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Había pasado todo el día fuera de su casa, seguía sentado en la vereda en silencio. Es que no le daba la cara para entrar, sentía la culpa fuerte en su pecho. Sentía el sol fuerte, probablemente eran las 5 de la tarde o algo así, no sabía, pero estaba seguro que había pasado horas sentado ahí.

Escuchó la puerta tras él y se volteó apenas para ver a su padre con su hermanita a su lado agarrada de su mano.

-"Voy a llevar a Cande, ¿venís o te quedás?".

Negó con su cabeza aunque se levantó para abrazar a su hermana para despedirla.

-"Ya vengo".

Asintió en silencio y cuando los vio irse se acercó más a la casa, aunque se sentó contra la puerta.

¿A qué hora iba a terminar el velorio? No sabía si podía ir, no porque no quisiera, pero estaba tan convencido que fue su culpa que no le daba para aparecer ahí. Aunque fue invitado... ¿tenías que ser invitado a un lugar así? no tenía idea.

Esperó a su padre que no tardó mucho en estacionar frente a él. Sin mirar a otro lado se le acercó como para arrodillarse a su altura.

-"¿Estás bien?".

Asintió como respuesta pero su papá puso una de sus manos sobre su hombro.

-"En serio... ¿qué pasó?".

-"Creo que Marcos murió...".

-"¿Qué?". La voz incrédula del otro se escuchó cuidadosa. "¿Cómo?".

No podía mirarlo, tenía su vista clavada en el suelo, estaba jugando ansiosamente con los puños de su buzo mientras pensaba en cómo decirle la verdad.

-"No entendí qué pasó... salió y no sé...".

-"¿Salió dónde, qué le pasó?".

-"A robar pá... salió con un tipo y parece que lo agarraron".

Su padre hizo silencio, él también, no sabía qué más decir.

-"Lo están velando ahora... ¿tengo que ir?".

El suspiro profundo que escuchó lo hizo sentirse peor por alguna razón.

-"Sí hijo, tenés que ir, por respeto y por vos, para despedirte".

Está bien, lo entendía.

Se mantuvo en silencio, serio y distante durante todo el trayecto a la funeraria. Odiaba que esté ubicada frente a la ruta, todo el que pasaba los veía en un momento tan íntimo de dolor puro cuando perdés a un ser querido.

No podía darse el lujo de llorar ahí. El dolor en su pecho era inaguantable, apenas entró y ya quería salir. El llanto de la familia de su amigo, otros de sus amigos ahí también, con caras largas y desesperanzadas.

No entendía cómo no estaba llorando, cómo no podía demostrar que en verdad le dolía. No sólo sentía culpa, sino que ver a todos de esa manera lo hacía sentirse peor.

Pero para él todo eso era tan privado, lo de llorar y sentirse tan pequeño ante semejante dolor... era algo que sólo hacía frente a su padre. No lo iba a hacer frente a sus amigos, frente a la familia de su amigo, frente a un maldito cajón cerrado ni en la vereda frente a toda la gente que pasaba por ahí.

Así que estuvo sentado en silencio a un lado del cajón que le parecía tan escalofriante, estuvo por al menos unas horas porque la noche se hizo notar y el padre de su amigo les avisó que se despidieran de una vez porque ya terminaba todo.

Esperó su turno, dejó pasar a todos hasta que quedó casi último. Se acercó lentamente, no se había acercado tanto hasta ahora. Puso su mano sobre el cajón y lo sintió frío, le daba náuseas pensar que su mejor amigo estaba ahí dentro, que al parecer no podía ver su cara porque lo habían golpeado o eso había escuchado dentro de la sala.

Kcyo ▪ PaukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora