Kcyo ▪ Pauki

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El celular era muy raro, no lo entendía del todo y por momentos tenía que preguntarle a Paulo por mensajes qué hacer, porque entre él y su padre no hacían uno, parecían dos simios con un iPhone. Pero iban bien, tenían más trabajo y otra vez a los clientes habituales, aunque tuvieron que correr la voz de que otra vez funcionaba su línea telefónica. Como sea, parecía que iban bien, lento pero bien.

El celular era literalmente su salvación por ahora, el único problema era que Paulo le escribía a cualquier hora y a esa cualquier hora el celular lo tenía su papá. Claro que no leía los mensajes, pero llegaban y cada vez que sonaba y era para él, su padre le avisaba al grito de 'tu chicooo'.

Estaba avergonzado, no por Paulo, si fuera por eso tendría una remera de él con su cara porque era lo mejor que podría conseguir en su vida y era demasiado, sino que se sentía raro por toda la tontería. Era su chico pero no era su novio, era su amigo el que le gustaba pero no era Paulo, era el pibe que veía hace mucho pero nadie conocía. Mateo incluso le había dicho que no le creyó hasta que le llegaban mensajes de él y ellos pudieron confirmarlo.

No se sentía mal por él mismo, se sentía culpable por Paulo, él lo había presentado a todos los que lo rodeaban y él no era capaz de hacerle justicia al presentarlo correctamente.

Así que pasó todo el día pensando en sacarle el tema a su papá, quería preguntarle si era posible que Cande y él tuvieran un día afuera con Paulo, si no era posible bueno... Él también podía ir, la cuestión era romper esa barrera que tenía entre Paulo y su familia de una buena vez. El mayor no tenía ninguna barrera entre él y la suya, no era justo.

Evidentemente ante la cantidad de trabajo que tenían ahora, no fue fácil hablar con él, iba a desistir por el momento, al menos hasta la noche. Era mitad de semana y había pensado en eso desde el domingo que se le ocurrió. También tenía que preguntarle a su hermana, no era una mascota para que Paulo conozca, capaz no tenía intención de conocer a nadie o tampoco quería salir a la plaza por ejemplo, pero para eso tenía que apurarse para preguntarle a su papá.

El momento que eligió para tirar la idea fue en plena cena, estaban en silencio, toda su casa tenía las luces apagadas menos la del comedor, su padre le había dicho que iban a tener que hacer un plan de ahorro o algo así. Estaban recién empezando a recuperarse del robo de la otra vez, así que ahorraban en todas las formas posibles. Comían bastante poco y barato, las luces siempre apagadas, no usaban la garrafa de la cocina para nada que no sea lo más rápido y fácil posible. No estaban en el mejor momento.

-"Pá... ¿puedo llevar a Cande a la plaza?".

Su padre lo miró por unos segundos y entrecerró sus ojos.

-"¿Por qué no podrías?".

Se mordió el labio inferior con nervios.

-"Porque quiero que también vaya Paulo".

-"¿Tu chico?".

Asintió con su cabeza y vio cómo su padre negó segundos después.

-"No, mi hija no va a ir con un pibe de 20 años a ningún lado que no esté yo".

Lo sabía, ¿cómo podía convencerlo?.

-"¿No confiás en mí?". Si se tenía que hacer el ofendido, lo iba a hacer.

-"En vos siempre, en ese que no conozco, no". No parecía pensar en cambiar de opinión.

-"Pero es la plaza, está lleno de gente, no es que nos iríamos a su casa o algo así".

-"Mirá... me preocupa que vos te veas con él, imagínate todo lo que me preocupa que esté Cande en el medio".

Se quedó en silencio un rato, nunca le había dicho el porqué de su preocupación.