Apareció una camarera con dos pintas y Lali se dedicó a tomar un largo trago. Jamás le había sucedido nada parecido a eso. Se había quedado destrozada cuando la policía atrapó a su padre en medio de un robo aparentemente sencillo, para sustraer un friso griego en miniatura, y fue arrestado. Miles de posibilidades, Miles de planes diferentes para sacarlo, escapar del país o perpetrar otro crimen para simular que su padre era inocente, nada había estado siquiera remotamente a punto de llegar a buen término. Incluso trazar planes estúpidos e inútiles había parecido mejor que el dolor intenso que le provocaba la idea de quedarse sola.
Con el tiempo se había hecho a la idea de no poder verlo, de no poder asistir al juicio y de no poder visitarlo en la cárcel. Se había sentido aliviada cuando murió dos años atrás. Después de eso no había tenido que planear cada movimiento pensando en lo que debería hacer si de pronto él aparecía frente a su puerta, y no había tenido que sentirse culpable por estar libre mientras que él estaba encerrado en una pequeña celda durante el resto de sus días.
Cada trabajo que hacía conllevaba cierto riesgo. Pero nadie había intentado matarla antes, y no había duda de que nadie había intentado usar a conveniencia su cadáver como coartada. La teoría de Peter era improbable, pero era lo que tenía más sentido hasta ahora.
Lanzani pidió dos platos de rolls mientras ella se hacía la desentendida y pedía algo más. Incluso después de una noche de sueño y de los puntos se sentía lastimada y herida, por dentro y por fuera. Descubrir de labios de Nicolás la implicación de Cruz hacía que encajaran algunas piezas más del rompecabezas, y por mucho que le molestara la teoría de Peter, la aceptaría. Necesitaba dar voz a algunas de sus propias teorías, y deseaba hacerlo con el hombre que se sentaba a su lado, tomando champagne con mucha más delicadeza de la que ella había mostrado.
—Dijiste que Recca no habría tenido problema en matar a alguien —dijo, saludando con la cabeza a una pareja que pasaban por su lado, ambos mirándolo con abierta curiosidad—, ¡pero no crees que te hubiera hecho daño!
—No lo creo, no. Pero, suponiendo que no supiera quién estaba detrás o que alguien le hubiera mentido al respecto, complica mucho más este asunto. Si no era para mí, entonces me gustaría saber si alguien te ha convertido en objetivo. En cualquier caso, eso tiene más sentido.
—¿Y eso porqué?
Llegaron sus platos. Una vez que volvieron a quedarse solos, tomo los palitos para llevarse un roll a la boca.
—Yo no valgo tanto trabajo, francamente —dijo.
—Permíteme que te discuta. —Su mandíbula seguía apretada; sus ojos habían mantenido su brillo de ira y tensión contenidas la mayor parte del camino de regreso desde el aviario.
—Discute cuanto quieras, pero es verdad. Lo de la plata no tiene sentido. Ni siquiera por la tablilla. El diez por ciento es una buena ración por un robo y no logro imaginar a Maxi cometiendo un robo y un asesinato por 150.000 dólares.
—Así que Cruz o algún otro le pagó una cantidad superior.
—¿Por qué? Todos los implicados deben sacar una parte —frunció el ceño—. Ni siquiera estoy segura de que Maxi realizara, para variar, algún trabajo como ése. Yo sólo lo acepté porque estaba aburrida. Mi tarifa, a menos que no me pagaran porque estuviera muerta, sería del diez por ciento, además de algo para quienquiera que eligiera a Maxi. En algún lugar debe de haber más dinero de por medio si el asesinato está incluido.
—A menos que sea personal.
—¿Contra mí?
Él se encogió de hombros.—¿Has hecho algo especialmente malo últimamente?
—No que recuerde. ¿Y qué hay de ti?
—No que yo sepa. ¿Te llevas, llevabas, bien con Recca?
—Estábamos bien. Además no lo veía desde hacía un año. —Lali se concentró en su plato, y saboreó el sabor tierno y ligeramente picante bien acompañado con el champagne. No era de extrañar que a Lanzani le gustara comer allí—. En realidad estuve... tranquila, últimamente.
Los ojos verdes de Peter se clavaron rápidamente en los suyos.—¿Cómo es eso?
¡Dios!, no dejaba pasar nada sin comentar.—¡Caramba! —dijo, imitando exageradamente el suave acento de Lanzani, tratando de disimular una incómoda oleada de timidez. No estaba nada acostumbrada a hablar de sí misma—. No tiene importancia. Hace un tiempo el museo Norton recibió una dotación y han estado llegando toda clase de obras. Estuve ayudándolos a limpiar y catalogar.
—Tu trabajo honrado —dijo suavemente, una lenta sonrisa asomó de nuevo a su boca.
—No le des importancia.
—Está bien. Termina de comer. Y deja hueco para la quinta esencia de la torta de chocolate.
Una brillante luz destelló en los ojos de Lali, que dio un salto y colocó de modo instintivo un brazo delante de Peter. Él se movió casi con la misma rapidez, agarrándola y sujetándola en la silla.
—Tranquila —susurró con la mirada puesta en un hombre de pie a unos pocos pasos de distancia que sujetaba una cámara en las manos—. Los periodistas.
—Mierda.
—¿Contento? —dijo Peter en voz alta—. Ya tiene su foto, así que tenga la gentileza de dejarnos a mi amiga y a mí terminar la cena en paz.
El fotógrafo dibujó una amplia sonrisa y lanzó una mirada incrédula que hizo que deseara darle una patada en la cara.—¿Su «amiga» tiene nombre, señor Lanzani?
La mano de Peter se tensó sobre su hombro.—Si no se lo decimos, harán una tormenta en un vaso de agua —le murmuró al oído, haciendo que la acción pareciera una caricia—. Mariana Espósito tiene un motivo justificado para ser vista en mi compañía —dijo con un tono de voz sorprendentemente tierno—. Confía un poco en mí.
Cada nervio de su cuerpo le pedía a gritos que corriera a esconderse, y por otra parte, sabía que él tenía razón. Exhaló aire.—Lali Espósito —dijo con voz áspera y con lo que esperaba pareciera una sonrisa profesional.
—Con tilde en la «ó» —agregó amablemente Lanzani.
—¿Y cuál es su relación?
—Soy su asesora de seguridad de sus obras de art...
—Estamos saliendo —dijo Lanzani, superponiéndose a su explicación.
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Arte Para Los Problemas(LALITER)
FanfictionMariana Espósito, la mejor ladrona de obras de arte, tiene como próximo objetivo una delicada tablilla troyana que pertenece a Juan Pedro Lanzani, un empresario multimillonario. La operación se ve truncada cuando es descubierta en medio de la noche...