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Se despertó de manera abrupta porque alguien lo estaba moviendo, apenas abrió sus ojos vio a su padre con una mirada de preocupación.

-"¿Qué pasó?".

-"Te dormiste... ¿estás bien?".

-"Perdón, ahí me levanto".

Se sentó en la cama, tenía un dolor de cabeza terrible, le dolían los ojos y probablemente tenía los párpados hinchados porque así quedaba después de haber llorado mucho.

La noche anterior lloró apenas por Paulo y eso fue la compuerta para llorar por todo lo demás. Su hermana menor, su economía, su casa, el colegio e incluso su mamá. Si ella no se hubiera ido, ahora estarían bien. Fue un llanto más de odio que otra cosa, se fue y se llevó todo, ni siquiera le importó que él tenía apenas 6 años y que su padre estaba ahorrando para ellos. No les había quedado nada.

-"Andá a desayunar, vamos más tarde".

-"No, no, ya me preparo y vamos".

-"Tomate un té aunque sea".

Suspiró mientras se levantaba, ignoró lo del té, no quería nada, así que apenas se vistió salió de la casa.

Su padre no dijo nada mientras subía al auto junto a él y manejaba hacia el lado contrario del trabajo, él tampoco dijo nada, capaz quería dar una vuelta más, no tenía idea. Pero cuando lo vio parar frente a la panadería se volteó a verlo.

-"¿Por qué vinimos?".

-"Te voy a comprar sanguches de miga".

-"¿Por, qué pasó?".

Su papá estaba agarrando plata de la guantera del auto.

-"No comiste nada y pensás trabajar así".

-"Pá, no gastes en boludeces".

-"Que comas no es una boludes, disfrutá más la plata hijo, no podés vivir ahorrando".

-"Pero cuando no alcanza...".

El hombre rió antes de abrir la puerta del auto.

-"¿Estás sin comer o vivís en la calle?".

-"Y no...". Habló casi con vergüenza.

-"Entonces dejá de pensar en eso, gastala en boludeces, a veces se puede".

Eso no lo ayudaba en nada, no se sentía mejor pero no dijo nada. Iba a ser un día de mierda, lo sabía, ni siquiera tenía que intentar que mejore, no lo iba a hacer.

Comió, su padre lo miraba desde el otro lado del taller, comió sólo por eso, pero su estómago estaba cerrado por completo. De hecho se empezaba a sentir mal, quería vomitar, o sentarse hasta que la comida bajara, sólo por el bien de su garganta hizo lo segundo. Se sentó en silencio en un cajón al lado del auto que supuestamente estaba arreglando. Revisó su celular sólo por las dudas, no tenía ni un mensaje de Paulo, sólo los de Marcos que estaba tratando de acordar una hora para seguir con lo suyo de una vez por todas. También se sentía mal por eso, estaba nervioso, nunca iba a acostumbrarse.

Se cubrió los ojos con las manos, desearía poderse quedar en su casa, maldita sea su madre, últimamente sentía el odio muy presente en su pecho. Pero mientras más era consciente de su realidad, más real se sentía el odio.

-"¿Te sentís mal?". Su padre se acercó a él y sólo pudo asentir como respuesta. "¿Te pasó algo?".

Negó con su cabeza, pero al parecer eso a su padre no lo convenció para dejarlo solo.

-"Pero no estás mal de la nada, menos así... ¿querés ir a casa?".

-"No, no, estoy bien, ahora sigo".

Kcyo ▪ PaukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora