Provincia de Roanne.
Bajo la luz de la luna, que entre un cielo oscuro imperaba, consolidando aquel conticinio, yacía estacionado el Peugeot, en la intersección de las calles Digne y Brioude. Hacia esta última se dirigiría luego de su breve visita por el vecindario de Belleville, en donde el copiloto Edward hubo de cumplir con una labor ante un segundo panorama, que aunque personal, era sofocante; y el primero radicaba en la ausencia total de crímenes desde el último en Lannion.
La población de la asolada región comenzaba a olvidar el latente tema referido a las tragedias, y claro, a recuperar la calma perdida.
Durante meses, el pánico cedió ante el sosiego, dejando a los agentes la única opción de inspeccionar, cada noche, ciertas calles en ese triángulo de provincias.
Solo esperaban cualquier evento que, para aguardar tanto, debería ser el definitivo.
Entonces la espera seguro valdría la pena.
—Incluso ese tiempo se encargó de ponerme aprueba —le dijo Edward a Bordet, al tiempo que el motor encendía para transitar lentamente, con los faros apagados, la calle Brioude consumida en esa infinita calma—. Monsieur, el caso de Natalie es tan misterioso como...
—Ahora dígame, ¿qué ocurrió con ese plan suyo de conquistarla?
—No funcionó —respondió, sacando de entre su capote un cigarrillo que no tardó en encender con un abollado encendedor—. Veía en ella la manera de liberarme de todo terrible momento.
—¿Acaso no aprovechó este eterno descanso?
—Entonces ella se hubiera convertido en el amor de mi vida.
—Creí que ya lo era.
—No hasta que todo se detuvo, dejándome pocas esperanzas.
—Reflejadas en esa carta, ¿cierto?
—En cuanto abra la puerta y también encuentre ese ramo de flores, sabrá que fui yo... Y me volverá a recordar.
—Monsieur, esta clase de tópicos son complejos, ¿qué ha podido deducir?
—Que aunque fuera el mejor detective, difícil sería saber por qué cambió de tal manera que se perdió la esencia cuando juntos estábamos. La última vez, hace doce noches, caí en cuenta de eso.
—Supongo que ha pensado en...
—Así es, seguro reavivó lo que alguna vez fue con ese hombre de destino incierto... O tal vez, alguien más me arrebató su cariño.
Desafortunada era la situación de Edward quien, a pesar de prever un lejano alcance de las atenciones bien recibidas hace tiempo por Natalie, consideraba la dificultad de hallar aquello que lo propició, y le crecentaba esos deseos de ir a buscarla. Sin embargo, ahí había de saber de su poco valor ante estos casos. Afortunado debería sentirse por la inexistencia de algún hombre interesado en la doctora.
El Peugeot había terminado de recorrer aquel vecindario, y ya estaba a punto de dar vuelta a la izquierda y adentrarse a la calle Allais; y al mismo tiempo adentraría a los agentes en una fortuita y exasperante situación.
Increíble fue para Edward advertir metros más adelante, sobre esa calle, la presencia de aquel vehículo, cuya posible relación con los delitos prevaleció aislada hasta esa noche.
Frente a uno de los edificios se encontraba el Citröen, con la luneta hacia los agentes; tal vez era el mismo vehículo visto en la carretera y en Lannion. Quienes fueran sus ocupantes, tal vez tenían un buen motivo para irrumpir ahí.
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LA RUE BELLEVILLE
Mystery / Thriller⭐✒️Obra ganadora de los Wattys 2022 en la categoría de horror ✒️⭐ Inevitables asesinatos azotan la provincia de Roanne. Arrastran una insondable estela de explicaciones que solo se esconden en los recuerdos de la doctora Natalie Bellerose, recuerdos...