ruidos de sexo.

—No puedes entrar así al departamento.—Me grita ese mismo chico, sus pasos se acercan por detrás.—Por mucho que seas la Samanta de Asher.

Ignorando el dolor que siento, le quito las sabanas esperando encontrar lo peor debajo de ellas y las que no dejan de moverse.

—¡Asher, eres me gigoló, no puedes acostarte con...!

¿Qué mierda?

Me quedo helada y la mujer debajo de esas sabanas que ya he descubierto, pega un grito en el cielo.

Esta acostada sobre la cama, para alegría de mi corazón, sola, pero para mis ojos no, pues recordaran por siempre el haber visto a una mujer masturbándose con un juguete sexual, el cual ahora mismo está metido en su vagina.

—¡Dios mío! ¡Lo siento!.—Me disculpo.—¡Lo siento tanto!

Me doy la vuelta sonrojada y ese hombre llega hasta mí, me toma del brazo sacándome de la habitación mientras la primera chica ingresa al cuarto a acompañar a su compañera de sexo o amiga, no lo sé.

El extraño me deja en la sala.

—Rayos, ahora sé porque está loco por ti.

—¿Y tú eres?

Él se presenta extendiéndome la mano.—Toby.

¿Toby?

—Soy compañero de Asher.

Rosas para una Mujer DesesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora