—Mariana —murmuró Peter, acercándose a su oído—, ¿qué sucede?
—¿Hum? Ah, nada. Sólo estaba pensando.
—¿Sobre qué? —insistió.
—Después te cuento.
—¿Lo prometes? —susurró, deslizando una mano a lo largo de su brazo desnudo.
—Lo prometo.
—¿Cómo es que conocías la orquídea mariposa?
Ella se encogió de hombros, estremeciéndose cuando sus dedos se entrelazaron con los de ella.—Me gusta leer libros de jardinería.
—Quiero besarte ahora mismo —dijo entre susurros.
Puede que no fuera tan dueño de sí mismo, después de todo. «¡Genial!»—Ya me has besado —sonrió con satisfacción, liberando su mano y contenta de no haber intentado explicar que le fascinaban los jardines, debido, en gran medida, al sentido de permanencia que representaban. Uno siempre seguía teniendo un jardín por mucho que pudiera ir de acá para allá—. Así que intenta resistirte a mí —le regañó—. Hay niños presentes, bobo.
—«Bobo» —repitió, una pausada sonrisa asomó a sus ojos—. Me parece que nunca me habían dicho así.
Rochi se aclaró la garganta.—¿Vamos a la sala de estar para tomarnos un café? —Miró fijamente a Peter—. O té, en tu caso. ¿Qué me dices, Lali? ¿Café, té, chocolate caliente o un jugo?
—Un jugo, por favor —respondió, agradecida—. Espera que te ayudo.
—No es necesario. Para eso están los niños.
—Mamá. —Olivia soltó otra risita—. No somos esclavos.
—Claro que lo son. Limpien, esclavos. Limpien.
Mientras cambiaban la terraza por la sala de estar, Peter esperó a que Rocío lo llevara a un lado para el interrogatorio. Sabía que Gastón le había contado lo más básico de la historia de Mariana. Pero conociendo a Rochi, probablemente había descubierto mucho más sobre su acompañante de lo que había dicho.
Gracias a Dios que había ido a buscar a Mariana cuando ésta había desaparecido del baño. Y menos mal que se había tomado un momento para observar, en vez de irrumpir a gritos por violar la privacidad de su amigo. Ver el modo en que ella había mirado las fotografías de Gastón había hecho que de pronto se preguntara cómo había sido su vida antes de cruzarse con él.
A Daniel y a Olivia parecía caerles bien, sobre todo porque no les hablaba como a niños. Ella misma parecía desconocer lo que era ser niña... no del modo en que los dos menores de los Dalmau lo eran. Se preguntó qué clase de niñez había tenido, pero sin saber demasiado, ya había llegado a la conclusión de que no había tenido una madre que le cocinara seguido. Hum, él tampoco.
Algo había captado su atención durante la cena. No tenía la más mínima idea de qué podría tratarse, pero ella se lo contaría. Todo en ella le fascinaba, y sobre todo el modo en que funcionaba su mente.
Mariana estaba sentada con su corto vestido verde entre Rochi y Olivia, quien le estaba enseñando algunas de sus muñecas en miniatura. A Peter le encantaba encontrar objetos para añadir a los que los niños ya tenían, sobre todo cuando podía darles algo que no podían conseguir o comprar por sí mismos. Tampoco él había tenido una niñez precisamente normal... tal vez por eso disfrutaba coleccionando cosas pertenecientes a las vidas de otras personas. Peter miró fijamente a Mariana. «¿Buscamos lo que conocemos o lo que no tenemos?»
Rochi se puso en pie.—¿Quién quiere helado con chocolate? —preguntó.
Olivia levantó la mano como un rayo, seguida por la de Gastón, después la de Daniel, la suya propia y, por último, la de Mariana. Resultaba evidente que Lali esperaba a ver cuál era el modo correcto de actuar en cuestión de postres. Continuaba amoldándose, aunque comenzaba a tener la sensación de que en algún momento de la velada había dejado de actuar.
—Peter, puedes ayudarme —le ordenó Rochi, dirigiéndose a la cocina.
Uh, había llegado el momento. Luego de una bocanada de aire y ofrecerle a Mariana una sonrisa solidaria, se puso de pie y la siguió.—Sí, señora —dijo, entrando en la cocina.
—Saca los platos, ¿quieres? —le pidió.
Sacó seis platitos y los dejó sobre la encimera. Rochi comenzó servir cucharadas de helado en ellos, mientras él se acercaba a la refrigeradora para buscar fudge de chocolate y cerezas. Era una rutina, que había hecho al menos cincuenta veces.
—Peter, ¿qué sabes de Mariana?
—Lo suficiente, por el momento —respondió—. ¿Por qué?
—No me gusta la idea de que traigas a esta casa a alguien... peligroso, cuando están mis hijos.
—Sabe cuidarse ella sola —respondió, apoyándose contra la encimera—, y creo que alguien puede intentar hacerle daño. Pero que pueda ser peligrosa para ustedes, nunca.
—¿Estás seguro de eso?
—Sí, por supuesto.
Rochi comenzó a bañar los helados con fudge, luego dejó de nuevo el envase a un lado.—Me cae bien —dijo pausadamente—. Pero no es tan sólo una especialista en arte, y ambos lo sabemos.
—¿Y bien?
—Y bien, ¿por qué está contigo?
—Ya te lo dije, me gusta. Y me salvó la vida la noche del robo. Estamos trabajando en equipo. —Y enarcó una ceja, retándola a que contradijera su afirmación.
—Eso ya lo veo —dijo en voz baja, y le empujó para que saliera por la puerta.
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Arte Para Los Problemas(LALITER)
FanfictionMariana Espósito, la mejor ladrona de obras de arte, tiene como próximo objetivo una delicada tablilla troyana que pertenece a Juan Pedro Lanzani, un empresario multimillonario. La operación se ve truncada cuando es descubierta en medio de la noche...