Capitulo 73

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—¿A qué te refieres?

—Por favor Peter, en tu casa fue más puntillosa que un cactus conmigo, ¿y ahora es Miss Simpatía?
Juan Pedro tomó aire. Hubiera deseado ser el único en darse cuenta de eso, pero claro, se suponía que Gastón era observador.

—Se está adaptando.

—Adaptando.
Dado que había metido a una ladrona en casa de Gastón, supuso que le debía una explicación.

—Es lo que hace —dijo en voz baja—. Se amolda. Es una sobreviviente, y así es como lo hace.
Gastón sacó dos botellas de cerveza de debajo del bar.

—¿Y a cuál de sus adaptaciones te has estado llevando a la cama?

—A todas ellas. —Encanto o engaño... no distaba mucho lo uno de lo otro, pero había sido testigo de su preocupación, de su miedo y de su pasión. Ésa era la auténtica Mariana. Tenía que serlo—. Cambiemos de tema —sugirió, dejando la caja en la barra.

—Muy bien. He visto que la has dejado manejar el Bentley. Es interesante.

—¿Y eso, por qué?
El abogado le pasó una de las botellas.

—A mí no me dejas manejar el Bentley.

—No estoy intentando impresionarte.

—Pero estás tratando de impresionarla a ella. Creía que era al revés.

—Ya no tengo nada claro. —Juan Pedro apoyó los codos sobre la barra—. ¿Cuánto sabe Rochi sobre ella?

—Solamente lo que le contaste al periodista; que es una asesora en arte y seguridad y que estás saliendo con ella. Ah, y añadí que está ayudando con el robo de la tablilla y que me tiró a la piscina.

—De acuerdo. Gracias.

—Sabes que le voy a contar el resto.

—Sí. Pero al menos tendrá la oportunidad de crear su propia opinión sobre Mariana antes.

—O pensará lo que Espósito quiera que piense.

—Basta, Gastón. No es así. Tan sólo intenta salir viva de esto.
Los ojos de Gastón se mostraban inquisitivos y sombríos.

—Vas en serio con ella, ¿no?

—Eso parece. —Pero todavía no estaba de humor para discutir aquello en profundidad, así que se enderezó—. He dejado que maneje el Bentley, después de todo.

—A eso es a lo que me refe...

—¿Algo nuevo sobre Dante?

—De acuerdo, está bien. Seguía en la comisaría cuando llamaste por lo del tal Cruz. Se lo comunicaron a Cortés, pero teniendo en cuenta que ha quedado libre de sospechas sobre el homicidio de Recca, no parecía muy contento.

—¿No? ¿Y qué aspecto tenía?
Gastón echó un vistazo, por si los niños aparecían por allí.

—Como si estuviera a punto de hacerse en los pantalones. Le busqué un abogado.

—¿Quién?

—Esteban Gutiérrez.
Peter asintió con aprobación.

—Me alegra que buscaras a alguien fuera de tu estudio.

—Claro. No quería arriesgarme a tener un conflicto de intereses en el futuro. Me molestó mucho que Gutiérrez saliera del interrogatorio sin él. Pero según dijo Esteban, Dante prefiere quedarse en la cárcel. Dice que es para protestar por el injusto trato recibido por parte de sus antiguos amigos, pero...

—Pero crees que tiene miedo de acabar hecho trocitos una vez que lo liberen.

—Algo así.

—Pero sigue sin decir una palabra.
Dalmau hizo una mueca.

—Se supone que no sé esto, pero pienso que en efecto quiere confesar lo de la tablilla. Aunque si lo hace, estaría admitiendo haber manipulado el vídeo.
Juan Pedro asintió.

—Lo que ayuda a situarlo en la habitación de Mariana con el asunto de las granadas.

—Más bien estaba pensando que eso significaría que está implicado en el robo y en la muerte de Fernández, pero eso también vale.

—Lo siento. —Juan Pedro tomó un buen trago de cerveza—. Parece que no puedo dejar de pensar en ella.

—Bueno, después de ver esta noche su aspecto, no puedo culparte del todo por eso. ¡En fin!

—Lo sé.

—¿Papá? —Olivia entró en el salón—. Mamá dice que te la estás rifando por no haberles llevado un daikiri a ella y una cerveza a Lali.

—Ya voy, ya voy.
Pero en vez de irse, Olivia siguió acercándose.

—¿Estás saliendo con Lali? —preguntó, tomando la mano de Peter con su manita.

—Sí, así es.

—¿Por qué?

—Porque es inteligente y me gusta. Sabía que mi nueva muñeca se hizo a mano en 1922, y que utilizaron cabello original de una mujer de verdad. Y partió algunas de las aceitunas conmigo cuando mamá no miraba. Nos las pusimos en los dedos.

—Sí, es muy ocurrente —convino Peter.
Olivia se echó a reír.

—«Ocurrente.» Qué viejo eres.
Gastón sólo se echó a reír cuando Olivia se fue corriendo otra vez.

—Qué viejo eres —dijo cuando Peter lo miró alzando una ceja.

—Soy más joven que tú.

—Claro, unos cuantos y viejos años. —Le pasó otra botella de cerveza y tomó la copa que había preparado para su esposa—. Vamos, antes de que me la gane otra vez.

Se encaminaron hacia la cocina... y Peter se detuvo. Rochi le había puesto a Lali uno de sus delantales con el lema SOY EL CHEF, y se encontraba junto a la encimera con un cuchillo en una mano y un manojo de apios en la otra. Los músculos del abdomen se le contrajeron de pura lujuria. ¿Quién hubiera pensado que ver a Lali en plan ama de casa iba a provocarle una erección?
Ella sonrió al verlo.

—Mira. Me han ascendido a cortadora de apio.
Riendo, Rochi apagó un fogón y retiró una olla con pasta para que se enfriara.

—Al final de la noche la tendré mezclando ingredientes.
Mariana se rio por lo bajo con evidente buen humor.

—Cuidado Maru Botana.
Incapaz de resistirse Juan Pedro se acercó a dejar la cerveza sobre la encimera a su lado, luego inclinó la cabeza para darle un beso ligero en la boca.

—Eres la mejor —murmuró.
Mariana dibujó una amplia sonrisa, metiéndole una aceituna en la boca.

—Genial.

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