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Mauro no había ido en todo el día a su casa, se había levantado temprano a esperarlo, a medio día revisó fuera de la casa por si estaba el celular por ahí, estuvo atento a que golpearan la puerta o algo, pero nada. Al final ni había aparecido.

No le importaba el celular, para nada, pero quería ver a Mauro. No había podido decir nada de lo que pensaba, aunque en ese momento no lo había asimilado, menos mal. Pero los días pasaban, Mauro no iba a su casa y se ponía más nervioso.

No había hablado con ninguno de sus amigos, ni siquiera sabían que había vuelto a hablar con Mauro, no necesitaba gente que lo odiara sin conocerlo. Quería hablar con gente que supiera cómo es realmente.

Mauro era bueno, muy amable aunque a veces demasiado. Era terriblemente educado pero no era introvertido a menos que esté realmente incómodo. Y se pasaba horas en silencio haciéndole compañía mientras estudiaba, leía para él, le era tan fácil estudiar cuando estaba él, se sentía cómodo.

Por lo que mostraba... lo tenía bastante enganchado, aunque evidentemente no sabía mucho de él, pero tampoco sabía si eso cambiaba algo.

¿Era diferente o quedaba invalidado lo que sentía por lo que acababa de enterarse?. Porque si no cambiaba lo que era como persona... casi no le importaba. Aunque pensaba en las personas a las que les había robado, probablemente sí les importaba y mucho.

Pero no sabía ni cómo o qué robaba, podía tranquilamente hacer entraderas o no sé, punguear cosas en la calle, no tenía idea. Tampoco sabía si cambiaba algo, robaba igual.

No se podía imaginar la situación del menor, no entendía cómo dejar el colegio parecía algo normal para él, o cómo su papá al parecer lo tenía trabajando con él... No lo entendía, trataba y no tenía sentido para él, pero quería que lo tenga.

Y esperó, como dos días, no quería el celular de mierda, a esa altura, dos días después sólo quería hablar con él. Ya se habían peleado y como un tonto no se apuró en hablarle, pero ni siquiera fue una pelea, sólo hubo una clase de discusión y listo. Ni tiempo a pensar tuvo.

Así que ante medidas extremas, y un poco estúpidas, decidió ir al parque de siempre, ese que estaba en el medio de todo básicamente, donde los bondis paraban siempre. Era casi de noche, estaba en pleno centro de la ciudad y estaba un poco preocupado.

Suponiendo que Mauro trabajaba, suponiendo que hacía horario normal como el de todas las personas, ¿tendría que cerrar como a las 20:30, 21:00?. Ni sabía. Lo único que sabía es que se estaba regalando sentado en un banco donde apenas daba la luz.

Había traído el celular y algo de plata. Si le robaban al menos se iban a llevar algo poco importante, no tenía su mochila con apuntes, eso sí que le dolería. Qué bueno que era casi navidad y no iba a clases hace rato.

Algunas personas se empezaban a juntar en la plaza, estaban hablando, riendo y otros tomando. Se sentía algo fuera de lugar, nunca se juntó con sus amigos de noche en una plaza, ellos eran los que iban a tomar mates de día.

Trataba de fijarse si veía al menor por algún lado, pero nada. Le mandó varios mensajes y no le llegaron. Ni siquiera veía su foto, probablemente estaba bloqueado. Qué pibe... encima que se quedaba con su celular, lo bloqueaba.

Pero no, no tenía sentido, Mauro no parecía hacer algo así, aunque no parecía hacer muchas cosas y por lo visto, las hacía.

Las horas pasaron, los locales empezaron a cerrar y él empezó a incomodarse. No vio a Mauro en ningún lado y casi que se iba, pero qué le hacía un rato más, todavía había mucha gente. De todas maneras, ahí casi en medio de la plaza estaba regaladísimo, así que fue directo a una parada de colectivos, al menos había gente menos intimidante.

Kcyo ▪ PaukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora