—Peter —farfulló con voz gutural, su mente se iba sumiendo en la húmeda bruma de Lanzani mientras la apretaba con más fuerza contra la puerta—. ¿Estás conte...?
Su trasero topó contra la chapa y la puerta interior se abrió, impulsada por la presión de los dos. Ambos entraron torpemente en el aviario con las bocas todavía unidas.
Algunos de los turistas se voltiaron a mirarlos con curiosidad, y ella rio despreocupadamente, tomándolo de la mano y meciéndola con aire juguetón.—Somos recién casados —dijo a nadie en particular. Aquello no resultó nada fácil, sobre todo cuando no tenía aliento y prácticamente estaba teniendo un orgasmo sólo con un beso suyo, pero pareció funcionar.
No había dado más de tres pasos cuando Peter volvió a atraerla hacia él.—Quédate cerca, Mariana.
—Hum, ¿También éste ha sido un beso de admiración, Lanzani? —le respondió en un susurro.
—No, ha sido de lujuria. ¿A qué ha venido eso de tararear y balancear las manos?
—Nos mezclamos. Y fuiste tú quien empezó. Yo acababa de sugerir lo del sombrero, pero entonces tuviste que comerme entera.
—También tú me comías. ¿Acaso ha sido fingido? ¿Debería agradecerte que no me tiraras a la piscina? —continuó en voz baja.
—Lo habría hecho si hubiera querido —replicó entre susurros, tirando de él—. Vamos, lindo.
—¿Fue fingido, Espósito? —insistió.
—Tal vez —«¡Hombres!»—. No dejes que la testosterona se te dispare, Lanzani. Ya va a ser suficientemente difícil de lograr contigo como compañero. No necesito otra complicación más en estos momentos.
De nuevo se acercó lentamente a ella, su mirada oscura y ardiente.—Ya tienes una.
«¡Mierda!»—¿Quieres cortar el tema? ¡Dios! ¿A qué viene esto? En el carro te mostrabas civilizado.
—Llevo así todo el día —dijo con algo más de humor—, pero entonces estaba al volante. Ahora, no.
Varias de las turistas lanzaron fugaces miradas a Peter por encima del hombro de sus esposos o por entre los helechos de bosques tropicales. Lali no estaba segura de si se debía a que lo habían reconocido o a que estaba particularmente guapo, de un modo depredador y cavernícola, pero hubo de reconocer una fugaz sensación de satisfacción. Él desbaba a Mariana Espósito. «¡Muéranse de envidia, muchachas!»
—Mira las mariposas —le indicó—. Para eso hemos venido aquí.
Su mano se tensó en la de ella y acto seguido se relajó.—¿Alguna señal de tu compañero?
—Todavía no. Es probable que esté en los jardines detrás del aviario principal. —Una brillante mariposa azul del tamaño de una postal revoloteó y se posó en el pelo de Peter—. No te muevas. Tienes un amigo.
—Genial.
Lali rio entre dientes.—Ojalá tuviera una cámara de fotos. ¿Cómo son los excrementos de las mariposas?
Peter sacudió la cabeza con cuidado y la mariposa se alejó revoloteando por la cálida selva artificial. La música clásica que sonaba suavemente de fondo parecía apropiada y divertida a la vez... todo el mundo llevaba un crítico en su interior. Bajo el alto techo abovedado cientos de mariposas de todos los colores y tamaños aleteaban entre los árboles y las flores, mientras una fina y cálida neblina brotaba de unos dispositivos ocultos en las paredes y entre el verdor tropical.
—Esto es muy bonito —dijo Peter, haciéndose eco de sus pensamientos.
—Tal vez deberíamos haber venido antes.
—Quizá debamos regresar y ser turistas de verdad.
—Mmm. ¿Como una cita? —murmuró.
—Podría alquilarlo después de cerrar. Lo tendríamos todo para nosotros solos.
Lali no pudo evitar imaginarse recostada entre los helechos con Lanzani sobre ella y las mariposas revoloteando sobre sus cabezas.—Muestra un poco de educación, ¿puedes?
Su sonrisa hizo que se humedeciera.—Estoy haciendo gala de una gran dosis de educación. —Se encaminaron por el serpenteante sendero de la cúpula hacia las puertas del fondo procurando no apresurarse—. ¿No vas a decirme cómo es Nicolás?
Mariana lo divisó a través de la alambrada transparente de la bóveda, sentado en un banco en el jardín de rosas. El alivio que se apoderó de ella fue tan intenso que le hizo estremecerse. Peter, que la tenía agarrada de la mano, redujo el paso y bajó la mirada hacia ella.
—¿Qué sucede?
—Nicolás es rubio —dijo, soltándose de su mano y poniéndose nuevamente en marcha— y lindo, con una nariz que le han roto un centenar de veces y una pequeña cruz de plata colgada del cuello.
Atravesó las dos puertas y tomó el camino de la izquierda, junto al letrero que decía JARDÍN DE ROSAS INGLESAS. Redujo el paso cuando Lanzani se puso de nuevo a su lado. Las precauciones que había tomado para concertar la cita no servirían de nada si ahora ella se precipitaba.
Nicolás la vio y se puso en pie, luego divisó a Lanzani de su brazo. Dio media vuelta de inmediato y comenzó a caminar en dirección contraria. Tenían una palabra clave para decir «todo despejado», pero Lali dudó antes de pronunciarla en alto. Nada estaba despejado y que Peter estuviera allí no les hacía bien a ninguno de los dos. Pero había dado su palabra de que el tipo rico y ella eran compañeros, y si se marchaba sin hablar con Nicolás, iba a explotar por dentro.
—¿Qué me dices de River? —dijo, mirando a Lanzani y alzando la voz lo suficiente para que la oyera.
—¿Qué?
—Cierra la boca y sígueme el juego —le dijo entre dientes—. ¿Crees que esta vez ganará el clásico?
—Ah, bueno, ahora que Román...
—Pavone.
—... que Pavone se ha retirado, no lo sé.
—Eres fan de River, ¿no? —dijo una profunda y musical voz por encima del hombro de Lali.
Ella apuntó a Lanzani con el dedo.—Es nuevo, pero estoy trabajando en eso. Te presento a Juan Pedro Lanzani.
—Soy Rubén. —Nicolás le ofreció la mano de modo amistoso a pesar de la bofetada que suponían sus palabras—. Te has vuelto loca, Lali. No pueden vernos a los tres juntos.
Después de que Lanzani le estrechara la mano a Nicolás, Lali hizo lo mismo, el hombre le apretó sus largos y ágiles dedos un momento más de lo necesario.—¿Te enteraste lo de Maxi?
—Algo escuché. Y hasta que me llamaste pensé que tu cadáver sería el siguiente en aparecer. —La emoción estaba profundamente enterrada en su voz, pero Lali lo conocía lo suficiente para apreciarlo.
—Me llamé justo antes de que la policía apareciera en mi casa, y básicamente me dijo que yo estaba hasta el cuello. ¿Sabes para quién trabajaba? —El sentimentalismo podía esperar hasta más tarde.
Nicolás dio un vistazo a Lanzani.—Primero necesito una pequeña explicación, cariño.
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Arte Para Los Problemas(LALITER)
FanfictionMariana Espósito, la mejor ladrona de obras de arte, tiene como próximo objetivo una delicada tablilla troyana que pertenece a Juan Pedro Lanzani, un empresario multimillonario. La operación se ve truncada cuando es descubierta en medio de la noche...