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-"Pau... levantáte...". Movió al mayor lo suficiente hasta que lo vio abrir sus ojos.

-"¿Qué pasa?". Su voz sonaba muy ronca y le dio algo de culpa, se oía cansado.

-"Tengo que ir al colegio, abrime".

El mayor suspiró fuerte y casi le causaba gracia.

-"Si faltás un día no te van a decir nada, nunca faltás".

-"Tengo que ir, dale...". Paulo al fin se levantó y con una queja desde su garganta salió de su habitación para bajar las escaleras. Mauro se apresuró detrás de él. Apenas estuvieron frente a la puerta abierta, le dio un corto pico en los labios y quiso salir corriendo a destino, pero el mayor lo tomó del brazo.

-"Dame un beso bien...". Y así lo hizo, puso una de sus manos sobre la nuca del mayor y lo sostuvo mientras le daba un largo y casto beso. Estaba apurado, pero nunca lo suficiente para negarle un beso a Paulo. "Nos vemos más tarde".

-"Si no tengo tarea...".

-"Ni yo soy tan nerd".

Se rió porque no podía estar más alejado de la realidad.

-"Nos vemos después".

Salió con su mochila al hombro, y trotó hasta su casa. Apenas entró vio a su padre desayunando.

-"Mirá la hora".

-"Ya sé, perdón, me costó levantarme".

Tiró su mochila en el piso y se sentó frente al hombre que le alcanzó las tostadas que tenía en un plato.

-"¿La casa de 'quien sea' te queda muy lejos? Te puedo ir a buscar en el auto la próxima vez".

Negó varias veces, ni loco dejaba que eso pasara.

-"Me levanto temprano".

-"El agua está caliente". Apuntó la pava sobre la cocina y asintió.

-"¿Cande?". Preguntó por su hermana, pensó que iban a desayunar juntos.

-"Se fue con la mamá, tenían que llevarla al médico para ese chequeo que le toca ahora".

Asintió cabizbajo mientras comía una tostada. Escuchó a su padre suspirar como si estuviese cansado.

-"Ya se va a quedar más cuando podamos terminar la pieza atrás".

Lo sabía, también sabía que no era culpa de nadie. Sólo que a veces era muy inmaduro con esas cosas, pero él quería convivir con su hermana menor más que un par de horas, aunque su casa tan chica no podía albergar tres personas ni de suerte.

-"Bueno, ¿ya estás?".

-"Sí, bancá que me cambio". Agarró su mochila y fue directo a su habitación. Apenas entró vio el desorden de juguetes que dejó su hermana, siempre lo mismo. Tenía una caja grande para todas sus cosas, pero ella siempre tenía que dejar todo desparramado. No podía dar un paso sin pisar algo, así que decidido a no llegar más tarde de lo que seguro estaban llegando, se cambió prácticamente en la puerta. Dobló cómo pudo su ropa de salir y la dejó en una silla.

Pronto estaban llegando al taller con su padre. El empleado ya estaba ahí y en cuanto los vio les sonrió amplio.

-"Adivino quién tuvo la culpa... ¿Será Guille que nunca llegó tarde en su vida o será el Mau que anda noviando re en una?".

Mateo siempre parecía estar de buen humor, no importaba que eran las 7 y un poco más de la mañana, él iba a hacer chistes desde el minuto uno.

-"Encima parece que anda noviando lejos... Lo único que pido es que sea un pibe así no me viene con una piba embarazada. No podemos mantener uno más ni en pedo".

Suspiró fuerte mientras entraban al taller, no tenía ganas de confirmar ni negar nada de lo que decían. Aunque eso pareció no importarles, ellos seguían hablando.

-"¿Se imagina que se la mande como usted?". Mateo le habló a su padre y él soltó una risa.

-"Aprendé de mi y no te mandes ninguna cagada".

-"Cande no es una cagada que te mandaste". Su hermanita era lo mejor que les pudo haber pasado.

-"Sí es, pero no hace que la ame menos... es más, creo que la quiero más que a vos, ella me pide juguetes que valen dos pesos y vos me pediste un celular".

Se sintió muy mal, nunca tendría que haberle dicho a su padre que estaba pensando en comprar un celular, porque a pesar de que pensaba comprarlo con su plata, su padre no lo dejó, decía que era algo que él pudiese darle. Y sabía que estaba jodiendo con ese comentario, pero se sentía culpable igual.

-"Pero ese celular en cualquier momento explota, ya vamos a hacer la vaquita para tu cumpleaños y te compramos uno".

-"Ya tengo para comprarme uno. Estoy esperando que éste deje de andar, no lo voy a cambiar si sigue andando bien". Se encogió de hombros mientras levantaba el capó de uno de los autos que tenían que arreglar para ese día.

Escuchó la risa de Mateo antes del arranque de un auto que seguro estaba arreglando y pronto lo sintió a su padre cerca.

-"¿Te ayudo?".

-"Es la correa, y hay que cambiarle la bomba de agua... creo ". Su padre asintió antes de inclinarse sobre el auto como él, estaba muy cerca.

-"Sabés que al celular te lo compro yo... ¿no?".

-"Pá... ya te dije que no, yo me puedo comprar uno".

-"Mauro...".

-"Lo hablamos después, no quiero que escuche Mateo". Trató de hablar apenas alto aprovechando el ruido del motor que hacía su compañero de trabajo. Su padre lo miró serio y se alejó para ayudar al mayor de los chicos.

Había pasado toda la mañana con ese auto. Pensó que eran un par de cosas, pero a medida que iba solucionando problemas le surgían otros y ya estaba harto. Con suerte iba a poder terminarlo para después del mediodía y con suerte también, podía recibir un adelanto del día para poder darse aunque sea un gusto. Tenía ganas de comer sanguches de miga y eran caros.

Su celular vibró contra su pierna. Lo bueno de tener un celular tan viejo era que vibraba y sonaba terriblemente fuerte. Apenas lo desbloqueó vio el usual mensaje de Paulo diciéndole que lo extrañaba. Siempre le escribía en el cambio de hora de su facultad. Sólo le bastó eso para animarse un poco y afrontar lo que le quedaba del día.

Kcyo ▪ PaukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora