Restaurante Daussett, Vittel.
La fortuna para Edward no había concluido luego del inesperado encuentro con Natalie cerca del asolador escenario en Ussel. Había que aprovechar la basta plenitud transmitida por un par de ojos marrones; y acaeció entonces lo que su colega Bordet bien le conocía. Una invitación a cenar culminó con una breve desviación de caminos que no tardaron en coincidir hasta la siguiente ruptura.
—Hace cinco años me mudé a Roanne... —contaba Natalie, frente a la figura también elegante del inspector, quien no creía oportuno el dejar de apreciarle, aun cuando la cristalería y el centro de mesa fueran capaces de interponerse—, luego de concluir con el tratamiento de mi tercer paciente.
—Ahora comprendo —dijo, luego de haber dado un sorbo a su copa de Vin Brule, que regresó a la mesa; y volvió a seguir el blanquecino color del mantel hasta donde comenzaba el amarillento del vestido de su cita —. Ibas a Ville Lorent...
—No podía desistir de atender a alguien con un problema difícil.
—Todos lo son, ¿no es así?
—Unos más que otros. En esta ocasión veo un camino más desalentador —respondió, para luego imitar la misma acción de él, con su copa de Chambord.
—Es enemistoso crearse expectativas de ese tipo, pero nada que la bella mirada de una doctora no pueda solucionar.
De inmediato, Natalie vio inevitable el acentuar su sonrisa y desviar hacia el mantel la mirada que pronto albergaba un breve enrojecimiento de mejillas.
—Me costará familiarizarme con ese afán tuyo.
—Solo buscaba una sonrisa en medio de una conversación que parece volverse tensa —dijo sonriente.
Natalie volvió a elevar la mirada con la misma intención con que la bajó.
—No quisiera aprovechar un momento como este para...
—No será la última vez que tengamos una oportunidad así.
—Cuando el inconveniente con el sombrero —comentó, habiendo comprendido—, noté que tu colega y tú tenían prisa por irse; de lo contrario no hubieras tardado en saludar.
—Lamentablemente nos encontramos en medio de una azorada situación. Tal vez ya lo sabes —respondió, denotando preocupación, ese sentimiento que en él contenía una reservada impotencia.
—Así que, ¿andan detrás de los responsables?
Edward asintió.
—Ya han hecho mucho daño. A pesar de que nos limitamos a mencionar a la población lo referido en los medios, falsas especulaciones ya comienzan a causar pánico.
Aquel día en que Natalie decidió visitar a la madre de su paciente, el desconocimiento del tema hacia Edward fue evidente. Ya llegaba a su mente la tragedia que había asolado Belleville.
—¿Algo les ha ayudado para atraparlos?
—No lo suficiente. Ahora solo nos queda prevenir la siguiente desgracia, o esperar a que suceda. Nada más nos gustaría que tener verdaderos sospechosos.
—Pero, en todo caso debería haberlos.
—Casi no cuando hay un caso nuevo... cuando está bien elaborado. Tengo mis sospechas, y en lo personal hay uno.
Creyendo una inexistente relación con lo que recién le arribo, Natalie buscó terminar con la también emergente curiosidad. Al menos eso creía.
—Cuando recién me mudé a Belleville, las breves pláticas con gente del vecindario me hicieron saber que ahí murió una joven, y un par de hombres.
El agente dio una pequeña carcajada.
—Confío en que las coincidencias podrían darse bien entre nosotros —dijo, provocándole extrañeza—. Tuve la oportunidad de colaborar en ese caso. Al final se llegó a un culpable, y para el vecindario y los padres de la joven fue afortunado que el criminal fuera encarcelado. Sin embargo, llegó mi inconformidad. Además de lidiar con desgracias, un asunto me aqueja cada que lo recuerdo: la duda de haber acusado a un inocente, y saber que el verdadero criminal siempre ha estado libre, y ha vuelto.
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LA RUE BELLEVILLE
Misterio / Suspenso⭐✒️Obra ganadora de los Wattys 2022 en la categoría de horror ✒️⭐ Inevitables asesinatos azotan la provincia de Roanne. Arrastran una insondable estela de explicaciones que solo se esconden en los recuerdos de la doctora Natalie Bellerose, recuerdos...