Epílogo

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Semanas después.

—¿Quién diría que en Belleville comenzaría y terminaría un caso así, sin precedentes? —comentó el agente Kendrew quien, junto al agente Bordet, ocupaba lugar dentro de una de las oficinas de la prisión de Les Alpes.

Ambos yacían separados por un escritorio sobre el que descansaban un conjunto de diarios posteriores al día cumbre de la fatalidad.

—Por fortuna terminó —dijo, a punto de encender un puro.

—Mis respetos a usted y al señor Dufort. ¿Está usted seguro que quiere retirarse de esto?

—En efecto, ya lo he visto todo. Es tiempo de darme un descanso. Todo queda en sus manos, monsieur Kendrew —agregó, y dio una carcajada.

Como si se tratase de un asunto superfluo, los agentes se darían a la breve labor de revisar lo que las ediciones del Angulema y del Saumur hicieron apaciguar a una población sumamente horrorizada.

Kendrew tomó un informe en que el Angulema daba tratamiento al par de cuerpos hallados en la rue Belleville antes del mediodía.

«Se determinó que los cuerpos hallados frente a los edificios Reux y Alès, en Belleville, el día 19 de febrero, pertenecen a la enfermera Grace Daniau y al joven Ethan Dereck... El responsable, Barret Dawson, fue encontrado sin vida en un edificio del vecindario Grasse, en Belfort».

—Barret Dawson, ese hombre fue uno de los que pertenecieron a su fallido plan, ¿cierto? —dijo Bordet, tomando un diario del Saumur en que se trataba un enfrentamiento entre la policía y los responsables de las muertes de Grace y Ethan.

«En su intento por capturar a los identificados presos, la policía respondió a la agresión de estos desde el portón del edificio Alès... Barret Dawson huyó en medio del enfrentamiento armado... El prófugo Orson Scott fue liquidado...»

—Pronto se supieron los motivos por los que esos hombres asesinaron al par de inocentes —comentó Kendrew, devolviendo al escritorio una copia del informe brindado por la enfermera Grace a Barret, acerca de aquel domicilio en que este último irrumpió.

—Todo por la paciente Addison Allard.

—No todo, monsieur. Al menos ella no estuvo involucrada directamente con lo que ocurrió con las unidades secuestradas.

Fue el Angulema el que profundizó en el aspecto en cuestión.

«El grupo de criminales liderados por Richett Loewi, el responsable de la ola de asesinatos en el triángulo de Belfort, Vittel y Roanne, secuestró tres unidades de la seguridad... Una de las unidades fue hallada en malas condiciones a un costado del kilómetro 24 de la carretera Thionville-Roanne, el oficial que iba a bordo fue hallado en la esquina de Belleville... Una unidad fue localizada impactada en la fachada de un edificio de la calle Loira, y con el oficial que la conducía, sin vida en el interior... El automóvil Citröen perteneciente a Richett Loewi, fue decomisado... Se recuperó la unidad que el señor Loewi utilizó para llevar a cabo la violenta persecución al agente E. Dufort, la noche del 19 de febrero.... Frente al edificio Evry, en Cholet, se dio con el paradero de una unidad con indicios de algún ataque con explosivos... De un disparo de bala en la cabeza murió el oficial a bordo de su patrulla aparcada en la calle Grasse, en Belfort».

—Esa última unidad —dijo Bordet—, fue abordada por la señorita Natalie Bellerose, según lo testificado por el vigía del edificio al que ella ingresó.

—Y el arma cerca del cuerpo de Barret, traía sus huellas...

Evadiendo por un momento el asunto de la doctora Natalie, Bordet comentó:

—Monsieur Kendrew, no quisiera retirarme sin saber qué fue de Richett Loewi.

—Creí que lo sabía —respondió, poniéndose de pie—. Tratando de capturar al agente Dufort, intervinieron un par de unidades. Los capturaron en Vittel, hasta ahí terminó su suerte. —Se dispuso a tomar un diario del Saumur y dio lectura a un artículo—. Cito, "sentenciados a la silla eléctrica, la banda de Richett Loewi y este, murieron la noche de ayer..." No conozco a nadie que no se haya puesto contento con tal noticia. Confesó que todo fue por amor, y ahora sabemos que él debió ocupar el lugar del ahora libre Steven Brandt. Edward tuvo razón.

Bordet decidió ponerse de pie también.

—Ahora sí —dijo.

—Espere un momento, agente Warburg —dijo deteniéndolo, al tiempo que volvía a sentarse—. Debe usted saber del caso de la doctora Natalie.

El Angulema así mencionaba lo acontecido luego del hallazgo del cocinero en el hospital Ville Lorent:

«Hallada culpable del asesinato del chef Heymanns Parthenay, en el hospital psiquiátrico Ville Lorent, la doctora Natalie Bellerose cumple su condena en...»

—Escapó —agregó Kendrew—, gracias a...

—Sé que pudo haber sido más sencillo. Con ayuda del testimonio de Addison Allard pudo haber reducido su condena.

—¿Sabe en donde se encuentran? Ya sabe, la doctora, Addison, y sobre todo, el agente Dufort.

—No tengo idea —respondió, avanzando hacia la puerta. Se detuvo bajo el marco y agregó—: Pero será fácil averiguarlo, o al menos tener alguna idea. Ya debería usted saberlo. Addison no sería problema para Edward y Natalie. No me vea como su cómplice porque todos sabemos que la doctora y el agente deben estar amándose en algún lugar del mundo... Solo recuerde lo que ocurrió hace años con el caso de madame Auxanne... Con su permiso, me retiro.

El agente Kendrew no evitó aquella ausencia. Tomó un puro de entre su abrigo y rio mientras lo encendía.

—AgenteDufort.... Tal y como John Lippman.

LA RUE BELLEVILLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora