—No en este viaje. Fui allí por negocios.
—Hum.
—¿Hum, qué?
—Estoy pensando. Deme un minuto. —Deambuló por delante de él, entró otra vez en el recibidor y se acercó de nuevo a la puerta principal.
—¿Qué está pensando?
Ella le lanzó otra mirada, con una media sonrisa todavía en su cara,—¿Qué piensa usted, Lanzani? Jamás me habría invitado aquí si de verdad creyera que fui yo quien puso aquel explosivo, así que, ¿quiénes son sus sospechosos? ¿Cuáles cree que son sus motivos? ¿Algún otro signo de allanamiento? Bueno, dije que lo ayudaría, pero usted tiene que hacer parte del trabajo.
El antiguo reloj de pie del vestíbulo principal sonó seis veces.—No guardo una lista de enemigos. —Él sonrió brevemente, advirtiendo que ella seguía negándose a utilizar su nombre de pila. Se preguntó cuántos obstáculos más intentaría ella crear y cuánto sería capaz de descubrir sobre ella. Conocía su nombre de pila, lo cual era más de lo que había sabido la noche anterior, pero dada la ironía con la que se lo había dicho, esto no iba a ser fácil. Afortunadamente, le gustaban los retos—. Y no, la policía no encontró otras puertas o ventanas forzadas —prosiguió—. Supusimos que fue usted quien usó los espejos de la reja de la entrada y abrió un agujero en la puerta de mi jardín. ¿Quiere cenar?
Su expresión se hizo más tensa.—No voy a quedarme.
—Aquí está más segura que en cualquier otro sitio, sobre todo hasta que podamos encontrar un modo de convencer al detective Castillo de su inocencia.
—Quiere decir que estoy segura a menos que alguien trate de volarle en pedazos otra vez. Es usted muy generoso, pero prefiero seguir respirando. —Dando un último paso hacia delante, curvó los dedos alrededor del tirador y abrió la puerta.
—Haré sonar la alarma si da un paso más —dijo él en voz baja. Ella no iba a irse. Todavía no.
Lali se detuvo con la mano todavía en la puerta.—Creí que teníamos un acuerdo.
—Lo tenemos. Me ayudará y yo la ayudaré. Pensé que podía hacer algo de carne a la parrilla, ya que Gastón y usted están aquí.
—¿Harvard también duerme a los pies de su cama?
—Es mi amigo, y cree que estoy siendo un imbécil. Por eso espero que me moleste hasta cierto punto. No se preocupe; se irá pronto.
Mariana se dirigió de nuevo hacia él, sus hombros subieron y bajaron al suspirar.—Lo del asado suena delicioso. Pero me temo que después debo partir hacia mi elegante casa.
—¿Su casa Banfield? Yo evitaría ir allí si fuera usted.
—Banfield. Eso está cerca, ¿no? —preguntó sin parpadear siquiera—. ¿Ahí es dónde cree usted que vivo?
—Algunos piensan que sí. Ahora, venga conmigo y la acompañaré a su habitación. Me quedan unos minutos para hablar de negocios con Gastón y luego empezaremos con la cena.
—No puede tenerme aquí como si fuera una prisionera —dijo mientras pasaba junto a él, entrando a la casa.
—Simplemente, me aseguro de que ambos estemos en condiciones de cumplir por completo el trato. —Puso fin a la distancia que los separaba—. Es usted una ladrona confesa, Mariana. No espere que me olvide de eso.
—No lo espero. Pero yo tampoco voy a olvidar nada. ¿Dónde está mi celda?
No valía la pena discutir sobre cómo elegía llamar a su alojamiento. Pero él podía cambiar de opinión sobre qué habitación le asignaba. Peter la guió hasta el segundo piso.
—Encontrará algo de ropa en el closet y los artículos de aseo en el baño.
—¿De su ex mujer?
Apretó la mandíbula para evitar contestar a eso.—Tengo invitados que avisan con poca anticipación bastante seguido—dijo—. Me parece sensato tener algunos artículos de más para asegurarme de que se encuentren cómodos aquí.
—¿No estará a la defensiva sobre todo eso del matrimonio fallido, no?
Peter comenzaba a tener la sensación de que a ella no se le escapaba nada. Hmm, también él era muy observador. Ella lo siguió por el pasillo hasta la suite del fondo. Incapaz de evitar una leve sonrisa de satisfacción, él abrió la puerta.
—Es aquí.
Peter se inclinó para oler su pelo cuando Lali pasó por su lado. Frambuesa. Muy seductor. Y sorprendentemente excitante.Mariana se detuvo en medio de la habitación y él la observó mientras ella contemplaba el entorno. El reflejo de mayólicas y espejos a su derecha apuntaba la existencia de un baño enorme, mientras que las puertas dobles de la izquierda, revelaban una gigantesca cama cubierta en tonos fríos de verde y gris. Una pequeña terraza se abría tras las mamparas, con un grupo de escalones curvos de piedra rojiza que bajaban desde ésta a la piscina. En la sala central, los muebles con tapizado de estilo georgiano inglés la invitaban a sentarse delante de la chimenea o a ver la televisión de plasma empotrada en la pared sobre ésta.
—¿No será ésta la habitación verde? —preguntó Lali tras un prolongado silencio.
Él sonrió abiertamente.—En efecto, lo es. ¿Le gusta?
Ella asintió, con una sonrisa sincera en los labios.—Es bonita.
—¿Por qué no busca algo apropiado para ponerse en una parrilla, y yo vuelvo a por usted en unos minutos? —dijo, complacido de que la habitación le gustara.
—¿Va a cerrar la puerta con llave?
—¿Serviría de algo?
Los labios de Lali se movieron nerviosamente.—No.
—Entonces, no me molestaré en hacerlo.
—Me cambiaré, si usted se quita eso. —Le ajustó la corbata—. Me pone nerviosa.
—Dudo que algo la ponga nerviosa —respondió; el rápido contacto de los dedos de Lali contra su pecho lo excitó más todavía. Sí, descifraría a aquella mujer. Y pronto—, no se mueva de aquí.
—Y no coja nada. Lo sé.
Dejó la llave de la habitación sobre la mesita de café, imaginando que ella se sentiría más segura con esta en su posesión. La llave maestra seguía en su bolsillo. Con una ligera sonrisa recorrió el pasillo hasta el extremo contrario y hasta su escritorio. Esto sin duda era mucho más interesante que comprar un canal de televisión en quiebra, como tenía previsto hacer esta semana. «¡Caramba!» Tendría que aplazar algunas citas... si había sido él el blanco de la bomba, no quería poner en peligro a nadie más. Y quería concentrarse en Mariana... y en su acuerdo.
Continuará...
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Arte Para Los Problemas(LALITER)
FanficMariana Espósito, la mejor ladrona de obras de arte, tiene como próximo objetivo una delicada tablilla troyana que pertenece a Juan Pedro Lanzani, un empresario multimillonario. La operación se ve truncada cuando es descubierta en medio de la noche...