- No quiero que te vayas de nuevo marica, sos como mi hermana aunque siempre te mandes cagadas. - me dijo Lucas con los ojos llorosos.
- Vendré a visitarte boludo, no llores.
Le di un abrazo fuerte y al separarnos vi que Emilia nos estaba mirando desde la cocina.
Me fui hacia ella y me miró sorprendida.
- A vos también te voy a extrañar hermosa. - le susurré en el oído.
- Yo también boluda, me había acostumbrado a verte con... Ya sabes. Hacían muy linda pareja, no sé si tenía más ganas de coger con vos o con él. - me dijo divertida pero luego se puso seria.
Sí, Matías y yo hacíamos una pareja linda, eso es innegable...
- Lo siento, soy una estúpida. - me dijo apenada.
- No pasa nada. Espero verte pronto. - le di un abrazo y me fui.
Me fui a mi cuarto para hacer las maletas y Mateo me siguió.
Empecé a sacar la ropa rápidamente, necesitaba irme lo antes posible.
Él me agarró por la cintira y pegó nuestros cuerpos. Sentí su respiración en mi cuello y sus labios dejando besos por toda su longitud.
- Cálmate, todo va a estar bien. - me susurró cerca del oído.
- No vamos a coger, no te ilusiones. - solté una risita.
- Bueno, no me importa. Mientras estemos juntos lo demás da igual.
Puse mis manos alrededor de su cuello y uní nuestros labios en un beso lento. Mateo deslizó sus manos por mi espalda hasta llegar a mi culo y lo apretó fuerte.
Sentí unas manos alrededor de mis piernas y nos separamos al instante. Eran nuestros hijos que nos miraban sonrientes.
- ¿Qué hacen aquí? - dije un poco nerviosa y Mateo soltó una risita.
- Nada, solo queríamos ver lo que estaban haciendo. - dijo Elisa.
- Me encanta que estén de nuevo juntos. - dijo Mati.
Lola y Camilo se montaron atrás con los niños y Mateo y yo en los asiento de delante.
Si no fuera por que ellos dos hablaban de vez en cuando hubiésemos estado en silencio todo el camino.
Mateo me miraba de vez en cuando sonriente y tomaba mi mano para besarla.
Llegamos a casa y los niños se quedaron con Cami y con Lola, porque Mateo piensa que me voy a pelear con Mar.
No pienso hacerlo, es más, no tengo la energía suficiente como para discutir con ella.
Subimos las escaleras y Mateo me agarró de la mano. Me dio un beso en la frente y metió la llave para abrir la puerta.
Abrió la puerta y escuché como unos pasos se iban acercando a nosotros.
- ¡Hola amor! - dijo Mar sonriente, pero la cara se le cambió completamente al verme.
- Hola. - la saludó Mateo.
- ¿Q-Qué está pasando? - preguntó ella seria.
Yo la ignoré completamente y agarré las maletas. Las llevé al cuarto de los niños ya que suponía que Mar dormía con Mateo.
- Luego te lo explico. - escuché la voz de Mateo.
Buena suerte campeón. - pensé y me reí por lo bajo.