—Se encuentra bien. Debería haberlo sabido, pero quería estar segura después de lo de Maxi.
—Mariana, nada de secretos.
Sus ojos volvieron a abrirse, y trató de examinar su rostro.—Yo no sé nada de eso —murmuró. Se puso en pie y tomó aire con fuerza—. Pero necesito tu ayuda de nuevo.
—Está bien... si me explicas lo de las galletas y la almohada. De lo contrario, olvídalo. —Había visto el nombre de Nicolás con anterioridad, en el fax de Gastón. Rubén Bauer, el hombre que la policía tenía bajo vigilancia. Su colega, sin lugar a dudas.
—Es un código. Cuando nos instalamos acá, se nos ocurrió un código específico para la zona. Lo empleamos para decir dónde estamos.
—¿Y? —insistió. Por primera vez desde que sonó el teléfono en la mesa, una ligera pincelada de humor apareció en su rostro.
—Te saca no estar al tanto de las cosas, ¿no es verdad?
Él no era el único, pero ése no era el momento para andar con rodeos.—Explícate, por favor.
—A las galletas sin miel se les pone mantequilla. Eso significa Butterfly World.
—El aviario de la Ruta 25.
—Conoces las atracciones turísticas —lo felicitó—. Cuando juegas al golf se dice...
—Bola va —interrumpió, comenzando a comprender—. Las cuatro en punto. Tenemos que reunimos con él hoy, ¿no?
Ella sacudió la cabeza de modo negativo.—No es un «nosotros» sino un «yo». Olvídalo. Tú déjame en la ciudad y yo iré desde allí.
—No. No pienso quitarte la vista de encima.
—Tú llamas demasiado la atención —se quejó—. Todo el mundo nota tu presencia, así que notarían la mía, y descubrirán a mi colega.
—Nicolás —corrigió, arqueando una ceja cuando ella le fulminó con la mirada—. Dijiste su nombre. Además, resulta que sé que la policía tiene a Rubén Bauer bajo vigilancia. Soy muy útil.
—Eres demasiado sospechoso.
La idea de ir con ella seguía ganando atractivo, sobre todo ahora que no dejaba de protestar. Lali iba en busca de información, y él iba a estar allí cuando la obtuviera. De lo contrario, nunca podrían estar a la par en este asunto, mucho menos llevarle medio paso de ventaja. Y a menos que estuviera equivocado, el nombre de Recca no la había sorprendido.
—Puedo pasar desapercibido.
—Está bien. En el Butterfly World.
—Sí. Y si quieres salir de esta propiedad, tendrás que darme tu palabra de que vamos a ir juntos.
Mariana se pasó la mano por la cara.—Lanzani, comprendo que esto es... diferente y excitante para ti. Ladrones, códigos secretos, investigaciones policiales. Pero hay dos personas muertas. Eres demasiado valioso para arriesgarte en una estupidez como ésta.
Era obvio que ella no estaba al tanto de su vida.—Estoy involucrado en esto —dijo en voz baja— tanto como tú. Aparte de eso, si alguien sigue a Nicolás y te ven a ti, los atraparán a ambos. Te guste o no, yo soy tu salvoconducto, querida.
—¿Siempre te sales con la tuya? —Se encaminó hacia la puerta del escritorio con paso enérgico.
—Sí.
Cuando la abrió, miró enfurecida a Peter por encima del hombro.—De acuerdo. De todos modos, es posible que al verte ahí Nicolás se haga en los pantalones.
—Ah, qué bonito —contestó Peter. Al menos ella había recuperado su sentido del humor—. Vamos por mí té y tu bebida y vayamos a dar un paseo.
—Un paseo.
—Por los jardines. La policía no pudo encontrar signo alguno de entrada salvo los que tú dejaste, pero aun así me gustaría que le dieras un vistazo.
—De acuerdo.
—Además, prometí enseñártelo. —Y quería que ella comprendiera que no iba a traicionar su palabra ni su confianza. No, a menos que Lali cambiara primero las reglas.
—Creía que Harvard estaba en camino.
Maldición. Se había olvidado.—Seguro que nos encontrará.
Ella suspiró, sus mejillas recuperaron cierto color.—Estoy segura de que tienes razón.
Ya había hecho que Reinaldo le trajera otra Coca-Cola helada. Aquello era un lujo que, por lo general, sólo se encontraba en casa o en las mejores tiendas de 24 horas. Ella así se lo hizo saber, pero él se limitó a sonreírle. Para ser un hombre rico, tenía bastante sentido del humor. Y ese día le había venido bien contar con un recordatorio de que no todo en la vida eran excursiones nocturnas colmadas de tensión y amigos que aparecían muertos cuando uno menos lo esperaba.
Pensó en que el día anterior se había planteado fingir ser una chica linda sin cerebro, con el fin de hacerle pensar que había logrado entrar en su propiedad por pura suerte. En ese momento podía admitir que se sentía aliviada de no haber jugado a eso con él. El problema era que a Peter parecía gustarle, apreciar esta versión de ella y todo lo que aportaba. Lali no estaba acostumbrada a... ser ella misma. Y no le gustaba el modo en que estaba disfrutando de sus conversaciones, y olvidándose que se encontraba allí para ayudarse a sí misma y no a él. Aquello le hacía sentirse confundida. Y en su trabajo, confusión era sinónimo de arresto... o de muerte.
—¿Por aquí? —preguntó, señalando a una sección de una alta pared combada de piedra a lo largo de la zona norte de la mansión.
—Es posible —respondió, saliendo del camino adoquinado para acercarse lentamente al muro—. Tienes buen ojo para lo clandestino.
—Tomaré eso como un halago.
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Arte Para Los Problemas(LALITER)
FanfictionMariana Espósito, la mejor ladrona de obras de arte, tiene como próximo objetivo una delicada tablilla troyana que pertenece a Juan Pedro Lanzani, un empresario multimillonario. La operación se ve truncada cuando es descubierta en medio de la noche...